Recomiendo:
0

Cuba

La obra gana la calle

Fuentes: IPS

En el 40 aniversario de la publicación de la novela «Paradiso», la más célebre e influyente de José Lezama Lima, el museo que ostenta su nombre procura que la comunidad donde radica sienta viva la obra de este escritor cubano considerado oscuro y hermético. En este empeño, los funcionarios de la institución cultural han trascendido […]

En el 40 aniversario de la publicación de la novela «Paradiso», la más célebre e influyente de José Lezama Lima, el museo que ostenta su nombre procura que la comunidad donde radica sienta viva la obra de este escritor cubano considerado oscuro y hermético.

En este empeño, los funcionarios de la institución cultural han trascendido el ámbito literario y puesto el hombro a actividades que van más allá incluso de lo que se considera estrictamente funciones culturales.

«Desde que comencé a trabajar en el museo desplegué actividades por todo lo que tiene que ver con el mejoramiento de la comunidad donde está inserto», señaló en entrevista con IPS Ana Ambrosio Amedes, directora de la institución.

Añadió la filóloga que «no sólo limitamos nuestro quehacer a la promoción y divulgación de la obra literaria de José Lezama Lima», aunque aclaró que, obviamente, ello constituye el centro fundamental del trabajo de la entidad que encabeza.

Lezama Lima, nacido en La Habana en 1910 y fallecido en 1976, fue uno de los fundadores de la revista Orígenes, considerada entre las más importantes de Cuba en la década del 40 y en la que publicó los primeros cinco capítulos de Paradiso, su obra cumbre editada en 1966.

La obra lezamiana en su conjunto constituye referencia insoslayable en la literatura cubana, aunque durante muchos años estuvo apartada oficialmente por la critica local que la objetaba.

Los principales prejuicios de entonces radicaban, en particular contra la novela ya citada, en el lenguaje considerado europeizante, en el erotismo y en la manifiesta reminiscencia homosexual del famoso capítulo 8 del texto.

Además de esa creación paradigmática, cabe mencionar otras obras suyas como los poemarios «Muerte de Narciso» (1937) y «Dador» (1960), los ensayos «Tratados en La Habana» (1958) y «La cantidad hechizada» (1970) y la novela «Oppiano Licario» (1977), aparecida póstumamente.

El museo literario «José Lezama Lima», fundado en 1994, está enclavado en la barriada de Colón, una de las consideradas marginales del centro de la ciudad, en la modesta casa donde vivió y trabajó por décadas el emblemático poeta y novelista.

Quienes visitan la instalación tienen la posibilidad de entrar en contacto con la bibliografía, tanto activa como pasiva del autor, e incluso de adentrarse en las claves de su escritura mediante la ayuda de los especialistas del centro.

Ambrosio Amedes, quien dirige la institución desde el primer día de fundada, está convencida de que involucrarse en los problemas cotidianos de los habitantes del humilde barrio ha constituido para ellos una vía de acercamiento a la literatura.

«Trabajar a favor de la comunidad», dijo con énfasis es «una forma de atraerla hacia el museo que aborda la obra de un escritor catalogado de cerrado» por su lenguaje metafórico y culterano.

La profesional añadió al respecto que el trabajo extraliterario devino en «una forma de ayudar a la comunidad a sentir a Lezama y a decodificar esas claves lezamianas» y, «sin pretender que la comunidad fuese lezamiana», contribuir a que lo sintieran como suyo.

María González, laboratorista residente en la calle Trocadero donde está localizada la casa museo de Lezama Lima, señaló a IPS que «asiste cada vez que puede a las charlas literarias», lo cual «es una opción muy positiva» porque «no tiene que alejarse de casa para disfrutarla».

A su vez, la académica y escritora Mercedes Santos, también en conversación con IPS, puso en perspectiva el llamado «hermetismo» de la creación lezamiana, al asegurar que tal término es aplicable respecto del nivel cultural del lector.

La obra de Lezama Lima «implícitamente contiene muchas referencias que imponen conocimientos profundos previos» a quien se acerque a ella, tanto en el nivel «del dominio del idioma como del espíritu de una época», aseguró.

Amedes explicó que una investigación sobre los intereses de la comunidad reveló que la demanda «fundamental» tenía que ver con la «superación espiritual y educacional», por lo que el museo elaboró un proyecto que toma en consideración este requerimiento.

Para llevarlo a vías de hecho focalizan el emprendimiento en un sector de la comunidad llamado Callejón de Bernal, en el cual aseguró ya «trabajamos con sus vecinos, tanto en lo cultural, como en la salud, los deportes y la educación».

Explicó que allí no imponen una agenda, sino que mediante «una líder espontánea, que es muy importante», van adecuando las labores «a la dinámica de los propios vecinos», lo cual permite avanzar «sin tropiezos en todas las direcciones» mencionadas.

Israel Díaz, especialista del museo, explicó a IPS que en la difusión de la obra del relevante intelectual cubano acuden a todos los grupos de edades, comenzando por los niños.

Con los sectores infantiles desarrollan iniciativas varias, como talleres de enseñanza ambientalista urbana, a fin de instruirlos para que mantengan limpio y saludable su entorno vital y atraerlos entonces a la lectura y a la escritura literaria.

En el caso del conglomerado juvenil, adelantan la creación de un centro comunitario «dedicado a la promoción cultural, pero no sólo desde el ángulo artístico y literario, sino tomando en consideración otros intereses» como la música y el baile, añadió.

«Con los adultos de la llamada tercera edad realizamos ‘conversatorios’ literarios e, incluso, un curso universitario conocido como del adulto mayor, que se imparte en nuestra sede», informó.

Lázaro Rodríguez, un joven estudiante de construcción, compartió con IPS que le interesa que el centro comunitario, cuando esté terminado, «programe sesiones de baile y rap», pero que continúen «los encuentros literarios que elevan mi nivel cultural».

Santos considera que en la obra de Lezama Lima sobresale «una gran eticidad cubana» y un canto a los «valores fundacionales de la nación», pese a las incomprensiones oficiales hacia la narrativa de este autor, fundamentalmente en las décadas del 60 y del 70.

En la labor de preservar y difundir tal legado lezamiano, la directora del museo valora junto a la trascendencia internacional y nacional, la que resulta del trabajo comunitario de la institución.

«Hemos logrado que los pobladores del barrio disfruten, se acerquen a su obra, y sobre todo que vean al museo como algo suyo y lo vean con orgullo y respeto», concluyó Ambrosio Amedes.(FIN/2006)

http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=38543