El 9 de abril de 1812 fue ahorcado junto con ocho de sus más cercanos colaboradores José Antonio Aponte Ulabarra (1760?-1812), líder del primer movimiento revolucionario que se organizó en el país para pelear por la independencia y la abolición de la esclavitud.
Quien primero se percató de la importancia histórica de la gesta de José Antonio Aponte Ulabarra fue José Martí y Pérez (1853-1895). “Eres más malo que Aponte”, se decía indistintamente en la sociedad colonial donde creció el Apóstol, a niños muy majaderos, a los necios y hasta a los criminales. Los mecanismos de la hegemonía ideológico-cultural colonialista habían actuado con eficiencia en el interés de borrar la imagen de este criollo revolucionario. Sin embargo, la sensibilidad patriótica y la inteligencia de Martí, le llevan a cuestionar el mito racista y maldiciente, buscar la información verídica, revaluar y dignificar el movimiento conspirativo que lideró, todo lo que se deduce de un fragmento conservado en uno de sus cuadernos de anotaciones donde anotó: “¿Qué se sabía del negro conspirador Aponte, muerto en 1812, con ocho de sus compañeros? Vivía en la Calle de Jesús Peregrino…”[1].
Negro criollo de origen lucumí, liberto de tercera generación, carpintero y artista de la talla en madera, capitán de milicias[2], Aponte fue un prestigioso habanero, muy estimado en los barrios de Guadalupe (hoy Cayo Hueso) y Barracones (Colón), donde vivió y forjó una familia, tuvo sus talleres, y se hermano con congos, mandingas, minas, gangas, carabalíes… para romper con el sesgo segregacionista y divisionista de los cabildos de nación, intencionalmente permitidos y alentados por los colonialistas.
Aponte trascendió la barrera del analfabetismo y como autodidacta libró su propia batalla social y cultural en medio de la excluyente y racista sociedad colonial, para convertirse en el primer intelectual orgánico del movimiento popular cubano. Hombre con visión de su tiempo y contemporaneidad, Aponte muy joven participó en los apoyos que desde Cuba se le brindó a la independencia de las Trece colonias británicas –olvidados con deslealtad por los llamados padres fundadores de los Estados Unidos-, y asistió al aprendizaje emancipador de la Revolución de Haití.
A diferencia de la esclavitud que pervivió a la independencia estadounidense, y distanciado de la hostilidad y guerra “contra el blanco” que estuvo presente en el alumbramiento haitiano, Aponte fue quien primero comprendió en América la necesidad política de pensar y batallar por la independencia nacional, en articulación con las resistencias y las luchas por la abolición de la esclavitud, los derechos de los libertos, artesanos y campesinos, de los negros, mulatos y blancos pobres criollos e hispanos, contra la explotación múltiple de la oligarquía criolla, los comerciantes y potentados españoles, la burocracia colonial y la monarquía metropolitana. Organizador y estratega del movimiento revolucionario se propuso la audaz misión de tomar la capital colonial. Sagaz conspirador, artista de la compartimentación, solo la delación y la casualidad posibilitaron su apresamiento.
Con méritos probados y la fuerte impronta de su personalidad y pensamiento, José Antonio Aponte Ulabarra tiene bien ganado su lugar en la Historia. Es esta solidez histórica, la que permitió y abrió al tiempo y a la imaginación la leyenda y la especulación, la que forja la tradición, la memoria, los sentidos y los valores de la nación. Esa realidad es la que debe reflejarse en un monumento, en una tarja, y en cualquier presencia o actividad conmemorativa con la que se le honre y recuerde.
La colocación en julio del 2022 de una tarja en honor a José Antonio Aponte Ulabarra (1760?-1812) en el municipio Centro Habana, sin dudas expresa un loable propósito de rescate patrimonial para el barrio de Cayo Hueso en el actual municipio de Centro Habana, último espacio urbano donde vivió, trabajó, educó y conspiró este precursor de la independencia nacional.
La tarja colocada en el Círculo Infantil Blancas Margaritas, en calle Pocito[3] y Calzada Padre Varela (Belascoaín), posee un texto donde se lee: “En este sitio estuvo la vivienda del prócer José Antonio Aponte líder de la primera sublevación de carácter nacional por la abolición de la esclavitud y la independencia en 1812. Decapitado el 9 de abril de ese año por la colonia española, aquí se expuso su cabeza” El pueblo de La Habana a su memoria, en el 2010 aniversario del suceso, 26 de julio de 2022”
Al texto se le deben hacer las siguientes objeciones:
I
Se afirma que en donde se encuentra el círculo Infantil “estuvo la vivienda del prócer José Antonio Aponte”. Conocemos primero por la tradición y el testimonio del Héroe Nacional José Martí Pérez (1853-1895), y luego por las documentadas investigaciones del historiador José Luciano Franco Ferrán en el Archivo Nacional de la República y en el terreno, que la casa de Aponte estaba más al Norte de donde se afirma, en la calle siguiente de Jesús Peregrino.
