Sólo mi carácter entrometido me empuja a referirme a la manifestación de ayer en Barcelona. La seguí atentamente por televisión, saqué mis conclusiones provisionales y cuando me puse a escribir empezaron los problemas. Unos problemas que no tendrán los que tiran de twitter que, en un plis plas, redactan una nota de urgencia a golpe […]
Sólo mi carácter entrometido me empuja a referirme a la manifestación de ayer en Barcelona. La seguí atentamente por televisión, saqué mis conclusiones provisionales y cuando me puse a escribir empezaron los problemas. Unos problemas que no tendrán los que tiran de twitter que, en un plis plas, redactan una nota de urgencia a golpe de significantes vacíos, que diría Íñigo Errejón. Mis dificultades crecían a la hora de explicarme los por qué de la masividad de la marcha.
No soy capaz de urdir una explicación aproximadamente convincente, al menos para mí mismo. Los que escriban una octavilla sobre el particular no tendrán ese problema. Pero sí entiendo que esa movilización es una novedad de la que alguien con seso deberá sacar conclusiones. Porque se trata de un fenómeno político y sociológico digno de reflexionar a calzón quitado.
El independentismo militante (los hunos) lo tratará como un fenómeno de importación; los del PP y Ciudadanos (los hotros) sacarán sus ideológicas conclusiones arrimando el ascua a sus sardinas particulares. Los hunos y los hotros venderán solamente una parte de la espuma de lo ocurrido ayer en Barcelona. El combate entre ellos sobre lo de ayer será a golpe de consigna. Twitter mediante.
Los hunos afirmarán que los centenares de miles de manifestantes era «gente de fuera»; como máximo unos mayorpocos miles. Me arriesgo a perder conocidos y saludados si afirmo que la inmensísima mayoría era de aquí. Se perfectamente que los trenes de cercanías iban atestados de personas, que los metros de Badalona, Cornellá y Santa Coloma iban repletos. Los hunos también lo saben. Los hotros responderán a golpe de machamartillo. Los hunos dirán que aquello olía a Rajoy, pero obviarán por qué la cosa ha tenido tan elevado número de asistentes. En fin, pelotas fuera.
Que un servidor tenga dificultades para entender mejor la cosa, no impide que intuya que mayoritariamente no era gente de derechas, simplemente es un personal que ha decidido no avergonzarse de sentirse español, sea esto lo que fuere. Personas que, con toda probabilidad, es la primera vez que acuden a una manifestación política, pero que sí lo han hecho en combates de fábrica y vecinales. En resumidas cuentas, esa gente estaba ya antes. Una gente que necesita tener una patria. No son como yo, que lo único que necesito, de vez en cuando, es liarme un cigarrillo de caldogallina. Por prescripción facultativa.
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