Al gobierno del PP le gusta seguir la moda y está implantando la vintage en todos sus ministerios. Podemos comprobarlo, en este caso, con el Ministerio de Educación y la reforma educativa, la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), que quiere implantar. Esta reforma ha sido rechazada por toda la comunidad […]
Al gobierno del PP le gusta seguir la moda y está implantando la vintage en todos sus ministerios. Podemos comprobarlo, en este caso, con el Ministerio de Educación y la reforma educativa, la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), que quiere implantar.
Esta reforma ha sido rechazada por toda la comunidad educativa, como se ha visto en octubre con la exitosa huelga de estudiantes y docentes, y si consigue salir adelante será solamente por la mayoría absoluta que tiene el PP en el Congreso.
Hablamos con cuatro jóvenes estudiantes cuyas historias se van pareciendo a la de las personas que estudiaron durante el franquismo. Decididamente, lo vintage llega a nuestra vida, de la mano del ministro Wert.
Creando mercancías
El PP es neoliberal y, como tal, introduce su ideología en cualquier medida que adopte. Lo comprobamos claramente en la LOMCE, que se abre con las siguientes palabras: «La educación es el motor que promueve la competitividad de la economía y el nivel de prosperidad de un país». Transforma de esta manera la educación en un lugar de capacitación laboral y de creación de mano de obra, que luego se repartirá por el mercado de trabajo.
El curso pasado dejaron de estudiar en la universidad por la subida de tasas y el recorte de becas en el Estado español unas 21.000 personas. Éstas acabaron en los Ciclos Formativos o en el mercado laboral. De esta manera tan simple, las personas que tienen menos recursos son condenadas a frenar o modificar las ilusiones o expectativas educativas que se habían marcado.
Se ve claro en la LOMCE con la nueva Formación Profesional (FP), que ahora se podrá cursar en su modalidad «básica» entre los 15 y 17 años, haciendo que el alumnado deba elegir qué quiere ser a esa temprana edad, dificultando mucho la posibilidad de rectificar en el futuro y, por tanto, condicionando claramente su desarrollo posterior. Por supuesto la formación profesional de la LOMCE refuerza las prácticas y la formación en las empresas, no para luego acceder a un empleo estable, sino para que las empresas reciban mano de obra gratuita de forma constante. Con todo, el acceso a la Formación Profesional tampoco es fácil y, por ejemplo, en los Ciclos la matrícula pasó de ser gratuita a costar 400 euros.
El ministro Wert dice que con la nueva FP las personas que quieran podrán elegir antes este itinerario, pero como vemos en las palabras del estudiante de grado superior Agustín Puig, de 27 años, las elecciones no son libres. Él ha tenido que dejar Ciencias Ambientales por «la continua subida de tasas desde 2008». «El primer año me dieron la beca, pero los siguientes no, ya que no cumplía los requisitos». Ahora está cursando «un ciclo superior, buscando trabajo y trabajando esporádicamente en ETTs», explica Puig.
Otro caso similar es el del estudiante Álvaro Sánchez de 23 años: «Comencé a estudiar hace dos años la carrera de Económicas, pero me he visto en la situación de dejar los estudios universitarios porque no me veía tan motivado y con tantas ganas como para sacarme la carrera en cuatro años». «¿Por qué no me veía motivado?», se pregunta Sánchez: «por el aumento de tasas de matrícula y la subida de las tasas de segunda o tercera matriculación. Con tanta subida de precios no me veía con las suficientes ganas o fuerzas de seguir estudiando algo en lo que tendría que invertir mucho dinero y que no me podía permitir. Por eso decidí hacer un grado superior que lo veía mucho más asequible».
