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La monarquía del 18 de julio

Fuentes: Rebelión

«La revolución // No puede comenzar su propia tarea antes de despojarse de toda veneración supersticiosa por el pasado // debe dejar que los muertos entierren a sus muertos, para cobrar conciencia de su propio contenido.» El 18 brumario de Luis Bonaparte. Karl Marx.   El 18 de julio es el aniversario del golpe militar […]

«La revolución // No puede comenzar su propia tarea antes de despojarse de toda veneración supersticiosa por el pasado // debe dejar que los muertos entierren a sus muertos, para cobrar conciencia de su propio contenido.»

El 18 brumario de Luis Bonaparte. Karl Marx.

 

El 18 de julio es el aniversario del golpe militar que la derecha nacional-católica y los militares monárquico-franquistas denominan «El Glorioso Alzamiento Nacional».

El adjetivar de monárquicos a los militares franquistas, que exaltan con entusiasmo la rebelión contra el legítimo gobierno de la República, no es baladí, pues Juan de Borbón, como también su padre Alfonso de Borbón, apoyaron desde el primer momento el golpe, parcialmente fallido, que derivó en la Guerra Civil, preludio de la Segunda Guerra Mundial.

Alfonso de Borbón, un rey fugado al exilio en Francia, acabó sus últimos años en la Italia fascista de Mussolini. Fue anteriormente padrino de boda de Franco, distinguiendo de este modo a un sanguinario militar africanista en un país que ya no era monárquico. Los preparativos bélicos contra el pueblo trabajador, que dio la victoria en la urnas al Frente Popular, comenzaron a gestarse en el exilio mussoliniano del infame rey Alfonso.

La reciente orden del Gobierno de España, presidido por el socialista Pedro Sánchez, por la que se inicia el procedimiento de exhumación del dictador, ha actuado como un líquido revelador, haciendo aparecer nítidamente sobre el papel fotográfico de la historia lo que la brumosa Transición ocultó; a saber, la esencia franquista de la monarquía española, instaurada por el dictador.

Veamos.

  1. Un numeroso grupo de generales y almirantes -monárquicos, rabiosamente reaccionarios- que ocupaban hasta hace bien poco los más altos puestos de mando en las Fuerzas Armadas, secundados por más de un millar de oficiales, ha regurgitado el nauseabundo espectro franquista de ¡viva la muerte! en forma de manifiesto contra una decisión del Gobierno legítimo. Dicho exabrupto, de haber sido realizado por un grupo de oficiales de cualquier país de nuestro entorno democrático -ya sea en la reserva, ya sea retirados- hubiese dado lugar a la apertura de un procedimiento penal. Sin embargo, en el Reino de España, no ha dado lugar a ninguna sanción por parte de ningún autoridad del Estado, ya fuese esta civil o militar.

  1. Frente a dicho manifiesto franquista contrasta la ejemplar actitud democrática de Marco Antonio Santos Soto, cabo del Ejército, por su posicionamiento republicano. Lo que ha dado lugar a su escandalosa persecución por parte de las autoridades militares, sometiéndolo a sanciones y, finalmente, abriéndole un expediente por falta muy grave que puede causar su expulsión del Ejército.

  1. Por si fuera poco, el Tribunal Supremo ha paralizado la orden del Gobierno de proceder a la exhumación del dictador, atribuyendo al general golpista la condición de jefe del Estado desde el 1 de octubre de 1936, cuando en realidad, por aquellas fechas, lo era el presidente de la República Don Manuel Azaña. Lo que no es más que un presunto intento de blanqueo y legalización del golpe militar franquista y de su dictadura, matriz del régimen monárquico instaurado por Franco en la persona de Juan Carlos de Borbón.

  1. Por otro lado, un elevado número republicanos catalanes se encuentra desde hace más de un año en prisión preventiva acusados injustamente del delito de rebelión. Muchos de ellos son relevantes cargos electos de la Generalitat de Catalunya, del Congreso de los Diputados y del Parlamento Europeo, lo que pone en evidencia la crisis irreversible del régimen de la monarquía, cuya superación no puede ser otra que la proclamación de la República y la apertura de un proceso constituyente en libertad.

Frente a todo este desaguisado, es preciso recodar que la llamada Transición fue en realidad un pacto a espaldas del pueblo español, con menoscabo de las naciones sin Estado, bajo la irresistible presión del ejército franquista del 18 de julio, capitalizado por la casta borbónica y sus aliados. Una farsa de la que no fueron ajenos algunos de los fundadores de la desaparecida Unión Militar Democrática (UMD), devenidos en intolerantes defensores de la monarquía y del famoso artículo 155 -contenido esencial, junto a otros artículos, del dictado constitucional- tras haber ocupado suculentos puestos en la Administración.

Por el contrario, otros compañeros siguen manteniendo una actitud escrupulosamente democrática, como puede constatarse en Capitanes rebeldes, imprescindible obra del teniente coronel de Infantería Fernando Reinlein. También corroborado en su artículo Carta del nuevo presidente del FMD, en el que no desmiente que hubiera en la UMD militares republicanos, ni tampoco monárquicos, pues no se puede ser una cosa y la contraria al mismo tiempo.

Por todo ello es necesario que las fuerzas democráticas de la mayoría de izquierdas que han de posibilitar la investidura del presidente en funciones, el socialista Pedro Sánchez, aparquen sus diferencias, se coaliguen e inicien una senda de colaboración, despejando el camino hacia un futuro republicano de concordia y justicia social.

Sin la proclamación de la República, y el desarrollo de un proceso constituyente, no se darán jamás las condiciones necesarias para lograr una autentica democracia que revierta las leyes reaccionarias que atenazan y oprimen al pueblo trabajador.

La República no solo es necesaria para hacer efectivo el anhelo de Verdad, Justicia y Reparación que reclaman infructuosamente las víctimas del franquismo, sino, sobre todo, porque nos abre el porvenir.

Del diálogo con el pueblo de Catalunya ha de nacer la esperanza de una República, libre y magnífica, que habrá de librarnos de las ataduras del pasado, cerrando de una vez por todas el paso al fascismo y a la tragedia de una nueva guerra. Este es, sin duda, el mayor deber que los militares demócratas debemos asumir: nuestro compromiso consciente por la causa de la Libertad contra el franquismo por la República.

Contribuyamos, pues, con nuestro modesto esfuerzo, al nacimiento de una República federal en una Europa federal, en el que la justicia social sea pilar esencial de su fundamento, creando de este modo las condiciones necesarias para una paz duradera entre sus pueblos.

Por todo ello, compañeras y compañeros, digo alto y claro:

¡Abajo la Monarquía! ¡Viva la República! ¡Libertad de los presos republicanos catalanes!

Manuel Ruiz Robles. Capitán de Navío, miembro del Colectivo Anemoi.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.