Según Franco Ferrán (1891-1989) la casa. Taller estaba a unos 50 metros de la actual Calzada de Padre Varela (Belascoaín), con el nombre de Calzada de la Beneficencia a principios del siglo XIX[4]
En los documentos del legajo de la causa contra Aponte, en las minuciosas investigaciones historiográficas realizadas en los últimos años, no existe evidencia alguna que confirme que la casa estuvo en la esquina de Pocito y Padre Varela tal como se lee en la tarja.
La ubicación más reciente publicada por un colectivo de investigación nucleado por el Centro de Estudios de América Latina y el Caribe de la Universidad de Nueva York (mayo, 2015), sitúa la casa-taller también en Jesús Peregrino, si algo más distante de la Calzada[5].
Los historiadores no solo bebemos de las fuentes documentales. En nuestra caja de herramientas también está el estudio y análisis de la tradición oral. Y si de Aponte y Jesús Peregrino se trata es unánime la memoria histórica colectiva referente a que la calle Jesús Peregrino se llama precisamente así por el retablo de Jesús que Aponte talló y colocó en el dintel de la puerta de su casa-taller[6].
II
La información documental de la época precisa que la cabeza de Aponte colocada dentro de una jaula de hierro se fijó y expuso en el cruce de la Calzada de Beneficencia y la hoy Avenida Simón Bolívar (Reina), para el momento Camino de San Antonio el Chiquito[7] o Calzada de San Luis Gonzaga, por la ermita que precisamente estaba al finalizar este terraplén-calzada[8].
Resulta poco probable que la macabra operación de terror político planificada por el mando colonialista, colgara su trofeo de muerte frente a la casa-taller de Aponte en Jesús Peregrino, y que tampoco lo hicieran en el lugar que afirma la tarja. Si unos 50-100 metros más al sureste, en el entrecruce público de las calzadas, en la inmediación de la ermita. El “Bando del Capitán General de la Isla D. Salvador José de Muro y Salazar”, de fecha 7 de abril de 1812, confirma nuestra afirmación: “las cabezas de Aponte, Lisundia, Chacón y Barbier, serán colocadas en los sitios más públicos y convenientes para escarmiento de sus semejantes”[9].
A la ausencia de evidencias historiográficas sobre las afirmaciones que se realizan en la tarja, en relación a las ubicaciones de la casa-taller de Aponte, y de la jaula con su cabeza, suman otras objeciones:
III
Se hace referencia en el texto de la tarja a “la primera sublevación de carácter nacional por la abolición de la esclavitud y la independencia en 1812”. La afirmación mueve a cuatro precisiones:
Precisión Primera: El énfasis en “la sublevación” como hecho histórico, sobredimensiona lo ocurrido el 15 de marzo de 1812 en el valle del Partido de Guanabo (hoy provincia de Mayabeque). Se trata de una lectura que olvida lo fundamental para ir en detrimento de la propia magnitud histórica del movimiento revolucionario organizado por José Antonio Aponte.
Cierto que lo ocurrido en Guanabo fue una sublevación de libertos y esclavos en mérito de rebeldía, en justicia de recordación y conmemoración. Cierto también que fue una sublevación planificada para movilizar y distraer a las fuerzas colonialistas acantonadas en la capital, mientras se preparaba el golpe militar principal contra la Capitanía General de la Isla y La Habana oligárquica de intramuros.
En la propia madrugada del 15 de marzo en la capital, el joven Francisco Javier Pacheco, uno de los conspiradores, clavó una proclama dictada por Aponte en la puerta del Palacio de los Capitanes Generales ubicada en la calle O´Reilly. Hay historiadores que se resisten a considerar el propósito independentista del movimiento. La osada acción y el texto de la proclama no dejan lugar a dudas:
“Fidelísimos habaneros y compatriotas –proclamó Aponte- llegó el tiempo de nuestra infeliz o feliz ventura… os encargo que al sonido de una caja y trompeta os encuentre listos y sin temor para acabar este imperio de esta tiranía y así podremos vencer la soberbia de estos enemigos, y así os encargo no tener temor que yo os ofrezco que con vuestra ayuda podré lograr la felicidad. Invocar a todos, en primer lugar a María Santísima, que es el estandarte de nuestro remedio, y rogar a dios por vuestro caudillo, que él de su parte lo hará por vosotros” (En: Archivo Nacional. Fondo Asuntos Políticos. Legajo 12. Número 14, B 35).
