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La mala gente

Fuentes: Rebelión

Siendo una niña oí comentar a alguien que el frío era la ausencia de calor. Recuerdo que una idea tan simple me hizo pensar mucho ¿por qué era el frío la ausencia de calor y no a la inversa? Calor, frío -no puedo evitar hacer un paralelismo- bondad, maldad; reminiscencias de infancia, quizá. Para mí […]

Siendo una niña oí comentar a alguien que el frío era la ausencia de calor. Recuerdo que una idea tan simple me hizo pensar mucho ¿por qué era el frío la ausencia de calor y no a la inversa?

Calor, frío -no puedo evitar hacer un paralelismo- bondad, maldad; reminiscencias de infancia, quizá. Para mí la bondad consiste en una inclinación del ánimo o un objetivo de la voluntad por mantener una actitud positiva ante los otros, la naturaleza y la vida. Sócrates añadiría belleza, y armonía. Platón justicia; consideraba que padecer injusticia era peor que cometerla porque se envilece el alma, que es lo indigno que le puede pasar al hombre. Los griegos dicen:»Lo que se piensa se convierte en actos, los actos en hábitos y estos en costumbres; las costumbres en carácter y este en destino.»

Sin proponérmelo, vino a mi memoria un ejemplo claro y gráfico como todos los de Einstein, que era incapaz de pensar aquello que no podía imaginar o dibujar. Es más o menos así: supongamos que desaparece el sol, indudablemente, un bien imprescindible. La consecuencia sería, o bien que los planetas se desviarían de su órbita y se alejarían de ella para ir a parar a órbitas diferentes en las cuales se perderían; o surgiría en el lugar donde antes estuvo el sol, una gigantesca ola, un enorme volumen que las empujaría fuera del universo. Acordarme del sol y los planetas me ha hecho comprender muchas cosas. Cuando el mal rige al mundo, sustituyendo al «sol», los pueblos y las comunidades, la sociedad en general: los «planetas,» pierden la armonía, y caen por el abismo… Al hablar de «mal» me refiero directa y concretamente al capitalismo.

Últimamente he observado que me cortan si me entrevistan y hablo -hago criticas – del capitalismo. Al menos así ha sido en dos ocasiones, en potentes emisoras de radio. Va a llegar el momento en que nuestro carácter va a tener que configurarse con arreglo a los designios del mal para que se nos permita abrir la boca para dos finalidades: hablar y comer.

Ha sido Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, quien ha formulado frases que ponen de manifiesto la falta de bien de los esbirros del capitalismo, de los banqueros y los especuladores. (De quienes ordenan que los pueblos bajen para que suba la bolsa). Una de las frases se refería a la vacuna de la meningitis, la otra a los niños autistas. En el primer caso, decía casi textualmente que si los padres no querían que se mueran sus hijos, que se gasten el dinero en la vacuna que ella les ha quitado.

La segunda llevaba implícita una orden: suprimía los lugares especializados para estímulo o ayuda de los niños que padecen autismo.

Condicionar a ciudadanos de escasos recursos económicos, desde la injusticia del poder mal entendido y peor ejercido, y de la riqueza y el bienestar de aristocráticos apellidos, a que adquieran el remedio que puede evitar que sus hijos padezcan una gravísima enfermedad o impedir a otros que reciban la ayuda que necesitan para hacer su vida y la de quienes la rodean más llevadera, son parpadeos de la bondad. Últimamente la bondad parpadea tanto que pone de manifiesto que el sol se esta yendo y que nos va cercando la oscuridad, sin sol, con frío, sin bien ni bondad. La mencionada presidenta no es una excepción, sino el ejemplo, o la expresión, de lo que tenemos y de lo que nos espera. También es opaca el eliminar las ayudas para la dependencia; y la negociación con los mineros, o la traición de «capataces, accionistas y esquiroles» (y yo añado de todos los vendidos al capital: ministros, directores generales y principales sindicatos). Igualmente son sombras de oscuridad los recortes en sanidad y educación, el anunciar la limitación de las pensiones…, la esterilización de los niños discapacitados, modificando la ley del aborto, para obligar a que se les esterilice más tarde-ni Hitler lo haría mejor-…

En fin, tantas y tantas cosas que serían para hablar y no parar, pero baste con aclarar que cada uno de estos hechos disminuye el bien y vamos llegando a completar el mal, caldo de cultivo junto con la corrupción, de la más estricta maldad. Se extiende por una sociedad dirigida autoritariamente por mandatarios que le son ajenos, y aumentan los suicidios, se sucede la violencia y se valora positivamente el robo y a los ladrones que nos gobiernan porque de no ser así no se les votaría. El gobierno está empecinado en la maldad. Es tal su inclinación al mal, que sólo Baudelaire lo pintó con más afán, y fueron dictadores crueles quienes lo predicaron con su conducta, entre ellos Franco a quien hoy se tiene la osadía de querer reivindicar contra el criterio de la gente de bien, de la historia, el conocimiento y la bondad.

No pretendo ser mesiánica, solo buscar entre todos en mayoría- no hace falta que sea absoluta visto el resultado- un gobierno que sea «como el trigo, que dé pan que no produzca espinas ni cizañas que dejen estériles las almas»(frase popular griega).

Pan para comerlo en un lugar soleado, como le gustaba a Chavela Vargas; en una España múltiple, pequeña pero sana y limpia, donde todos podamos ser felices sin pedir permiso.

Cuarenta años fueron suficiente.

QUE SE MARCHEN YA.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.