Se le vio caminar solo con Ella, sin miedo a su guadaña. Labrad, amigos, de piedra y sueño en el Alhambra, un túmulo al librero, sobre una fuente donde llore el agua, y eternamente diga: el crimen fue en Granada, ¡en su Granada! (De Antonio Machado a Lorca, retocado) El país está […]
Se le vio caminar solo con Ella,
sin miedo a su guadaña.
Labrad, amigos,
de piedra y sueño en el Alhambra,
un túmulo al librero,
sobre una fuente donde llore el agua,
y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!
(De Antonio Machado a Lorca, retocado)
El país está consternado porque un librero de un modesto barrio ha sido suicidado. El crimen ha sido en Granada, en la Granada que le vio nacer: su Granada.
Los vecinos del barrio de La Chana se han volcado con el librero Domingo, muy querido en el barrio, y el entierro ha sido multitudinario. Después ha habido concentraciones ante la Subdelegación del Gobierno y en las puertas de la entidad financiera que ha efectuado el «lanzamiento», la antigua Caja Rural hoy Cajamar.
En otras ciudades también han tenido lugar actos de solidaridad e indignación. En Málaga, por ejemplo, el viernes 26 un grupo de unas 70 personas se dirigía al Teatro Cervantes donde iba a actuar Plácido Domingo, lugar al que también había acudido toda la burguesía malagueña, los banqueros y las autoridades junto a los aficionados que pudieron permitírselo, y logró detener el acto una media hora en medio de gritos de justa indignación. Algunos de los asistentes apoyaban.
El poder está atemorizado y eso es bueno. La Junta clamaba contra la ley hipotecaria (que el PSOE en sus muchos años de gobierno bien podría haber reformado), IU, a través de su Consejero de Turismo que gobierna con el PSOE, se pronunciaba en Granada en el mismo sentido y el Gobierno prometía si hiciese falta hasta revisar la legislación ya aprobada. Mucho cinismo y todos llegando muy tarde, incluido el Poder Judicial entretenido en su cúpula con el anterior Presidente dilucidando si los viajes a Marbella, a cuenta del dinero de todos, eran galgos o podencos. Mientras tanto 400.000 hipotecas han dado lugar a desahucios en los últimos cuatro años. Solo en Granada se registran 180 desahucios mensuales y seis diarios. Se sabe, que una tercera parte de los suicidios, que aumentan en el país, tienen que ver con la situación de deudas de la gente engañada.
Insólito ha sido que la entidad bancaria responsable, la Caja Rural-Cajamar, haya tenido que justificarse públicamente, solo para tratar de mitigar la tormenta que le viene encima, porque es obvio que el suicidio provocado y la ejecución del desalojo tuvieron lugar casi al mismo tiempo: el jueves 25 entre las ocho y las diez de la mañana. La policía científica llegaba casi al mismo tiempo que la comisión judicial y otros policías para efectuar el «lanzamiento», y al encontrarse no tuvieron que decirse ni una palabra, se miraron simplemente y coincidieron en las causas del suicidio. Ante este panorama, ¿para qué traer a colación el derecho constitucional, humano y de sentido común a una vivienda digna si, no nos engañemos, es solo papel mojado? Reclamar la dación en pago a estas alturas es pedir una limosna que no se debe consentir, hay que luchar por una vivienda digna universal.
Pues a nadie se le olvida que el 17 de diciembre de 2010 fue el día que el tunecino Mohamed Bouazizi se quemó a lo bonzo en la ciudad de Sidi Bouzid para protestar por la acción de la policía que le confiscó su puesto callejero de venta de frutas, y que al hacerlo lo condenada al paro y a la miseria. Ese acto fue la gota que colmó el vaso de la indignación y de resultas tuvo lugar la denominada la Revolución de los Jazmines de consecuencias ya por todos conocidas.
El poder sabe, porque siempre está a la espera de que los explotados se levanten como así ha sido a lo largo de la historia, que no se puede fiar de la aparente calma que los seis millones de parados muestran y la de los otros cuarenta y tantos millones restantes, también damnificados por las políticas financieras y del gran capital con la colaboración necesaria de muchos políticos y de la mayoría de los partidos.
Las agitaciones sociales como los naturales suelen proceder por saltos. El gradualismo no es la norma aunque exista. No me refiero de la actitud pendular de la que tanto se habla sino a la lógica de los sistemas. Esta manera de comportarse tiene dos momentos: uno en la que las fuerzas que tienden a restablecer el orden después de una perturbación se imponen (es lo que se llama homeostasis) y se restablece el equilibrio mal que bien; el otro es aquel en que las perturbaciones son tan grandes y continuadas que se produce un punto de ruptura del sistema, irreversible, que impone una solución muy distinta a la anterior, que puede ser para mejor o para peor dependiendo de las fuerzas en litigio. Estamos en ese punto y en cualquier momento puede saltar esa «gota que colma el vaso», esa propiedad o situación emergente que rompe con el marco anterior. Por eso el miedo del poder. Tampoco ellos saben hacia que lado se inclinará la nueva situación. Hay incertidumbre.
El crimen de Granada marca un punto de ruptura en el caso de las hipotecas. Si no hay un cambio profundo de la situación de la gente y se sigue ahondando en la injusticia intolerable de «rescatar» a los bancos terroristas, como los califican Juan Torres y Vicenç Navarro en último libro, en lugar de a los hipotecados estaremos pronto ante un punto de bifurcación revolucionario. Por eso el poder percibe este momento y por ello ha mostrado la prisa correspondiente. Y no caben más engaños, también aquí hemos llegado a un punto de ruptura.
Cuando nos cuentan los últimos días del librero Domingo que mostraba tranquilidad e incluso alegría, y al saber que llevaba tiempo desahuciado pero sin orden de ejecución, se puede inducir que tenía el firme propósito de no dejar nunca la casa familiar en la que habitaba y de la que vivía. Estaba, hacía tiempo, dispuesto a morir antes que abandonar su casa y su barrio de toda la vida. Lo que el capital financiero no podrá nunca entender es lo importante que es para la gente no solo tener una vivienda digna si no permanecer en los lugares en los que ha vivido siempre, donde han forjado las amistades y los recuerdos que les ayudan a vivir. Por eso la emigración forzada es tan dramática.
Domingo, el librero, puede ser para España lo que Mohamed Bouazizi, el frutero, fue para Túnez: otra Revolución de los Jazmines. Cultura y Natura juntas. Falta hace.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.