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La ofensiva republicana

Fuentes: La República

Con el Oro de La República se funden los cañones que derribarán la última fortaleza de los Borbones. El Oro de La República está enterrado en las cunetas y en los los olivares de los campos de España. Está en los corazones de millones de jóvenes y viejos que sueñan cada noche con un país […]

Con el Oro de La República se funden los cañones que derribarán la última fortaleza de los Borbones. El Oro de La República está enterrado en las cunetas y en los los olivares de los campos de España. Está en los corazones de millones de jóvenes y viejos que sueñan cada noche con un país más justo, más democrático, más libre, más fraterno y donde todos sean iguales ante la ley. Millones de personas que asistimos como espectadores y protagonistas a un movimiento que quedará escrito en los libros de Historia y que traerá, de manera irremediable, la Tercera República Española. Irremediable porque el avance de las posiciones republicanas se está dando en todos los frentes: universitario, cultural, científico, sindical, mediático, etc (…) También en el político, donde la reconstrucción de la izquierda anticapitalista tendrá la República como uno de sus ejes principales y donde las bases del PSOE y su organización juvenil se posicionan cada vez más abiertamente a favor de La República, protagonizando una aún tímida rebelión republicana entre las filas socialistas. El avance se está dando tambien en el frente institucional, donde la Red de Municipios por la Tercera República – impulsada desde el PCE, IU o la CUT – ha colocado la cuestión republicana en la agenda política. La República ha abandonado definitivamente el rincón de las utopías y ha ocupado una posición destacada en la agenda de lo posible. Incluso los poderes fácticos consideran ya La República como un probable escenario a medio plazo y sin duda apostarán por ésta en la medida en que les permita mantener sus privilegios. Es por ello que debemos empezar a sustituir la vieja disyuntiva «¿Monarquía o República?» por una cuestión más avanzada: »¿Qué modelo de República?». Debemos dotar de contenido político a la propuesta republicana, abandonando cualquier tipo de sectarismo, forjando la unidad a través de la discusión y la acción, y promoviendo el debate en las organizaciones, asociaciones y ateneos republicanos. Y en ese proceso de despliegue republicano deberemos derribar definitivamente el mito de que al rey le debemos la democracia y la libertad, porque si en este país se disfruta de las actuales cotas de libertad – en preocupante retroceso – es gracias a quienes durante años fueron perseguidos, torturados y encarcelados por luchar por ellas y no a quien las mostraron como una generosa concesión del franquismo y sus herederos. Y si nos dicen que ya decidimos en el referéndum del 78, diremos que aquello fue más parecido a un chantaje que a la decisión soberana de un pueblo al que sólo le dieron dos opciones: Monarquía Parlamentaria o Franquismo sin Franco. Quizá los errores de unos, la cobardía de otros o la amenaza de los tanques para casi todos no dejaron opción a otra cosa. Hoy si la hay.

*Publicado en el Primer Número Cero de la edición impresa de LA REPÚBLICA. Mayo de 2008