En un país con tres millones y medio de parados, de los que un millón y medio carece de prestación por desempleo, en un país en el que el 90% de los contratos laborales firmados este mes de enero han sido temporales y un tercio temporales a tiempo parcial, en un país en el que […]
En un país con tres millones y medio de parados, de los que un millón y medio carece de prestación por desempleo, en un país en el que el 90% de los contratos laborales firmados este mes de enero han sido temporales y un tercio temporales a tiempo parcial, en un país en el que 46% de los contratos temporales que especifican su duración son de siete días o menos, en un país en el que 455.000 personas cobran pensiones no contributivas que a menudo no alcanzan los 400 euros y en el que las pensiones contributivas mínimas rondan los 600 euros, en un país en el que trabajar no es incompatible con ser pobre… cada vez más voces se alzan para reclamar una renta básica «suficiente, incondicional, individual y universal».
Esa es la reivindicación básica, aunque no la única, en torno a la que va a girar la Marcha Básica, que recorrerá los 337 kilómetros que separan León de Madrid entre el 10 y el 24 de marzo, a lo largo de varias etapas, y que concluirá con una manifestación en la capital. Los convocantes exigen que se cumpla la Carta Social Europea, «que marca ciertos parámetros, como que no se puede tener prestaciones por debajo del umbral de la pobreza [establecido aquí en 674 euros mensuales], pero en España las prestaciones no contributivas son la mitad de esa cantidad, las prestaciones sociales son de 435 euros y más de la mitad de las personas que lo necesitan no reciben prestaciones, y el trabajo fijo se cambia por trabajo precario, por lo que surge la pobreza laboral», indica Ramiro Pinto, miembro de la Coordinadora estatal de la Marea Básica contra el Paro y la Precariedad. Y hay que tomar medidas, indican, pues varios informes internacionales establecen que la pobreza acorta la esperanza de vida más que el alcoholismo, la obesidad o la hipertensión.
Para los convocantes de la marcha, integrada ya por más de cincuenta colectivos y organizaciones sociales de base, la renta básica universal no solo es posible, sino que es necesaria, no únicamente para aquellas personas que carecen de todo tipo de ingresos, sino también para permitir que la legión de parados y precarios no se vea obligada a aceptar cualquier empleo en condiciones de explotación crecientes. «Somos 400.000 parados y cuatro trabajando, por lo que estamos bajo presión» para aceptar cualquier tipo de empleo, indica Marta Sánchez, también miembro de la Marea Básica, que añade que no quieren una «renta básica neoliberal; sin derechos sociales, la renta básica no tiene sentido».
Derechos sociales
Por ello, también exigen la derogación de las dos reformas laborales, que han permitido abaratar todavía más el despido y asentar las bases de un ejército de mano de obra desesperada y precaria; rechazan la reforma de las pensiones y reclaman un sistema público de pensiones justas. Y unen esta lucha a la defensa de una vivienda digna y garantizada y de una sanidad y una educación públicas.
Los convocantes no buscan imitar alguna experiencia ya en marcha, ni siquiera la de Finlandia, que ha empezado en 2017 una experiencia piloto limitada de renta básica de 560 euros al mes para 2.000 personas y ha comprobado que esto no desincentiva la búsqueda de empleo. Para Sánchez, sin embargo, la experiencia finlandesa olvida los derechos sociales, «así es que no nos parece un modelo». Lo que sí tienen claro es que la renta básica es «financiable con una reforma fiscal que afecte más a quien más gana y al que ahora evade, porque tendría que declarar».
Según Isabel de la Cal, de la Coordinadora de Desempleados y Precarios, se conseguiría «cambiando la estructura de la tributación fiscal; ahora es más fácil darle a un botón y comprar acciones por las que no tributas nada mientras que el trabajador no tiene acceso a la economía, solo a las sobras». «La renta básica es la única manera de redistribuir la riqueza que tienen unos pocos», añade.
Se trata, dice Ramiro Pinto, no de una cuestión de posibilidad, sino de «una cuestión de voluntad política». Pinto considera que «los partidos políticos llegan tarde, y como ciudadanía los vamos a desbordar». Aunque la marea sí pretende interpelar a partidos e instituciones, en ningún caso eso supondrá «que vayamos a descafeinar las reivindicaciones», dice Sánchez.
La idea de la Marcha Básica nació el pasado verano en el seno de la Marea Básica, un conjunto de colectivos y personas que reclama desde 2015 el establecimiento de una renta básica universal, y que está integrada en las Marchas por la Dignidad que se han desarrollado desde 2012. Para Marta Sánchez, el programa básico de la Marcha Básica es a la vez «tremendamente reformista y absolutamente revolucionario». Se trata de establecer unas «líneas rojas» y que la marcha no sea el final del camino: «La gente no camina 400 kilómetros para llegar a Madrid y que la cosa quede descafeinada», concluye.
Fuente: http://www.elsaltodiario.com/renta-basica/marcha-basica-calienta-motores-marzo-renta-basica