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La pandemia (SARS-COV-2) develó el secreto de una endemia criminal

Fuentes: Rebelión

Una secreta y predatoria endemia yacía debajo de la piel de las sociedades capitalistas de la tierra, preludiando el caos global y generalizado de las mísmas,  como resultado de la prolongada fragilización de sus condiciones biosociales de existencia (sistemas públicos y universales de salud, redes sanitarias de control y contención epidemiológico, etc.),  acarreada, ésta, a su vez, por el privilegio trágico y vinculante que en estas sociedades asume el irracional e incontenible modelo neoliberal de acumulación del capital, y que se sobrepone, en importancia, a todo cuanto existe social y naturalmente, e incluso a la vida humana; todo lo cual nos hace estar en presencia de una plaga histórica, sin aparente posibilidad de límite alguno. Pero, inicialmente, nos referíamos a una endemia, por cierto, de perfil bien definido, y característico de la vulnerabilidad social, que se encarna en lo que hemos denominado la Desprotección Social (de la vida humana), la cual ha sido develada, en toda su profundidad y extensión global, por una invasión viral súbita, borrosa tras la niebla política del misterio disyuntivo entre la sospecha y la ignorancia; o tal vez salida de la protesta de la naturaleza ante su resignado y doloroso exterminio a manos de la industria capitalista, tecnológica y financieramente armada, que ha terminado por aventar a la humanidad, peligrosamente, hacia las proximidades umbrosas del abismo.

Tal vez lo peor de la pandemia que hoy ha sitiado al mundo y que constituye una de las mayores fortalezas humanas de este virus (SARS-COV-2) ( si , tal cual lo afirmamos, nos referimos a las “fuerzas humanas” más poderosas del virus que aquí nos ocupa) sean los arquetipos mentales e ideológicos que el neoliberalismo ha instalado, colonización mediante, en los mandos conscientes de los gobiernos capitalistas (mejor llamados democracias neoliberales), y que les ha impedido pensar claramente y, por tanto, más allá de la lógica de la maximización de la ganancia, consecuente con el modelo de acumulación del capital, que sirve de locomotora al “desarrollo” de las sociedades que los contienen (es decir, que contienen a esos gobiernos dentro de éllas y, por tanto, dentro de los Estados capitalistas que las organizan políticamente).

Estos arquetipos políticos e ideológicos con los cuales piensan, planifican y deciden la organización y sostenimiento de los sistemas protectores y proveedores de la salud, han venido devaluando, severamente, el valor de la vida humana y su importancia determinante como centro del mundo humano, y que, bien vale la pena recordarlo reiteradamente, sólo tiene su hábitat vital y su única fuente primigenia en la naturaleza; todo lo cual trajo, intencionalmente, como consecuencia, la depreciación económica y presupuestaria de la Protección Social de las sociedades capitalistas, como una estrategia global del modelo neoliberal de las políticas públicas de los Estados capitalistas que consideraron, así, que esta inversión social resultaba, en realidad, una antiinversión y una pérdida, para el capital, permanente y progresiva, que presionaría aun más, el decrecimiento de su tasa de ganancia (obsesión fija y amenaza perpetua que acompaña al capital desde su nacimiento). Pero fue justamente esta visión política e ideológica de la estrategia global del imperialismo neoliberal lo que condicionó el terreno de expansión pandémica del Coronavirus, abriendo así las puertas al inicio del primer gran caos global que pretende, evidentemente, el reposicionamiento geopolítico de la estrategia imperialista de la hegemonía global de los Estados Unidos y sus aliados, frente a la pujanza de Rusia y China por hacer girar la geopolítica mundial hacia un orden internacional multicentrico y pluripolar si se nos permite esta obligada digresión, por demás pertinente, según creemos…

La Desprotección Social (que es la razón de fondo de esta biocrisis de la humanidad)  es, en todo y por todo, la antítesis de la Protección Social, y como contraposición a ésta, ha sido instaurada, veladamente, por los Estados capitalistas, como una forma de control biopolítico sobre la vida de los pueblos trabajadores, que es lo mismo que decir, como control biopolítico de la fuerza humana de trabajo subsumida al capital. Se trata de un sistema de Desprotección Social que va menguando la salud y sus condicionantes biosociales de existencia ( como lo son, principalmente, entre otros, agua potable, una vivienda digna, un ingreso socialmente suficiente, educación, sistemas de pensiones, constitucionalmente, no privatizables, etc.) de las clases y grupos sociales más vulnerables, para endosar sus réditos a la maximización de la ganancia que organiza la racionalidad del capital, por una parte, y por la otra, obstaculizar los logros de las luchas de los movimientos sociales en la construcción de sistemas de Protección Social, de la única forma, realmente eficientes y sostenibles, en que pudieran concebirse; es decir, como sistemas públicos, universales, integrales y solidarios.

Los sistemas que protegen socialmente la vida humana, desde el campo de la salud, en las sociedades occidentales, y capitalistas en general, han sido reblandecidos y desmineralizados, por así decirlo, criminalmente, en función del favorecimiento de intereses inconfesables, sólo conocidos y manejados, a fondo, por el poder global del imperio económico y político que se sustenta sobre el capital, el cual, contradictoriamente, se confronta y abate contra la vida social y natural que, justamente, ha sido su insumo esencial y mayor fortaleza. (Sobre las categorías, contrapuestas antagónicamente, de Protección Social y Desprotección Social, e igualmente respecto de la categoría de Seguridad Social volveremos en próximos artículos conexos, en relación a su base y legitimidad científicas, así como también a su estatus epistemológico).

Por lo pronto, retendremos aquí que las categorías de Protección Social y Desprotección Social, reposan, como podemos entender claramente, sobre una base social clasista; cada cual se refiere a uno de dos universos clasistas de la sociedad, diferentes; que son, ontosocialmente, recíprocamente antagónicos, lo cual es fundamental para comprender la real relación de lucha de contrarios entre ambas, y entrever que la resolución de este conflicto se realizará sólo a través del establecimiento de un sistema de Protección Social, que responda, en términos concretos y cabales, al aseguramiento social del ciclo humano de la vida de los pueblos trabajadores, y por tanto, de la sociedad en general, por lo que se comprende que estamos hablando exclusivamente y de manera definitiva de sistemas de Protección Social públicos, universales, integrales y solidarios, y que transiten hacia sistemas de Seguridad Social consolidados, lo cual sólo será posible, según creemos mediante las luchas de los pueblos trabajadores, a través de sus movimientos socialesen yunta, necesariamente, con el Estado, el cual, dicho sea de paso, tendrá que abrir importantes espacios transformadores dentro de sí para coadyuvar a la posibilidad y garantía de los logros de aquellas luchas, por demás, única oportunidad histórica de la humanidad para prolongar su porvenir.

Creemos que el panorama social y político, post- pandémico, favorecerá las luchas de los movimientos sociales por la construcción de sistemas de Protección Social que amparen, resueltamente, la vida humana que, como nos descubrió la pandemia actual, se haya sensible y generalizadamente desguarnecida y sin garantías que la aseguren socialmente, siendo esto último lo poco que parece previsible, a corto y mediano plazo,  en un escenario social traspandémico.

Algo ha quedado claro, por ahora y en adelante: ya no habrá poder ético o político, y de ninguna especie que pueda impedir la lucha de los pueblos por construir sus propios sistemas de resguardo y Seguridad Social para sus vidas.