Comunicado del Foro Universitario de izquierdas
Profesores, estudiantes y personal por la Universidad pública
Una buena librería universitaria es un instrumento de primer orden para la docencia y la investigación en una Universidad de calidad, pues sirve de complemento y de refuerzo a una buena biblioteca y a las conexiones a la red. En las librerías universitarias estudiantes y profesores consultan los libros, hacen sus pedidos, y están al tanto de las nuevas publicaciones. A diferencia de muchas universidades privadas de nueva creación, en las que prácticamente no existen ni bibliotecas ni librerías, las universidades públicas, y especialmente las universidades que cuentan con una ya larga tradición, han realizado un enorme esfuerzo para poner al día sus recursos bibliográficos e informáticos, de modo que la cantidad y calidad de sus fondos de libros y revistas constituyen un buen baremo para medir el grado de calidad de la docencia y la investigación.
Durante años la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense contó con la profesionalidad de la librería Paradox, una librería dinámica que realizó un trabajo excelente, y reunió un importante fondo de libros en el campo de las ciencias humanas y sociales, a la vez que estaba atenta a las novedades, tanto españolas como de otros países. En la actualidad en esta misma Facultad se ha planteado un grave problema pues esta librería, fruto de años de trabajo en cooperación entre profesores, estudiantes y los propios libreros, ha sido, de la noche a la mañana, materialmente desmantelada.
En el Rectorado el rector Carlos Berzosa ha expresado su disgusto por lo acontecido, el decanato culpa a la librería Paradox de haberse confiado en el concurso de adjudicación que tuvo lugar antes del verano, mientras que el gerente de la Facultad creó por su cuenta y riesgo una Comisión evaluadora que emitió un informe técnico al Rectorado en el que proponía la adjudicación de la librería a la empresa distribuidora de libros Delsa, aunque asegura haber actuado con total neutralidad en la relegación de Paradox. En todo caso la Comisión no contó con el menor parecer de los estudiantes, ni tampoco de los profesores, ni tuvo, en fin, en cuenta la experiencia y la especialización en psicología de las librerías que se presentaron al concurso. Así pues, efectivamente, las autoridades académicas, delegadas para resolver los problemas, han creado un problema que es preciso resolver cuanto antes.
El conflicto se agudiza si consideramos que estas mismas autoridades (rectorado, decanato, gerencia) han decidido por el momento no afrontarlo, es decir, han decidido posponer su solución. El rectorado, por el momento, se inhibe; el decanato de psicología no explica por qué ha actuado con torpeza, y ha dejado que se tirase por la borda un esfuerzo de años; y el gerente reconoce que fue él mismo quien designó la terna que evaluó el concurso de adjudicación para la que él mismo se autodesignó, pero defiende la transparencia y objetividad del procedimiento. El silencio del rectorado, el desinterés del decanato, la decisión unilateral del gerente, han creado un grave problema donde no lo había, por lo que en la Facultad de Psicología entre profesores y estudiantes crece la indignación.
Para resolver el conflicto se propone esperar a la convocatoria de un nuevo concurso de adjudicación el año próximo, y se promete que entonces se harán las cosas bien. Las autoridades académicas se han puesto de acuerdo para pedir paciencia a profesores y estudiantes, pero el malestar por los errores cometidos va en aumento y amenaza con desbordarse.
Para que el conflicto resulte más claro conviene recordar que la nueva empresa beneficiaria, Delsa, distribuidora de libros, está ligada (es lo menos que se puede decir) al Opus Dei. Delsa es la empresa responsable de la librería en la Universidad de Navarra (propiedad del Opus Dei), y desde hace años posee también una librería ubicada en la calle Serrano de Madrid que ha declarado libro del mes a Jesús de Nazaret de Benedicto XVI, un libro que curiosamente también acaba de ser elegido libro del mes por la revista Telva (nº 822, octubre, 2007).
¡Cuando las luces de la razón flaquean, acojámonos hermanos a la sana doctrina! Lemas como estos pueden resultar reconfortantes para creyentes en crisis, pero se admitirá que difícilmente pueden servir para gestionar una librería universitaria de calidad.
Como es bien sabido el Opus Dei es una organización católica de corte fundamentalista fundada por San José María Escrivá de Balaguer, Marqués de Peralta, que cuenta con colegios, universidades privadas, bancos, revistas y empresas diseminados por todo el mundo, pero muy especialmente en España. Durante los largos años de plomo en los que Gustavo Villapalos y Rafael Puyol fueron rectores de la Universidad Complutense no sólo se concedieron doctorados honoris causa a delincuentes confesos y a banqueros con dotes mercantiles para hacer con el dinero de los demás más dinero propio, sino que la irrupción del Opus se hizo sentir en ONGs y puestos de responsabilidad de la propia Universidad. Aquellos polvos, trajeron estos lodos.
En la actualidad la empresa Delsa gestiona al menos tres librerías en las siguientes Facultades de la Complutense: Facultad de Psicología, Facultad de Económicas y Facultad de Filosofía. Somos numerosos los profesores y estudiantes que nos negamos a financiar con nuestro dinero a una organización católica que considera la homosexualidad una enfermedad, la coeducación un grave peligro, el aborto un crimen, y la educación para la ciudadanía una asignatura reprobable. Queremos que se vayan de la Universidad pública pues consideramos que la Comisión encargada de valorar los méritos de las librerías que se presentaron al concurso, al menos en la Facultad de Psicología, no se ajustó a derecho. El contrato suscrito por la Universidad Complutense es jurídicamente nulo, pues ha quedado invalidado tanto por defectos de forma como de fondo.
Hasta el momento han sido sobre todo los estudiantes los que han reaccionado con mayor sensibilidad en contra de la privatización e instrumentalización de la enseñanza pública por organizaciones privadas. Reclaman una enseñanza científica, laica y democrática, así como los medios necesarios para una formación sólida que les permita ser en el futuro buenos profesionales. Estos estudiantes son mayoritariamente hijos de trabajadores que aspiran legítimamente a una promoción social basada en el esfuerzo personal. Defienden las instituciones de propiedad social frente a los hijos de papá que en muchas ocasiones compran sus títulos en universidades privadas que el Estado democrático debería controlar con más rigor. Los profesores a su vez deberían estar a la altura de las circunstancias, secundar las demandas legítimas de los estudiantes, y ser capaces de llamar a las cosas por su nombre. Los miembros del Opus Dei no son ángeles seráficos ni querubines bondadosos dispuestos a prestar servicios desinteresados. Quieren hacer negocio y a la vez apostolado. ¡Sea para ellos la salvación! Por nuestra parte no les vamos a facilitar las cosas. Vamos a generalizar la protesta y a resistir pues lo que en realidad está en juego es el carácter público de la enseñanza pública.