“Moro de mierda, te mato”, le gritaron los vigilantes de seguridad de la discoteca Mya en Valencia, mientras perpetraban la agresión y le golpeaban el pasado 6 de marzo, según recoge el atestado de la Policía Nacional.
La víctima y denunciante de los hechos –ocurridos a las 2:30 de la madrugada- es un ciudadano de origen marroquí, de 34 años, residente en Valencia.
Difundido por Valencia Acoge el 19 de abril, el informe policial, que da cuenta de la paliza, las lesiones e insultos racistas, se remitió al Juzgado de Instrucción Número 14 de Guardia de la capital valenciana. Días después de la golpiza, el joven acudió a la ONG, que le acompañó y orientó en la presentación de la denuncia. El abogado del chico, Juan Molpeceres, informa que el Juzgado ha abierto una investigación y ya se ha podido identificar a varios guardianes del club nocturno.
Valencia Acoge ha destacado la “valentía” del joven por interponer la denuncia; subraya, asimismo, la “responsabilidad de las empresas –por acción u omisión- en el comportamiento de sus empleados; en Internet se pueden encontrar numerosos comentarios de clientes de la discoteca Mya denunciando actitudes racistas y machistas de los vigilantes; la empresa contesta siempre negando los hechos que se denuncian”.
Emplazada en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, la discoteca Mya se presenta en la página Web como “un espacio original y de diseño, contemporáneo, cosmopolita y lleno de vida”; cuenta con una terraza, zonas VIP y un “completo ryder técnico”, donde pueden realizarse presentaciones de productos, fiestas de empresa, desfiles o reservados VIP, agrega el portal.
Según el atestado de la policía, “tras hacer la cola para acceder al local, los vigilantes del establecimiento le comunicaron (al ciudadano marroquí) que no podía entrar porque le hacía falta la entrada online y además estaba el aforo completo; en las inmediaciones de la discoteca se juntó con un grupo de personas holandesas, que tenían entrada para poder acceder al local, por lo que finalmente pudo entrar con este grupo, dándole al denunciante el portero de la discoteca una pulsera”.
La sustancia de la denuncia radica en lo ocurrido a continuación. Uno de los vigilantes se acercó a la víctima y le increpó –referencias a cómo pudo entrar en el centro de ocio- y le obligó a salir de la discoteca; ya en la calle, al menos seis guardianes le rodearon y agredieron; la consecuencia fue una fractura nasal y numerosas contusiones, por lo que el chico tuvo que ser atendido –de urgencias- en un centro de salud.
“No conoce la filiación de ninguno de los vigilantes que le han agredido, si bien podría identificarlos ya que son conocidos por ser los porteros de esa discoteca (…); cree que en el lugar existen cámaras de videovigilancia”, añade el documento polical, a partir del testimonio de la persona vejada.
El pasado 9 de diciembre, Valencia Acoge se hizo eco de otra agresión xenófoba contra una pareja –un hombre pakistaní y una mujer valenciana-, propietarios de una frutería en el barrio de Benicalap (Valencia).
Los hechos –ocurridos en abril de 2021- constan en las Diligencias Previas del Juzgado de Instrucción Número 18 de Valencia, que recoge la declaración de una testigo (conocía a los titulares del comercio de frutas y verduras –está ubicada debajo de su casa- que denunciaron el ataque racista; no conocía a las personas denunciadas).
“Moro de mierda, vete a tu país”, gritaron los agresores mientras arrojaban al suelo varias cajas de fruta; “qué haces follándote a un moro”, fue otra de las expresiones de odio que escuchó la testigo.
El relato de las agresiones empieza, de acuerdo con el documento judicial, cuando la vecina (testigo) salió al balcón de su vivienda tras oír un jaleo y vio a “tres o cuatro chicos en la esquina alterados (…); después pudo constatar “gritos y naranjas volando; el dueño de la frutería salió a recriminarles la acción y se pusieron más nerviosos (…)”.
Valencia Acoge representó legalmente a las dos víctimas de los insultos y golpes (puñetazos en la cabeza y la cara, los dos pequeños comerciantes sufrieron policontusiones). La organización antirracista detalló que se destruyeron 400 kilogramos de frutas y verduras, valoradas en más de 600 euros.
Tras las llamadas del vecindario, efectivos de la Policía Local se desplazaron a Benicalap y detuvieron a los asaltantes; pocas fechas después de la acometida xenófoba, vecinos y asociaciones del barrio –y de otros próximos-, así como grupos antirracistas, se movilizaron bajo la consigna Benicalap lliure de racisme; participaron entre otras la Campaña CIE No; Obrim Fronteres; Crida contra el Racisme i el Feixisme; o la Federación Unión Africana en España.
Otro ejemplo de respuesta popular se produjo unas semanas antes, el 21 de marzo de 2021, con motivo del Día Mundial contra el Racismo; cerca de 500 personas se concentraron en la Plaza del Ayuntamiento de Valencia, convocadas por la Crida contra el Racisme y con el apoyo de 60 entidades sociales. Además de las performances, los monólogos y el recitado de poemas, los activistas leyeron una declaración que denunciaba la Ley de Extranjería, las redadas racistas, los Centros de Internamientos de Extranjeros (CIE); o las políticas de frontera de la UE.
Algunas de estas prácticas fueron visibilizadas por Valencia Acoge y otras ONG en 2021: “Delegación del Gobierno rectifica y anula las sanciones por ‘perturbar el orden público’ y ‘falta de respeto a la autoridad’ a una mujer que denunció el acto islamófobo de (el partido político de ultraderecha) España 2000”, en la Plaza de los Pinazo de Valencia (comunicado 21 septiembre).
O también: “(El Ministerio del) Interior exculpa a los Policías Nacionales (del municipio) de Paterna que humillaron a las madres que fueron a obtener el DNI de sus bebés, y seguirá sancionando por estancia irregular a quienes realicen trámites en comisaría” (comunicado 3 agosto).
Por una vía muy diferente transita el Grupo Funtun de Valencia Acoge, integrado por personas migrantes, que representó en junio, en la Sala Carme Teatre de Valencia, la obra teatral Sub-humanos Show: una crítica a los valores de la UE y su empeño por “civilizar” y asimilar a los “otros”, una mujer campesina, un hombre indígena y dos mujeres nigeriana y árabe.
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