La mancha de basura del Pacífico, una gigantesca «sopa de plástico» con un tamaño dos veces el territorio de EE.UU, crece a pasos agigantados, según denuncia del científico que la descubrió. Charles Moore, oceanógrafo estadounidense y creador de la Fundación de Investigación Marina Algalita, dijo en una entrevista con EFE que «nadie puede limpiarla y […]
La mancha de basura del Pacífico, una gigantesca «sopa de plástico» con un tamaño dos veces el territorio de EE.UU, crece a pasos agigantados, según denuncia del científico que la descubrió.
Charles Moore, oceanógrafo estadounidense y creador de la Fundación de Investigación Marina Algalita, dijo en una entrevista con EFE que «nadie puede limpiarla y la mancha sigue aumentado».
En las costas de Japón, los científicos han descubierto que cada dos o tres años el número de partículas de plástico en el agua se multiplica por diez, explicó Moore.
«En el área que nosotros estudiamos encontramos ahora tres veces más partículas que hace diez años», dijo el científico, que descubrió casualmente la mancha en 1997 durante un crucero entre Los Ángeles y Hawai.
Esta gigantesca superficie de basura, que Moore prefiere llamar «sopa de plástico», está formada por pequeñas partículas de plástico, unas cien millones de toneladas de desperdicios, según los cálculos de Moore.
La «sopa» se extiende frente a la costa californiana, rodea Hawai y llega hasta Japón.
El principal problema es que «no se puede limpiar porque hay demasiada distancia entre sus partes» y el área total es inmensa. «Hemos encontrado partículas de plástico incluso a 10 y 30 metros bajo la superficie».
En este enorme basurero flotan todo tipo de objetos «como cepillos de dientes, envases de champú, plumas estilográficas». Sin embargo, la mayoría del plástico que acaba en el mar se quiebra en pequeños pedazos por efecto del sol y se mezcla con el agua y el plancton.
Los efectos de esta mezcla son devastadores para el hábitat marino.
«Toda la cadena alimenticia se ve afectada», señaló Moore. Los trozos de plástico más grandes «pueden parecer además cualquier tipo de comida, como calamar o huevas de pescado».
«Hay animales como el albatros o la tortuga marina que están comiendo mucho plástico», lamentó Moore. «Hemos encontrado plástico incluso en el estómago de ballenas y delfines», dijo.
Para el científico estadounidense, se trata «de un problema que tiene que ver con la globalización de los productos» porque «todo está empaquetado en plástico y faltan infraestructuras para poder reciclar estos materiales».
Tampoco está limitado sólo al Océano Pacífico, ya que hay vertederos similares, aunque más pequeños, en casi todos los mares del mundo. «En cada océano hay sistemas de alta presión que contribuyen a que se acumulen los desechos», dijo Moore, que afirma que se trata de «un problema mundial».
El fundador de Algalita pide a gobiernos, grupos medioambientales y «a todo el público» que «entiendan que cuando desechan un pedazo de plástico va a acabar llegando de alguna forma al mar y que no va a estar allí uno o dos años, sino siglos».
Considera que son necesarias «más opciones para que la gente pueda reciclar» y que la industria debe crear maneras de recolectar el plástico inservible.
Aunque Moore no cree que sea factible eliminar por completo esta gigantesca sopa plástica, hay algunos esfuerzos locales que sí pueden dar fruto.
En el norte del archipiélago de Hawai, por ejemplo, se están utilizando redes para limpiar el océano antes de que las partículas de plástico dañen los arrecifes hawaianos.
«Es sólo una pequeña parte, pero una parte que hace mucho daño a los corales, las focas tropicales y las tortugas, por ejemplo», dijo Moore, que explicó que las tareas de limpieza son complicadas porque sólo pueden trabajar con buen tiempo y las olas y el viento «hunden toda la basura bajo el agua».