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Tiene más valor expulsar a Israel de Eurovisión o del Eurobasket que enviar soldados a consolidar su trabajo en Líbano

La ONU y el restañador

Fuentes: Rebelión

La Onu y el restañador Si estuviera en mis manos, no enviaría ningún soldado español al Líbano, como tampoco los habría enviado a Irak. Pero equiparar ambas misiones, como hacen algunos políticos que sí saben cuándo están mintiendo, es de una malicia realmente detestable. La del Líbano -aunque prolonga la agonía de Palestina y está […]

La Onu y el restañador

Si estuviera en mis manos, no enviaría ningún soldado español al Líbano, como tampoco los habría enviado a Irak. Pero equiparar ambas misiones, como hacen algunos políticos que sí saben cuándo están mintiendo, es de una malicia realmente detestable. La del Líbano -aunque prolonga la agonía de Palestina y está hecha a la medida de Israel/EEUU- es una operación de interposición temporal entre dos contendientes que ya se estaban zurrando, y la de Irak fue la creación, el apoyo y la participación directa en la invasión de un país soberano al puro estilo colonial, por un complejo de superioridad cultural y un principio de superioridad militar (el gesto del gobierno español de entonces no está muy lejos, por ejemplo, de la invasión italiana de Abisinia en 1935). La propia ONU estaba en contra de la invasión de Irak y sí promueve la intervención en Líbano (que no deja de ser una invasión suavizada en nombre de Israel), aunque esto, a mí personalmente, me inspira muy poco respeto porque este organismo es cada vez menos representativo de, digamos, el Mundo con mayúsculas, la Gente con mayúsculas.

Estas acciones de la ONU que en ningún caso cuestionan las agresiones sólo sirven para perpetuar, incluso consolidar, la desigualdad. La creciente violencia en Afganistán -que ya no interesa a nadie, aunque las verdaderas lágrimas del verdadero 11-S (1) se derraman en el país asiático, y a diario- es una prueba de que Naciones Unidas sólo sirve para maquillar al débil, no para librarlo de los golpes. La ONU, y la cobardía de la Unión Europea en Oriente próximo, es como el oficio del restañador de boxeo que, viendo que le dan una paliza monumental a un púgil mucho más débil que su rival, se limita a cerrar las heridas temporalmente para que siga recibiendo guantazos, en lugar de parar la pelea. Acabarán matándolo, claro, pero el restañador se marchará convencido de que hizo su trabajo. La fragilidad de la ONU nos arrastrará, estoy convencido, a una nueva Guerra Fría de incalculables consecuencias, pues día a día aumenta el número de países con cierto poder disconformes con la manera en que se dirige unilateralmente la mundialización. Países como Rusia, China o India, por ejemplo, recuperan y explotan viejas relaciones -incluso militares- que parecían insalvables hace unos años. El conflicto de bloques puede ser mucho más duro que el cerrado en falso con el derribo del muro de Berlín.

Ciertamente, si estuviera en mis manos, antes que enviar militares armados hasta los dientes (2) -pero mucho más eficaz que esto- expulsaba a Israel del festival de Eurovisión y de la Eurocopa de clubes de baloncesto. Parece una ridiculez, pero estas medidas generarían el mayor conflicto hasta la fecha entre el estado de Israel y Europa. Los conceptos de Europa y de Occidente son tan elásticos y tan a la medida de quien los describe que hay prestigiosos historiadores que juntan en un mismo saco el islamismo, el socialismo o el ateísmo (la duda de dios y la justicia social crearon Europa, pero en fin…) y sostienen que el capitalismo, el libre mercado y las variantes del cristianismo son los únicos rasgos diferenciadores de ese ‘Occidente’ aparentemente próspero y evidentemente poderoso. Estos historiadores, de gran predicamento en Estados Unidos, aseguran que su país es el heredero directo de la cultura y política de la Grecia de Pericles (3) o de la Macedonia de Alejandro. Por cierto que no me imagino en un ejército de mercenarios y de latinos y negros de barrios humildes de Chicago cómo puede surgir alguno de los cinco tipos de valor militar que argumentaba Aristóteles sobre las falanges de ciudadanos hoplitas terratenientes. Pero nadie expulsará a la cantante hebrea de turno o al Maccabi del circuito europeo de baloncesto, porque mantenerlos forma parte de ese equilibrio aséptico y complaciente que, cada vez con menos vergüenza, ha decidido asumir la Unión Europea, alineada con el Gobierno de EEUU. Y por cierto, a costa de nuestros impuestos, que se van por millones a constuir lo que Israel bombardea a los cuatro días sin que nadie se lo reproche.

Notas:

(1). El poder de las grandes agencias de comunicación estadounidenses en tan grande, y el seguidismo de los medios españoles tan acomodado, que las televisiones españolas han dedicado más tiempo -en forma de paquetes previamente cocinados en EEUU y traducidos al español- a conmemorar el atentado sobre las torres gemelas que al cometido en España el 11-M. El margen de mi opinión sobre los gobiernos de la mayor parte de los países islámicos, no es menos cierto que hoy por hoy los únicos países que invaden son los ‘occidentales’ y los países invadidos y arrasados -Afganistán o Irak, por ahora- son los ‘no occidentales’, muy a pesar del victimismo que nos rodea sobre los 11 S y M.

(2). La discusión sobre la mayor o menor brutalidad de los soldados en plena guerra y si su función puede ser exclusivamente humanitaria es un absurdo. Su fuerza de convicción y presión estriba precisamente en la amenaza de exhibir su potencial de violencia. Si yo fuera soldado en guerra dispararía a todo lo que se mueve y la culpa sería de quien me pone en situación o mía por no desertar. Otra cuestión es si la causa justifica una intervención militar o no, que las hay.

(3). Los griegos, maestros en el desastre que es la guerra y padres de la teoría militar moderna, consideraban que combatir bien es, ante todo, un ejercicio de humildad y de discreción dentro del grupo, manteniendo la formación y despreciando a aquellos soldados que se dejaban llevar por arrebatos de violencia individual sin control. Era valorado quien se mantenía firme, sin fisuras, y era sancionado públicamente el que se desmelenaba, y eso no tiene nada que ver con los militares que Hollywood ofrece desde hace décadas.