Espiar a una víctima de violación no es una idea exclusiva de la defensa de La Manada: lo ha hecho también El Español. Los relatos mediáticos que exculpan a los acusados y cuestionan a la víctima contribuyen a revictimizar a las que se atreven a denunciar las agresiones.
La aceptación como prueba del material recabado por un detective privado en el caso de la mujer que ha denunciado una violación múltiple en los Sanfermines de 2016 pone en la pista de lo que se juega una mujer que denuncia una agresión sexual: no basta con ser víctima, hay que parecerlo.
El informe del detective concluye que la víctima no está «traumatizada» y ha indignado a las redes. En Madrid, el movimiento feminista ha convocado una manifestación contra la justicia patriarcal este viernes frente el Ministerio de Justicia.
Este espionaje a una mujer que ha sufrido graves agresiones, como acreditan varias grabaciones, es la traslación al proceso judicial de lo que se cuece en las calles y en los medios. Porque seguir a una mujer después de un hecho traumático no es una idea original de la defensa de La Manada.
La victimización secundaria, es decir, los daños que se producen tras el delito, es una forma de violencia que puede producirse cuando la víctima entra en contacto con la Justicia, por ejemplo, cuando se ve en la situación de tener que explicar los hechos, reviviendo la situación de violencia sufrida. Una revictimización que puede proceder de las instituciones, pero también de unos medios que no dudan en invadir los derechos de la víctima con el pretexto de una pretendida libertad de información. Derechos como a la vida privada, a la intimidad y dignidad.
La vida «normal» de El Español
El Español no solo lo ha hecho, sino que lo ha publicado con el sospechoso titular: «La vida ‘normal’ de la chica violada en San Fermín: universidad, viajes y amigas». En el texto dan detalles de la vida de la víctima. Se especifica que «muchas veces va acompañada» ya que «le cuesta ir sola». Añade que «se le suele ver cargada de apuntes llegando a su casa», de la que indica una ubicación aproximada. Hay una foto.
«El periodista respetará el derecho de las personas a su propia intimidad e imagen, teniendo presente que: a) Solo la defensa del interés público justifica las intromisiones o indagaciones sobre la vida privada de una persona sin su previo consentimiento […]». Es un apartado del Código Deontológico de la Federación De Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) que El Español ha ignorado junto al derecho a la intimidad de la víctima.
La difusión de información sobre la víctimas en casos de delitos de violencia contra las mujeres puede generar daños irreparables. En Navarra, Andrea y Lunes Lilas convocaban a los medios el mismo lunes que comenzaba el juicio para pedir a los medios «elaborar sus informaciones alejándose del sensacionalismo y el amarillismo». No han escuchado.
La víctima, cuestionada
Los medios, como la justicia, ni son neutros ni parecen haberse marcado entre sus prioridades poner freno al relato machista. Junto a los posibles daños que pueda ocasionar a la denunciante la difusión de datos personales, asistimos a la difusión de relatos que empatizan los los acusados.
Ahí tenemos, por ejemplo, a los amigos de La Manada diciendo en La Sexta que «no hicieron nada» o que «confían en su inocencia».
O a Antena 3, que explica que uno de los miembros de La Manada El Gordo, «rompió a llorar en su declaración ante el juez», a quien dijo que «odiaba a los violadores» y que «a mi pareja la violaron con 14 años. ¿Cómo me van a decir a mí que soy un violador?».
Se llama cultura de la violación y explica por qué muchas agresiones no se denuncian. Recordemos que una segunda mujer ha denunciado a algunos de los miembros de La Manada por haberla violado mientras estaba inconsciente. La víctima explicó que no lo hizo antes por «vergüenza». Y también por miedo a que no la creyeran.
Un miedo que toma cuerpo cuando un colaborador de Espejo Público lanza una encuesta desde su cuenta de Twitter con la pregunta: «¿Creéis que fue una violación o sexo consentido?». Un miedo normal con unos medios que invitan a Salvador Sostres a hablar de acoso, y que echan por la tele un programa titulado «Raped or not».
Hay excepciones como esta, esta o esta. Y cientos de mujeres denunciando la #justiciapatriarcal.
El juicio de los Sanfermines ha puesto sobre la mesa las contradicciones de la Ley Integral contra la Violencia de Género y ha visibilizado la pared de prejuicios con la que se topan las mujeres que se atreven a denunciar una agresión sexual. Pero además, este caso lanza una advertencia que no es a la denunciante, sino a todas. En el momento en el que el acoso ocupa espacio en los debates y forma parte del día a día de los medios, a las mujeres se nos recuerda cómo es el orden patriarcal y qué nos espera si lo cuestionamos.
Fuente: http://elsaltodiario.com/medios/manada-mediatica-sanfermines-juicio-violacion