Carrera de obstáculos
Con la LOMCE el modelo de acceso a la universidad se endurece. Si bien no habrá selectividad, lo que era una reivindicación histórica del movimiento estudiantil, ésta se sustituirá por lo que podemos llamar muchas pequeñas selectividades. Es decir, ahora las universidades tendrán en cuenta como mínimo un 60% de la nota de bachillerato, las calificaciones obtenidas en las materias de bachillerato relacionadas con lo que se quiere estudiar, la formación complementaria y si tiene estudios relacionados con la carrera que se quiera estudiar. También pueden establecer procedimientos de selección y evaluaciones específicas, cosa que asentará el modelo de reválidas, ránkings y competitividad entre los institutos para poder acceder a los estudios superiores. Todas las personas que no tengan recursos para estudiar en igualdad de condiciones con las personas con más recursos de su centro verán mermadas sus opciones de acceder a esos estudios.
Las personas que cursan actualmente los estudios de bachillerato lo saben mejor que nadie. Bàrbara Boixadera, de 17 años, está cursando segundo de bachillerato, explica su situación: «mi intención o sueño era hacer Ciencias Políticas, pero mi deseo se ha truncado por la situación económica en la que nos encontramos en casa y la falta de recursos que proporcionan las administraciones, como las becas». «Si no alcanzara el dinero para seguir estudiando (cosa que considero muy difícil de conseguir) procuraría encontrar un trabajo para poder ayudar en casa y poco a poco poder reunir lo suficiente para ir a la universidad», relata Boixadera.
Por otra parte, aquellas personas que continúan con sus estudios universitarios no están exentas de obstáculos y sacrificios. Así nos lo muestra Esther Moreno, que cursa estudios del grado de Turismo, tiene 28 años y este curso no le han dado beca, «porque no cumplía los requisitos». Por esta razón «me he matriculado sólo de tres, porque el dinero no me daba para más, me ha costado 650 euros». Como vemos, lo que hace tres años sería la matrícula de un curso entero, hoy da para tres asignaturas.
Saben lo que quieren
La LOMCE pretende introducir una serie de medidas encaminadas a endurecer el sistema educativo. Recortará la democracia en los centros, quitando competencias a los consejos escolares o «profesionalizando» la dirección de los centros; introducirá agentes privados externos, reforzará los conciertos, controlará más los contenidos y los modelos lingüísticos, aumentará la ratio y favorecerá la religión.
La juventud sabe bien lo que está sucediendo, como nos indica Bàrbara: «Las leyes aprobadas y creadas por el gobierno dificultan que haya una educación de calidad, pública y con recursos, lo que crea una impotencia muy grande para todas las personas que queremos ser algo más que simple proletariado sin voz ni derechos». Álvaro coincide al señalar que «el problema está ahí, que la educación cada vez tiene menos papel que jugar, cuando debería de ocurrir todo lo contrario».
Con este tipo de leyes «puede ocurrir que la necesidad, unida a la reducción de derechos sociales y el acceso a las necesidades primarias, dé lugar a una degradación social muy importante», comenta Agustín. Para revertirla, propone Esther, entre otras medidas, quitar «los altos sueldos de los políticos, el Senado, dietas, coches oficiales, organismos innecesarios, etc.». Toda una serie de medidas para «recortar por otros lados», ya que el «recorte en temas como la educación o la sanidad, que son las bases de cualquier estado del bienestar», como nos indica Álvaro, lo que persigue es degradar las condiciones de la clase trabajadora y los sectores populares para aumentar los beneficios del 1%.
Para lograr cambios es necesaria «una unión social efectiva y real, con una organización horizontal e inclusiva, ya que, si no, los mismos errores pueden volver a repetirse», comenta Agustín. Según Bàrbara, «estas políticas sólo pueden venir de un gobierno de izquierdas ya que solo ellos tienen unas políticas no capitalistas», pero matiza que «cada uno de los cambios que realizaría deberían ser democráticamente elegidos».
La lucha contra la LOMCE debe seguir combinando las movilizaciones y reivindicaciones del movimiento estudiantil, del profesorado y de las madres y padres. La lucha en las Illes Balears, con asambleas masivas de todos esos sectores, es un gran ejemplo.
Aitor Bayón (@saludalegria) es militante de En lucha / En lluita