En La Habana, Aponte preparó la insurrección con la toma de cuarteles por milicianos comprometidos con el movimiento y el reparto de armas a “habaneros y compatriotas”: esclavos, libertos, blancos pobres, artesanos, y pequeños comerciantes. Toda la operación se organizó durante meses, conllevó además del trabajo de inteligencia y organización, el reclutamiento de los insurrecto y la preparación histórico política de sus liderazgos, la que realizaba Aponte personalmente a través de círculos de estudio, con la utilización de un libro que confeccionó para tal fin. Con imágenes el libro relataba la historia civilizatoria africana, la gesta independentista de las Trece Colonias –en la que muy joven había participado junto con su abuelo y padre- y las luchas de los héroes de la independencia haitiana…
La labor conspirativa de Aponte fue más amplia, pero en el interés de mover argumentos principales, los que referimos son suficientes para afirmar que la definición de “sublevación” es de error, reduce y obvia lo que realmente ocurrió en la historia. El concepto que en el orden histórico caracteriza el hecho histórico es el de movimiento, y dadas las evidencias históricas se trató de un movimiento revolucionario insurreccional.
Precisión Segunda: En la tarja se afirma el “carácter nacional” de la sublevación. No resulta certera esta afirmación: No existía aún conciencia de nación en nuestro archipiélago. La historiografía cubana es unánime en considerar que la nación se constituye medio siglo después, como resultado tangible de las guerras de independencia. Aponte fue el precursor. El primero, en un proceso histórico en el que sus protagonistas más preclaros sentarían las bases ideológicas y culturales para que la generación del Padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo (1819-1874) y la Madre de la Patria Mariana Grajales Cuello (1815-1893), sus hijos e hijas, fundaran la nación en armas a partir del 10 de octubre de 1868, y le dieran su corpus legal con la Constitución de Guáimaro el 10 de abril de 1869
Precisión Tercera: Los precursores son precisamente los que se percatan, elaboran y pelean los proyectos primigenios de identidad y socialidad cultural y política, y de manera explícita o implícita portan los proyectos de nación. Los precursores generalmente se asumen en su misión histórica, son educadores sociales, ejercen liderazgos con fuertes componentes pedagógicos. El estudio histórico cualitativo –marxista- de José Antonio Aponte permite sustentar que personalizó tales atributos. Las mismas evidencias y herramientas disponibles, nos confirman que la mayoría de sus seguidores y lugartenientes aún no habían alcanzado el desarrollo del líder. No se puede generalizar el desarrollo ideológico cultural y político del líder.
Precisión Cuarta: No está confirmada la coordinación y/o relación de lo que ocurrió en La Habana, con los acontecimientos que por entonces se produjeron en otras regiones del país. La sublevación del 15 de enero de 1812 en Camagüey, y en febrero en los territorios de Bayamo-Holguín, para eclosionar en el occidente el citado 15 marzo del propio 1812, son hechos históricos que prueban la existencia de un clima de rebeldías y sublevaciones entre los esclavos, con un hacer organizativo que comienza a alejarse de la espontaneidad que predominaba en las sublevaciones de esclavos que le antecedieron. Pero no hay una sola evidencia que permita establecer la existencia de una red o de coordinaciones con o de Aponte. La afirmación que se hace en la tarja a menos que se pruebe lo contrario es un error.
Definida la verdad histórica y sus límites también históricos, la especulación en ciencia resulta válida. Nos abre el horizonte a otras perspectivas posibles, nos compulsa nuevas búsquedas. Y si de enseñanza de la Historia se trata lo propiamente especulativo se constituye en un espacio histórico pedagógico para incentivar algo tan precioso como la imaginación de nuestros niños, niñas y jóvenes. Entonces la palabra exacta, sin dudas correcta es: probable (o sus sinónimos). En mis textos y clases afirmo:
Probablemente la red conspirativa de Aponte sobrepasara las “fronteras habaneras”, para llegar a reclutar y/o coordinar acciones con los conspiradores en las dotaciones de Puerto Príncipe (Camagüey), Bayamo y Holguín, extendiéndose presumiblemente hacia otros puntos como Remedios, Jiguaní y Baracoa…
IV
El texto de la tarja no precisa con exactitud la causa de la muerte de Aponte. Error, no fue decapitado. Él y sus más cercanos compañeros fueron ahorcados en acto público, y después de muertos se les cortó la cabeza, para exhibirla como trofeo de terror. Recordemos que nuestros héroes de abril del 1812, a pesar de ser su derecho no fueron llevados a tribunal. Los querían muertos y bien rápido, sin dar oportunidad al impacto político de un juicio.
