18 de Julio de 1936: la sublevación militar ya no es una simple amenaza. Cádiz, Granada, Córdoba y Sevilla se suman de inmediato al movimiento, Huelva se uniría poco después. Almería, Málaga y Jaén continúan fieles a la legalidad. Luis Dorado Luque, diputado electo por Málaga se encontraba en Madrid esos días. De regreso a […]
18 de Julio de 1936: la sublevación militar ya no es una simple amenaza. Cádiz, Granada, Córdoba y Sevilla se suman de inmediato al movimiento, Huelva se uniría poco después. Almería, Málaga y Jaén continúan fieles a la legalidad. Luis Dorado Luque, diputado electo por Málaga se encontraba en Madrid esos días. De regreso a su ciudad es detenido junto a otros tres diputados y un periodista llamado García Hidalgo en la estación cordobesa de Alcolea por fuerzas militares al mando del coronel Cascajo, responsable de la sublevación en Córdoba. Fue testigo de este hecho el cónsul británico en Málaga que viajaba en el mismo tren. Días después, la familia recibe una caja de zapatos sin remitente con sus pertenencias personales. Se sabe que estuvo detenido al menos hasta el día 28 de julio, fecha de la que se conserva una firma suya estampada en el acta de defunción de un periodista. Queipo de Llano desde su emisora de Sevilla también dio noticias de aquella detención.
El día 30 de Agosto de 1936 encuentran en un lugar sin determinar el cadáver de un varón de unos 50 años que tras la autopsia es declarado muerto por arma de fuego y enterrado. Toda la documentación que porta el difunto corresponde a Luis Dorado Luque pero los responsables de dar fe de su fallecimiento deciden declarar que se trata de un «desconocido» que porta la documentación de un tal «Luis Dorado Luque», sin dar más explicaciones.
En 1993, tras doce años de gestiones, la familia consigue que se le reconozca como fallecido, y al haber tantos indicios de ilegalidad inicia tramites legales para que el Estado actual se responsabilice de aquella muerte.
Comunicado de la familia de Luis Dorado Luque, diputado por Málaga en las elecciones del 1936.
Hombre irreprochable, que de niño fue aprendiz, en Antequera, del oficio de su padre, barbero-cirujano, que con esfuerzo, en los círculos socialistas, estudió hasta ingresar en la Universidad de Medicina de Granada. Anteriormente en la guerra de Melilla estuvo destinado en el cuerpo de sanitarios donde adquirió los conocimientos y prácticas para su posterior titulación como practicante. Desarrolló su trabajo en el dispensario del Carmen (Perchel) y de ayudante del eminente malagueño Doctor Almansa. Vivía en su barrio de la Victoria con su familia, donde estaba la barbería de su padre, junto a la Iglesia de San Lázaro, en su casa nº 10 del Compás de la Victoria. Allí tenía consulta para personas humildes y trabajadoras. Su conciencia socialista y republicana fue reconocida por las agrupaciones socialistas y de la UGT malagueñas y lo auparon a cargos de alta responsabilidad. En las elecciones de Febrero de 1936 fue incluido en las listas del Frente Popular y los ciudadanos de Málaga lo eligieron diputado al Congreso. Servir a su conciencia y representar a los trabajadores para el gobierno de la República fue su delito.
La amnistía decretada en España y posteriores leyes compensatorias han sido insuficientes y fragmentarias, cuando no humillantes, para quienes han acudido a ella, todo esto sin contar con el coste económico que ha supuesto en nuestro caso tener que plantear judicialmente el fallecimiento voluntario de mi padre y poder certificar viudedad de mi madre, ya fallecida. En dos ocasiones hemos solicitado al PSOE la obligación moral que tiene con mi padre, para que de una vez por todas se nos haga justicia y la memoria de los diputados socialistas asesinados quede restituida.
El único reconocimiento recibido por mi madre antes de morir fue una carta del ex presidente del gobierno Felipe González, lo cual nos parece insuficiente para un partido y sindicato que se dicen herederos de Pablo Iglesias. ¿Acaso se puede reivindicar un pasado como fundamento de legitimidad y sepultar en el olvido, en el silencio y la ignominia a ese pasado y a sus familiares vivos? No dudamos de la sinceridad con la que el presidente del Gobierno anunció en el Parlamento una ley compensatoria para las víctimas de la guerra civil y la dictadura del general Franco, pero, con toda licencia, expresamos nuestra más profunda decepción con el rumbo, la tardanza de la comisión creada al efecto y presidida por la Vicepresidenta del Gobierno.
Estamos seguros de que el señor Rodríguez Zapatero es sensible a los sufrimientos de los vencidos y perseguidos de la Dictadura, pero desgraciadamente el proyecto de Ley está empantanado, chocando con los que no están dispuestos a reconciliarse, pues creen que no tienen nada de que reprocharse, es más insisten en denostar al Frente Popular todos los males de la República y de esta manera justificar y legitimar el golpe militar del 18 de julio y todas las consecuencias posteriores como un acto de «liberación nacional». Esta actitud nos repugna y quebranta nuestra dignidad, a la vez que nos entristece ver como una vez más la izquierda cede al chantaje. Valoramos y compartimos el esfuerzo que están desarrollando las asociaciones que trabajan por la recuperación de la memoria histórica. Las acciones encaminadas a la exhumación de algunas fosas comunes y la recopilación de censos de víctimas asesinadas por los sublevados, el trabajo de investigación de apertura y restitución de archivo son una labor imprescindible y encomiable para el conocimiento de la verdad y de la memoria histórica, pero no llegan al fondo de la cuestión. Amnistía Internacional en un intento de clarificar la cuestión de las víctimas de la guerra civil y del franquismo ha dejado claro que el Estado español no puede eludir sus responsabilidades y obligaciones con el Derecho y la Justicia, ni puede excusarse en ningún ordenamiento jurídico cuando los hechos denunciados por los familiares constituyen crímenes contra la Humanidad. Nosotros, familiares de los asesinados, representantes legítimos de la República, avergonzados, humillados, mantenidos inermes e impotentes por el poder burocrático a la conjura del silencio, la mentira y la cobardía, cansados de esperar, tenemos la firme intención de romper con la IMPUNIDAD planteando nuestras demandas en los tribunales de justicia una vez que comprobamos que no hay voluntad política de resolver la memoria y dignidad de los vencidos de forma que la Verdad, la Justicia y la Reparación nos devuelvan la Paz. Deben saber los vencedores que la nobleza de una causa reside en el trato que se le dispense al vencido. Gracias.
Carmen Dorado Ortiz
M. Carmen Gutiérrez Dorado
Josefa Gutiérrez Dorado.
M. Victoria Gutiérrez Dorado
Gloria Gutiérrez Dorado
Antonio Gutiérrez Dorado