Acierta el general Chicharro, militar monárquico donde los haya, cuando dice que el rey Felipe VI le debe su corona a Franco: «si no hubiera sido por Franco no estaría VM (Vuestra Majestad) en el trono«.
Chicharro no es un general cualquiera, pues actualmente preside la Fundación Nacional Francisco Franco (FNFF). Durante su carrera militar ocupó puestos de la máxima confianza del rey. Entre otros, fundador y Comandante de la Compañía Mar Océano de la Guardia Real, Ayudante de Campo del Rey y Comandante General de la Fuerza de Infantería de Marina.
Sin embargo, este general, de rancia tradición monárquica, no dice que el dictador -que da nombre a la Fundación que preside- ejerció de asesino en serie tras el golpe militar fascista del 18 de julio de 1936, que derivó en una guerra contra el Gobierno legítimo de la Republica Española y una dictadura militar que se prolongó cuarenta años.
Por otro lado, el académico y escritor monárquico Luis María Anson afirma lo siguiente:
“Felipe VI es el capitán general de los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire que tienen el deber, conforme al artículo 8 de la Constitución, de mantener la unidad territorial de España”.
Sin embargo el Sr. Anson no dice que la Constitución vigente (monárquica) establece que los actos del rey Felipe VI -de no estar refrendados por el Presidente del Gobierno o por los Ministros competentes- son contrarios al ordenamiento constitucional.
Sin embargo, estas presuntas infracciones serían constitucionalmente impunes; lo que pone en evidencia los graves déficits democráticos del régimen del 78, que incumple los requerimientos mínimos para poder equiparar el reino español a un Estado de Derecho como lo son la República Portuguesa o la República Francesa.
Impunidad absoluta, o no, que los Tribunales de Justicia tendrán que aclarar al común de los mortales. Sobre todo a la vista de la situación judicial de su padre, el rey Juan Carlos, investigado por las Fiscalías suiza y española; lo que ha dado lugar a su fuga preventiva a los Emiratos Árabes; proyectando una imagen de España más próxima a un estado fallido que a un Estado democrático de la Unión Europea.
Se equivoca el Sr. Anson cuando dice:
“Y de lo que se trata ahora es de construir la España que quieren las nuevas generaciones, en la que el Rey seguirá siendo el símbolo de su unidad y el garante de la libertad de todos”
“La inmensa mayoría de los catalanes son favorables a la Constitución y a la Monarquía parlamentaria”
Nada más falso.
Se constata el creciente rechazo que el rey Felipe VI provoca en Catalunya, con razón. Por otro lado, las encuestas de opinión en el resto del país también indican lo contrario a lo que afirma el Sr. Anson. Las nuevas generaciones, es decir los jóvenes, se oponen mayoritariamente a un régimen monárquico, prefiriendo un sistema republicano en el que el Jefe del Estado y de las Fuerzas Amadas lo sea por elección y no transmitido de padre a hijo, como si de una hacienda privada se tratase.
Además, en ningún país de la Unión Europea, salvo en España, existen monarquías parlamentarias cuya legalidad se apoye en un golpe militar fascista y en su dictadura. En cualquier caso, residuos medievales destinados a esfumarse una mañana cualquiera.
Es obvio que la corona de Felipe VI pende de la legislación franquista, pues se sustenta en un referéndum amañado (6 de julio de 1947), con la llamada Ley de Sucesión en la Jefatura de Estado. De este modo la dictadura instauraba una monarquía franquista sin rey, haciéndola efectiva años más tarde mediante el nombramiento de Juan Carlos Borbón como sucesor del dictador a título de rey (22 de julio de 1969). Quedaba así constituida, por voluntad del dictador, una dinastía de nueva planta: la dinastía borbónica del 18 de julio.
Por lo tanto, no es cierto que Felipe VI no tenga nada que ver con la dictadura ni con Juan Carlos I -como muchos monárquicos afirman- ya que si es rey lo es por ser su hijo y no por haber sido votado, que no lo ha sido.
La dictadura franquista nunca ha sido ilegalizada, pues es piedra angular del régimen monárquico instaurado por el dictador. Si decayese el franquismo decaería su monarquía y con ella Felipe VI. De ahí la feroz oposición que presenta el bloque monárquico contra la Memoria Democrática y la ilegalización del franquismo, en particular contra la ilegalización de la Fundación Nacional Francisco Franco (FNFF), pues debilita uno de los pilares fundamentales del reinado de Felipe VI, como advierte veladamente el general Chicharro.
Y en eso llegó la inefable Marquesa Cayetana -hasta hace poco portavoz del PP en el Congreso de los Diputados- asombrándonos al común de la ciudadanía con su intento surrealista de apoyo a la monarquía, promoviendo un vídeo grupal de fervientes monárquicos, con vivas continuos al rey de un cuarto de hora de duración, de autentica vergüenza ajena.
Mientras tanto, cientos de miles de familias malviven en condiciones insalubres al borde de la indigencia, amenazadas por la crisis capitalista y el coronavirus. Ante esa aterradora situación resulta revelador que en La Moraleja, el barrio más rico de Madrid, el voto de la derecha monárquica alcance el 93,1 %.
Por si fuese poco, la Familia Real sigue añadiendo más leña y atizando la fogata, acorralada por sus escándalos. A la par que el bloque monárquico (sistema complejo) sigue alardeando de matonismo impunemente, arrojando dardos de odio desde las poderosas trincheras franquistas -enquistadas en los medios y en la Administración civil y militar- contra el Vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias (PODEMOS) y el Ministro de Consumo, Alberto Garzón (PCE).
A la vista de lo que está sucediendo, no parece nada descabellado pensar que la pieza mayor que ansían cobrarse es la del Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (PSOE), al que pretenden imponerle un yugo humillante que lo unza al bloque monárquico. El yugo del 18 de julio.
Veremos.
Manuel Ruiz Robles, capitán de navío