Cada familia debería tener su vaca. Seríamos, seguro, mucho más felices. Con su nombre propio, su álbum de fotos, su tarjeta sanitaria, sus gustos y aficiones… En mi pueblo, Armintza, sólo quedan ya las vacas de los Iturri. Verlas pastar en las campas de Gastus, en lo alto del pueblo, tan cerca del cielo, te […]
Cada familia debería tener su vaca. Seríamos, seguro, mucho más felices. Con su nombre propio, su álbum de fotos, su tarjeta sanitaria, sus gustos y aficiones… En mi pueblo, Armintza, sólo quedan ya las vacas de los Iturri. Verlas pastar en las campas de Gastus, en lo alto del pueblo, tan cerca del cielo, te reconcilia con el mundo. Mientras sigan ahí, mientras resistan, aún no está todo perdido. Somos lo que somos también por ellas. De críos, en la mesa nunca nos faltaba un tazón de leche recién ordeñada. Todas las mañanas, primero Margari, y los últimos años sus hijas, se encargaban de repartirla casa por casa. De la vaca a la boca. Después de hervirla, claro, y vigilarla para que no escapara. Natural, como la vida misma.
Anitze, Marije y Jose Inazio forman Iztueta Elkartea, una explotación lechera situada en el caserío Iztueta Azpikoa, en Lazkao. Tienen 45 vacas y su familia se dedica a la producción y venta directa de leche desde hace cuatro generaciones. Este jueves estrenaron en Ordizia la primera máquina expendedora de leche de Gipuzkoa. Leche fresca, y lista para consumir, las 24 horas del día y en plena calle. Un litro, un euro. Varios municipios de Álava, Navarra, Cantabria y Cataluña disponen desde hace unos meses de estos novedosos y exitosos surtidores. El de Santoña vendió, sólo en un día, el pasado 22 de agosto, 1.200 litros.
«No es como la leche de la tienda, sabe a leche recién ordeñada», asegura Anitze desde su caserío. «Y no genera residuos porque usa botellas reutilizables». Cada barrio debería tener su lechera automática. Que menee el rabo y de mugidos cada vez que la ordeñas: «Su leche, muuuuuuuuuuchas gracias».