Confluencia, agregación, ciudadanía organizada y responsabilidad han sido algunas de las claves del debate ‘Crisis de régimen y unidad popular’, que ha reunido ayer por la tarde en una abarrotada sala Mirador a los principales representantes de la izquierda política y social madrileña. Con la mirada puesta en las próximas elecciones y apenas unos días […]
Confluencia, agregación, ciudadanía organizada y responsabilidad han sido algunas de las claves del debate ‘Crisis de régimen y unidad popular’, que ha reunido ayer por la tarde en una abarrotada sala Mirador a los principales representantes de la izquierda política y social madrileña.
Con la mirada puesta en las próximas elecciones y apenas unos días después de anunciar una candidatura unitaria de cara a las municipales, la candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid por Izquierda Unida, Tania Sánchez, el Secretario de Participación de Podemos, Luis Alegre, la portavoz de Equo, Inés Sabanés y las activistas Yayo Herrrero, Justa Montero y Enrique del Olmo, se han sentado a analizar pasado, presente y futuro de la crisis política actual, en un encuentro abierto al público en el que ganar Madrid se ha convertido en el protagonista de las intervenciones.
Los participantes, que comenzaban el debate señalando algunas de las características de una crisis de régimen que, en palabras de Alegre, «ya no tiene vuelta atrás» y afecta «a todas las instituciones e identidades políticas», han coincidido en destacar la «desagregación» y «la ruptura del consenso» como factores últimos que evidencian «la caída del Régimen del 78», un concepto ampliado a «crisis civilizatoria» por la portavoz de Equo y las perspectivas feminista y ecologista de Justa Montero y Yayo Herrero.
Ésa es precisamente «la principal diferencia entre la crisis actual y las crisis políticas o económicas del pasado» y lo que, insistía Sánchez, abre la puerta a un «cambio político profundo» que «habremos de construir entre todos». En él, añadía Montero, será «imprescindible reconocer a la mayoría social como un interlocutor social y político válido», así como sus «fracturas y diferencias internas».
Con repetidas alusiones a los movimientos sociales y a la trayectoria de las luchas de distintos colectivos, la mayoría de los actores presentes en el encuentro han convenido en el importante papel que el tejido social ha jugado hasta la fecha, en concreto hasta derivar en lo que muchos han señalado como una «posibilidad de cambio de régimen». Así de importante y «tanto o más que las instituciones», ampliaba Herrero, será el papel que habrá de tener en adelante, tanto para hacer posible el cambio electoral, como para hacer efectivo el cambio político.
No ha habido, sin embargo, el mismo consenso en cuanto a «la forma» de construir esas mayorías sociales, políticas y electorales a las que todos han hecho referencia en un momento u otro, aunque sí lo ha habido en la apuesta por la agregación y la confluencia como único camino para evitar «el drama» que, según Alegre, supondría la victoria de «las políticas de continuidad» y lograra así lo que Sabanés ha referido entre aplausos como «el rescate de las instituciones de la colonización de los poderes económicos».
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