«Ahora pregunto yo: ¿Quién ha sido? Las piezas no encajan». Así decía Acebes el pasado miércoles ante la Comisión Parlamentaria. Pero ahí están las hemerotecas y las grabaciones para mostrarnos que en la mañana y tarde del 11 y el 12 si que le encajaban. A él y al gobierno entero, dedicado de lleno a […]
«Ahora pregunto yo: ¿Quién ha sido? Las piezas no encajan».
Así decía Acebes el pasado miércoles ante la Comisión Parlamentaria. Pero ahí están las hemerotecas y las grabaciones para mostrarnos que en la mañana y tarde del 11 y el 12 si que le encajaban. A él y al gobierno entero, dedicado de lleno a la tarea de construir una imagen imposible con las piezas del puzzle que tenían. Fue entrando ya en el 13 cuando desistieron del empeño, pero no para reiniciar la construcción con las piezas disponibles, sino para colocarse y colocarnos a todos frente a un montón de piezas en desorden, que dejaban siempre la puerta abierta a la posibilidad de que hubiese sido un atentado de ETA o de una confusa mezcla ETA-AL Queda. Si ya no podemos llegar a las elecciones como San Jorge sobre el caballo clavando su lanza en el dragón de ETA, al menos vamos a intentar llegar en un clima de ¿Quién pudo ser? que no borre el dragón pero que ofrezca de él una difuminada silueta.
A esta segunda versión es a la que se sigue agarrando Acebes, siempre para intentar que sus apariciones de esos días en la TV parezcan hoy coherentes. Sostenella y no enmendalla, el viejo recurso de los embusteros compulsivos. Al día siguiente fue recibido con entusiasmo por sus pares del PP, emocionados ante la firmeza y seguridad demostradas en la interpretación, sin salirse ni un milímetro del guión durante diez horas de actuación. Lejos quedan las balbuceantes excusas en la rueda de prensa del día 13 de marzo y su precipitada huida cuando ya no aguantaba más. Dicho sea de paso, estos son los mimbres con los que cuenta Rajoy para hacer un partido de centro «abierto y reformista» en el congreso de octubre.
Pregunto: ¿Qué es lo que le permite a Acebes marchar por este camino? Sencillamente, porque conoce al adversario. La Comisión no investiga solamente los presuntos errores y descoordinación de las fuerzas policiales antes y después del atentado, sino también si hubo o no hubo una vulneración de las normas marcadas para el «día de reflexión». Y ahí está su fuerte. Las intervenciones de todos los del PP ante la Comisión intenta constantemente centrar la atención en lo que sucedió la noche del 13. Es su fuerte, porque saben que el PSOE – como partido «democrático», o sea «del orden» – no va a admitir nunca que la ciudadanía, harta de mentiras primero y de intentos de difuminación después, lo organizó espontáneamente, sino que se va a refugiar una y otra vez en el «Yo no he sido», haciendo una condena más o menos vaga de la movilización.
En los esquemas, tanto de uno como del otro partido, no encaja ninguna acción espontánea del pueblo, o bien está «movilizado» si ha sido a mi favor, o está «manipulado», si está en mi contra. Pero en el estúpido «día de reflexión» que todos los políticos tienen que fingir que respetan, ni siquiera los que van a sacar ventaja pueden admitir como «movilización» normal. Están obligados a calificarlos como «sucesos» en los que, naturalmente, no han tenido participación.
Sólo el reconocimiento público de que la SER y el PSOE lo más que hicieron fue apuntarse al carro (y con muchas reticencias) de una movilización espontánea, sería la kriptonita para Acebes, los suyos y los que no son suyos. Porque, colocado el pueblo, la multitud, la ciudadanía, los de a pie, o como queramos llamarnos, en el centro de la escena, todos se quedan con el culo al aire. Ningún partido en esta «democracia» puede admitir que el pueblo tiene sensibilidad para captar lo que está sucediendo, ni siquiera cuando las maniobras para manipularlo son escandalosamente visibles, como fue la del PP en esos tres días de marzo. Como escribe acertadamente Fernando López Agudín en El Mundo del 30 de julio: «La creencia de Aznar de que era ETA (jueves) se transforma en el deseo de que lo sea (viernes) y en la patética necesidad de que sea ETA (sábado)». Este proceso lo vio toda España (menos los que no quieren ver) y puede decirse que el pueblo sí tenía resuelto el puzzle, el sábado por la tarde, cuando el gobierno se dedicaba a revolver sus piezas