En multitud de ocasiones, aquellos que dicen ser de izquierdas y españoles, acusan a quienes dicen ser de izquierdas y nacionalistas de ser un estorbo para la unidad de la izquierda y la articulación del movimiento revolucionario. Por otro lado, quienes dicen ser de izquierdas y nacionalistas, acusan a quienes dicen ser de izquierdas y […]
En multitud de ocasiones, aquellos que dicen ser de izquierdas y españoles, acusan a quienes dicen ser de izquierdas y nacionalistas de ser un estorbo para la unidad de la izquierda y la articulación del movimiento revolucionario. Por otro lado, quienes dicen ser de izquierdas y nacionalistas, acusan a quienes dicen ser de izquierdas y españoles de ser nacionalistas españoles, esto es, fascistas.
Comencemos por los nacionalistas periféricos. Son, mal que pese a los nacionalistas españoles, los únicos que han conseguido mantener un movimiento revolucionario, con un peso importante en la sociedad, hasta la actualidad. Mientras la izquierda española aceptaba la bandera fascista, la monarquía franquista y la constitución capitalista, las distintas izquierdas nacionalistas seguían en la brega. Mientras la izquierda española se ha hundido y desaparecido, las izquierdas nacionalistas, sin embargo, siguen manteniendo repercusión en la sociedad, especialmente la izquierda abertzale, capaz de cuestionar, presionar y poner en jaque al Estado español.
Así pues, la izquierda nacionalista, y especialmente por su importancia la izquierda abertzale, no son en ningún caso un obstáculo para la articulación o unidad de la izquierda, sino que son la única izquierda existente. La izquierda española debería mirar al norte y aprender de sus métodos de resistencia, formas de organización, propuestas y demás.
Además, las izquierdas nacionalistas son las primeras necesitadas de una izquierda española fuerte, que les ayude en su lucha frente al imperialismo español. A la tan castigada izquierda abertzale, tan perseguida por el fascismo y tan criticada por la izquierda institucional, le vendría muy bien una izquierda española sobre la cual el Estado español utilizase sus elementos de represión, oxigenándose de este modo.
El derecho a la autodeterminación, importante eje de las izquierdas nacionalistas periféricas, sólo podrá ser una realidad con un gobierno español de izquierda. Nunca los gobiernos que representan a la burguesía y al imperialismo español permitirán la autodeterminación de ninguno de los pueblos que forman el Estado español. No permitirán que se les escape una clase trabajadora a la cual explotar. No sorprende, sin embargo, que ante la falta de una izquierda estatal la izquierda abertzale abrace a la socialdemocracia española menos autoritaria, en un desesperado intento por alcanzar la autodeterminación.
Por otro lado, las izquierdas nacionalistas periféricas también son importantes para la izquierda española. Su lucha, demostrada día a día, y sus cientos de presos, exiliados, muertos y torturados, en una guerra desigual, son lo que han mantenido en miles de revolucionarios españoles la esperanza y dado fuerza para luchar en territorios donde la izquierda revolucionaria y anticapitalista apenas tiene influencia.
Naturalmente, la izquierda abertzale es molesta. Molesta para el fascismo y el imperialismo español pero también para esa izquierda institucional que hace años renunció a la revolución y a la lucha de clases. Molesta porque, frente al discurso del «capitalismo de rostro humano», demuestra que el socialismo es posible y que la inexistencia de una izquierda española es debida a su propia incapacidad, y no a la alineación de la población u otros factores externos.
La izquierda revolucionaria española estará al lado de las izquierdas nacionalistas, como lo estuvo en Euskal Herria hace unos meses para pedir el voto para el Partido Comunista de las Tierras Vascas, o como lo está y ha estado por distintos motivos en manifestaciones en Euskal Herria.
Cuando generaliza y se acusa a los españoles de fascistas, se comete un error. A muchos, en nuestras tierras, nos llaman etarras. Nos dicen que proponemos lo mismo que ellos. Sin embargo, la acusación tiene algo de razón: este es un país en que antes se mataban, para hacernos con sus tierras y riquezas, a indígenas en distintos lugares del mundo y hoy se matan, aunque de forma menos explícita porque no está del todo bien visto, vascos : sigue importando más un pedazo de tierra que un pueblo.
Corresponde a nosotros, los que tenemos por proyecto un Estado español obrero, formado por los pueblos que lo quieran formar, demostrar a las izquierdas nacionalistas que somos sus aliados. Corresponde a nosotros, los españoles, estar a la altura de las circunstancias. Los vascos, gallegos o catalanes, entre otros, llevan muchos años, quizás ya demasiados, esperándonos.
La izquierda revolucionaria española, si de verdad es revolucionaria, buscará la unidad con la izquierda abertzale, y por el contrario, la izquierda abertzale, si de verdad es izquierda, buscará la unidad con la izquierda española.