Ha sido un lugar común en los diferentes espacios de la izquierda el considerar la movilización como su principal vía de lucha y de acción para defender y conquistar nuevas posiciones. Desde el sindicalismo hasta los partidos (desde IU -EUiA- hasta la CUP) el mantra de la «movilización» para construir poder popular y marcar la […]
Ha sido un lugar común en los diferentes espacios de la izquierda el considerar la movilización como su principal vía de lucha y de acción para defender y conquistar nuevas posiciones.
Desde el sindicalismo hasta los partidos (desde IU -EUiA- hasta la CUP) el mantra de la «movilización» para construir poder popular y marcar la línea correcta. Concretamente a nivel de partidos, podían existir momentos en que la negociación en las estructuras estatales se veía acompañada de proclamas a la movilización para intentar presionar levemente hasta llegar a un acuerdo un poco «más social» o para pulir una arista demasiado lesiva para los intereses de las mayorías sociales. Durante el tripartito en Cataluña pudimos ver varios ejemplos de esto por parte de ICV-EUiA.
No descubro nada en este sentido. Lo que me ha parecido verdaderamente asombroso ha sido la desaparición de cualquier atisbo de esfuerzo movilizador en un escenario que a priori y según el sentido común de cualquier militante y simpatizante de estos espacios (CUP y ICV-EUiA) debería ser el indicado para impulsar una gran movilización popular.
Este espacio de la izquierda en Cataluña no fue capaz de plantear no ya en los medios -imposible dado que están todos en manos de sus adversarios- sino a nivel de calle un movimiento que pusiera en cuestión el relato de CDC respecto al proceso. Todo se mantuvo a nivel de reuniones privadas y de asambleas -en el caso de la CUP- donde cada sector cocinaba y movía los hilos a nivel interno para que sus tesis salieran victoriosas. La CUP había demostrado una gran capacidad para movilizar su espacio durante años, pero en ese período tan clave para la lucha nacional y social de Cataluña todo quedó reducido al terreno de juego marcado por CDC y sus aliados. Las movilizaciones masivas, pacíficas y no tan pacificas a las que nos tenía acostumbrada la CUP a lo largo de tantos años quedaron sino eliminadas, si reducidas al mínimo histórico. ¿Ha existido en los últimos años un momento tan clave en donde la movilización popular debería haber tenido un papel mucho más significativo? El papel del espacio ICV-EUiA y Podemos, de Catalunya Sí que és Pot fue lamentable, directamente no se atrevió a jugar ningún papel más allá del NO en el Parlament.
Ahora se repite algo parecido a nivel estatal. Alberto Garzón en Izquierda Unida había sido uno de los dirigentes más prolíficos en repetir hasta la saciedad que la movilización era la clave de todo. Pues bien, ahora sería un buen momento para animar a ese millón de votantes y a tantos otros que quieren un gobierno progresista a que salieran a las calles y plazas, centros de estudio y de trabajo para llevar el debate de la necesidad de un gobierno de progreso para paliar la situación dramática de tantos millones de personas. Colocar por lo menos en las calles algunos puntos imprescindibles para posibles pactos y apoyos, compartiendo estas demandas con el mayor número de personas de las clases trabajadoras y populares.
Por ahora nada de nada. Pareciera que el mantra de la movilización se utilizaba como patente de buena conducta en la izquierda ante una política errática o excesivos movimientos pragmáticos. Esperemos que no solo fuera eso.
David Moreno es doctorando de historia contemporánea por la Universidad de Barcelona.
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