V
El texto de la tarja afirma que Aponte fue “decapitado” el 9 de abril de ese año por la colonia española”. Y la mención a “colonia española” reitera las imprecisiones que objetamos.
El uso de una categoría está inscripto en un marco teórico (e ideológico) y en un espacio y tiempo historiográficos. El término “colonia” se ha empleado para nombrar a la ocupación europea de América, y ya aparece en la documentación española del siglo XVI. Esta definición se ajustaba al término romano original que alude a un grupo asentado fuera de su lugar de origen. Ya en la época de Aponte el término colonia empieza también a ser entendido como aquel territorio que tiene negada la posibilidad de autogobernarse, por un poder o metrópoli que le es extraterritorial[10]. Ninguna de estas definiciones da claridad al texto de la tarja. La “colonia española” no asesinó a Aponte y sus compañeros, si el poder colonial, el colonialismo hispano, en alianza de dominación con la oligarquía criolla, racista, esclavista y eminentemente anti abolicionista.
Recordemos que “ilustres” oligarcas criollos como Francisco de Arango y Parreño (1765-1837) en su condición de oidor honorario de la Real Audiencia del Consejo de Indias, apoyaron la ejecución de urgencia sin el juicio que correspondía, en la sesión del ayuntamiento de La Habana de fecha 23 de marzo de 1812[11].
VI
El lenguaje posee una ética normativa en clave de respeto. De hacer una tarja, de mencionar en un texto o discurso por primera vez a una persona, se le debe nombrar con su nombre completo, en este caso: José Antonio Aponte Ulabarra.
VII
La tarja en Pocito y Padre Varela motivó la realización de actos y conmemoraciones en el lugar. Recomendamos regresar al espacio amplio y abierto de Parque Carlos Marx.
Cuando para abril del 2012 fuimos a conmemorar el Bicentenario del movimiento revolucionario liderado por José Antonio Aponte Ulabarra no fue casual que el acto conmemorativo lo hiciéramos en el Parque Carlos Marx (paralela sur de la Avenida Salvador Allende esquina Padre Varela). Esa toma de decisión se realizó a partir de un estudio historiográfico, con el concurso de especialistas de patrimonio, en consulta con autoridades de la tradición cultural y religiosa del barrio, en respeto de los criterios de las autoridades del Templo Nacional Masónico…
Desde el espacio del Parque Carlos Marx, que por demás consagra la memoria del más tenaz crítico de la esclavitud moderna –el primero que fundamentó la deuda que tiene la Europa imperialista con los pueblos africanos-, no hay error sobre dónde vivió o se fijó la cabeza de Aponte. Hay certeza en que esa prueba de la criminalidad colonialista ocurrió en el entorno que se abre en horizonte vista al Norte. Desde el Parque tenemos el privilegio de disfrutar el espacio urbano y humano del barrio y la ciudad de José Antonio Aponte Ulabarra.
El Parque es mirador y entrecruce de la cubanidad que transita, resiste, lucha y sueña, de ese ciudadano rebelde y alegre de sentir habanero, del color cubano, de sus mujeres preciosas, de niños, niñas y jóvenes que crecen entre el trueno rítmico de los tambores y el silencio del templo jesuita, en la fraternidad masónica y la tangana del joven comunista Julio Antonio Mella, recién salido de la sala del tribunal que en los años veinte le era aledaña…
VIII
Consideramos de error las afirmaciones realizadas en la tarja. En abril del pasado año 2023 solicitamos respetuosamente conocer la fundamentación e investigación histórica que condujo a las afirmaciones que se realizan en el texto de la tarja. Hasta el momento no tenemos respuesta. Y asumimos la respuesta del silencio como una confirmación.
