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La memoria de los guerrilleros antifranquistas y sus propios testimonios

Fuentes: Lo que somos

En nuestro país, el tardo-fascismo de cuño europeo decretó lo que debe y no debe ser objeto de recuerdo. Mientras que hace ya décadas la ciudadanía europea puede disponer de algunos lugares para la memoria y reflejar la memoria en algunos lugares, casos de Auschwitz o Mauthausen, los ideólogos de la Transición española, modelo transitivo […]

En nuestro país, el tardo-fascismo de cuño europeo decretó lo que debe y no debe ser objeto de recuerdo. Mientras que hace ya décadas la ciudadanía europea puede disponer de algunos lugares para la memoria y reflejar la memoria en algunos lugares, casos de Auschwitz o Mauthausen, los ideólogos de la Transición española, modelo transitivo del Estado de terror hacia la Monarquía parlamentaria borbónica, diseñaron un universo simbólico de paz y prosperidad para todos los españoles sustentado en la amnesia provocada por el hondo dolor de un pueblo masacrado. La profunda y mortal herida abierta en julio de 1936 la situaron en un pasado extraño a nuestra historia presente y la intentaron restañar a fuerza de ignorarla.

La transición fue la catarsis que aparentemente nos eximía, como pueblo español, de vínculos o responsabilidades con nuestro pasado cercano, que vino a hacerse lejano y ajeno.

Todo estaba y está tan bien orquestado e intervenido, que no hubo ni hay necesidad de ocultar a la ciudadanía quiénes fueron y son los desleales y traidores de la patria, pues los nombres de sus asesinos, torturadores, ladrones y corruptos están escritos todavía en las placas que nombran las calles de nuestros pueblos y ciudades. Son los no lugares de la memoria histórica. Los verdaderos lugares de la memoria tenemos que sacarlos a la luz a fuerza de ahondar y remover el horrendo recuerdo de los que aun sobreviven, para construir con la tierra de la fosa común, no ya un recuerdo digno y perdurable, sino la necesaria identidad que como pueblos de España necesitamos sentir.

La Ley 52/2007 «por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura» en ningún caso contempla la reparación del daño, ni la dignificación de las víctimas. Los sumarios de la época franquista que sentencia de criminales, ladrones, maleantes, parias y escoria social a los guerrilleros antifranquistas siguen vigentes.

Este hecho es un repugnante insulto, pues recordemos que muchos viven todavía y siguen siendo considerados legalmente como indignos españoles. A los guerrilleros, guerrilleras, a sus puntos de apoyo, no se les ha reconocido social, política, cultural, económica e históricamente su aportación a la consecución de las libertades conseguida a fuerza de sangre, dolor, cárcel, muerte, represión y, sobre todo, por la valentía de enfrentar hasta sus últimas consecuencias la defensa de la legalidad republicana rota. Nuestros héroes nacionales, hombres y mujeres de avanzada ancianidad, ven cómo se les pasa la vida mientras se sigue decretando su no existencia.

Es gracias al laborioso y silenciado trabajo de investigadores, al empeño de las asociaciones de la memoria histórica, de los familiares y amigos de las víctimas, a la incesante actividad guerrillera de los guerrilleros, que hoy podemos disponer de datos y conocimientos que están sirviendo para incorporarlos a nuestra memoria haciéndola visible, tras tantos e imperdonables años de invisibilización cómplice.

Porque sabemos que nuestra identidad como pueblo, como pueblos de España, se configura alrededor del recuerdo. Esta es la enseñanza impartida hoy por el movimiento guerrillero español. Porque la memoria no se opone al olvido, puesto que lo contrario del olvido es la conservación de los hechos.

«Sólo muere del todo lo infecundo», nos dijo el guerrillero Severo. De tal calado es la fecundidad de la siembra guerrillera, a pesar de los cercos y cercados privados que delimitan casas y palabras, que hasta las quebradas y los cerros están preñados de semillas insurgentes, cuyo fruto nace exigiendo «la liberación objetiva de la miseria». Y una mañana la paloma, el olor del romero y el laurel, y una mañana el recuerdo

«Y una mañana todo estaba ardiendo,
y una mañana las hogueras
salían de la tierra
devorando seres,
y desde entonces fuego,
pólvora desde entonces,
y desde entonces sangre.

(…)

y por las calles la sangre de los niños
corría simplemente, como sangre de niños.

(…)

Frente a vosotros he visto la sangre
de España levantarse
para ahogaros en una sola ola
de orgullo y de cuchillos!

(…)

Generales
traidores:
mirad mi casa muerta,
mirad España rota:
pero de cada casa muerta sale metal ardiendo
en vez de flores,
pero de cada hueco de España
sale España,
pero de cada niño muerto sale un fusil con ojos,
pero de cada crimen nacen balas
que os hallarán un día el sitio
del corazón.»

Y el lector se preguntará a qué vienen hoy y aquí estas proclamas. Cuál es el sentimiento o la razón que justifica remover las cenizas del pasado. Pues hay que decir bien claro que no nos mueve el rencor, los dolores o la venganza, sino el amor por mis compatriotas que con sus fusiles en los montes y la propaganda en las calles siguen dándonos la voz de alerta

«Venid a ver la sangre por las calles,
venid a ver
la sangre por las calles,
venid a ver la sangre
por las calles!» (1)

Desde el Homenaje a los Guerrilleros, Santa Cruz de Moya, Cuenca.

(1) Versos de «España en el corazón: himno a las glorias del Pueblo en las Guerras.» Pablo Neruda. Fuente, URL http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/05816287588058306454480/index.htm

Manifiesto con motivo del XX Aniversario del día del Guerrillero