Difícil oficio el de fotógrafo. Las fotos de actualidad están muy vistas. Hace 33 años vi esta misma foto en un diario de Buenos Aires. Y fue la misma que publicaron en un diario de Madrid en esa época. En ambas la bota derecha del gendarme es la misma. Luce lustrada. Impoluta. Han pasado 33 […]
Difícil oficio el de fotógrafo. Las fotos de actualidad están muy vistas. Hace 33 años vi esta misma foto en un diario de Buenos Aires. Y fue la misma que publicaron en un diario de Madrid en esa época. En ambas la bota derecha del gendarme es la misma. Luce lustrada. Impoluta. Han pasado 33 años y la bota está igual. Es de buena calidad y el gendarme la cuida mucho. Cada noche, al llegar a su casa, la lustra mientras habla con su mujer y sus hijos del buen tiempo que hace en esta época. Pero esa bota está dispuesta a perder su compostura. A dejar de ser impoluta si es necesario. Porque si el deber la llama pateará con su puntera de hierro y pisará la cabeza ensangrentada que tiene a su lado. Una cabeza que puede ser la mía en la foto de hace 33 años. O la de Saura. Porque usted, señor Saura, creo que era comunista y por lo tanto iría a manifestaciones contra Franco, ¿verdad?
Algunos cambian mucho y otros poco. Usted, señor Saura, parece haber cambiado. Seguramente dirá usted que ha madurado. El de la bota no cambió nada. Es el de las otras fotos. Está entrenado para eliminar opositores, terroristas, peligrosos estudiantes. Para destrozarles la cara con la porra y luego ponerle la rodilla encima.