Bien sabemos que los buenos propósitos no son suficientes. No hay seres ni equipos infalibles. El error nos acompaña por los mil vericuetos de la subjetividad, el no saber o el creerse en sobre saber. Un texto puede siempre hacerse mejor. Hay que colocar a crítica y apertura lo que hacemos: Desde una coma en falta o mal empleada hasta un error histórico y/o conceptual, reiteramos. Y claro, nos equivocaremos menos en la medida que más consultemos, que más colectivamente trabajemos.
Menos nos equivocaremos si utilizamos la consulta experta. La Historia, la disciplina honorífica, el precioso oficio del cientista patrimonial, tienen entre sus misiones prospectivas la de fertilizar las políticas partidistas, culturales y educacionales. No se puede obviar ciencia y saber.
La tarja que honra la memoria histórica del líder independentista José Antonio Aponte Ulabarra en calle Pocito y Calzada Padre Varela (Belascoaín), al ser portadora de un texto con errores e imprecisiones históricas desdice de la buena intención, y se convierte en su contrario. Una tarja como referente cultural y patriótico debe fijar, cuidar y fortalecer la historia y la memoria, jamás confundir, desorientar e irrespetar. Si hacemos del lugar un sitio de actos, de ofrendas florales y discursos conmemorativos el asunto empeora. Si además mal colocamos el error en medio de un centro escolar, ya el hecho resulta un atentado a la educación y formación de lo más preciado que tiene un pueblo: sus niños, niñas, maestros y maestras.
Notas:
[1] José Martí Pérez: Obras Completas, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, Tomo 22, p 247.
[2] En el Archivo General de Indias, en Sevilla, Childs encontró evidencias de que Aponte se desempeñaba en 1800 como capitán de la segunda compañía del Batallón de Pardos y Morenos: Matt D Childs: La rebelión de Aponte de 1812 en Cuba y la lucha contra la esclavitud atlántica. La Habana, Editorial Oriente, 2011, p 135 y 151
[3] En La Habana hay varias calles y un barrio con igual nombre, se cuenta que ello se debe a las fuentes de agua de las que se servían la población y las haciendas en sus primeros poblamientos.
[4] En 1782, cuando se abrió por primera vez al tránsito como calle del Cocal. Al tener prácticamente en su punto de partida la Casa de Beneficencia tomó ese nombre popularmente. El nombre de calle Belascoaín lo recibió en 1843, en honor de Don Diego de León, Conde de Belascoaín y amigo personal del entonces Capitán General, Leopoldo O’Donnell y Jorís (1809 -1867).
[5] Ver: Digital Aponte. Center for Latin American and Caribbean Studies
New York University: The Digital Aponte Project. Disponible en: https://aponte. hosting.nyu.edu/
[6] María del Carmen Barcia: “Paradojas de una revolución: repercusión en Cuba de la insurrección haitiana”, Catauro, Revista Cubana de Antropología, a. 5, n. 9, enero-junio de 2004, p. 96.
[7] Así llamado por un ingenio que estaba en las afueras. Nacía la calzada en la calle Muralla, atravesaba el Campo de Marte , pasaba la estancia o Campo de Carmona, cruzaba Belascoaín), para continuar el camino de salida de la ciudad. En su continuidad a partir de 1836 es que el capital General Miguel Tacón y Rosique, (1777-1855) construiría el paseo que llevó su nombre, Comenzaba con una estatua de Carlos III por lo que el popularmente fue conocida como calle Carlos III, hoy Avenida Salvador Allende.
[8] La ermita de San Luis Gonzaga se erigió en 1751 y se destruyó en 1835. En los planos del siglo XVIII, incluía la estancia o Campo de Carmona que abarcaba gran extensión y que estaba situada entre las alturas de las hoy calles de Gervasio y Estrella y el cruce de Belascoaín.
[9] “Bando del Capitán General de la Isla D. Salvador José de Muro y Salazar”, fecha Habana 7 de abril de 1812”. En: José Luciano Franco Ferrán: Las conspiraciones de 1810 y 1812, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1977, p 219.
[10] J. Carrera (2017). Un recorrido por el concepto (de) colonial. En: E. Reitano (Coord.): Desnudar la mirada eurocéntrica: Categorías en tensión en la historia americana. La Plata: EDULP. (Libros de Cátedra. Sociales). En Memoria Académica. Disponible en: https://www.memoria.fahce. unlp.edu.ar/libros/pm. 4833/pm.4833.pdf
xi Ernesto Limia Díaz: José Antonio Aponte: relectura de su epopeya. En: Cubadebate, 26 abril 2012. Disponible en: http://www.cubadebate.cu/ especiales/2012/04/26/jose-antonio-aponte-relectura -de-su-epopeya/).
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