Les podríamos aplicar los lugares comunes tipo «no dejan que la realidad les estropee una buena noticia», recordarles el «perro no come carne de perro» cuando con tanta entrega se convierten en la voz de su amo e incluso nombrarles al antecesor nazi que tanto utilizan sin citar (aún les da cierto pudor atravesar esa […]
Les podríamos aplicar los lugares comunes tipo «no dejan que la realidad les estropee una buena noticia», recordarles el «perro no come carne de perro» cuando con tanta entrega se convierten en la voz de su amo e incluso nombrarles al antecesor nazi que tanto utilizan sin citar (aún les da cierto pudor atravesar esa línea, pero todo se andará), el de las mentiras mil veces repetidas hasta convertirlas en verdad. Pero el mejor calificativo para «la canallesca», esa Prensa adicta al Régimen borbónico que ya no disimula y copa los medios de difusión ideológica salvo algunas islas de internet y dignidad, sería el de «pandilla basura». Definitivamente están instalados en la moral victoriana, la que cuando más vicios esconde en privado más blasona de públicas virtudes.
Y no les falta de nada. El mismo paquete trae hasta el matonismo que el paleomonárquico Ansón empuña -cual dialéctica de puños y pistolas- para ejemplificar que al enemigo ni agua. La falta de ética y escrúpulos que tuvieron en la larga noche del Franquismo, todas las tragaderas que mostraron para engullir la dictadura de «Patas cortas» mientras reivindicaban su legado, toda la mala baba del nacionalcatolicismo irredento, la vierten para intentar armar la idea de las dos Españas. Imbuidos para más inri del Ideal de Cruzada.
Y esto si es peligroso porque volvemos a toparnos con la coartada histórica del «Dios lo quiere» y tras ese grito en España siempre han rodado nuestras cabezas. La de los heterodoxos.
Un buen antídoto -en tiempos de analfabetismo funcional disparado, no porque no sepan entender lo que leen sino porque no quieren entenderlo- sería estudiar las obras del extraordinario historiador cordobés Moreno Gómez y su nítida demostración de lo que fue el genocidio perpetrado por los abuelos políticos de quienes hoy siguen sin reconocer el terror provocado para domesticar a los díscolos o a las más de cien mil víctimas que aún siembran las cunetas, digan lo que digan y nieguen lo que nieguen cómplices y beneficiarios muñidores una y otra vez de operaciones de blanqueo.
Porque el drama del periodismo en España es que se ha convertido en metáfora de la sociedad. En la cúspide se sitúa un puñado de estrellas multimillonarias pero el grueso del pelotón lo forman el enjambre de periodistas explotados, en precario o mandados a la cola del paro a poco que la sumisión ante el dueño no llegue al cien por cien.
Nunca los veremos rasgándose las vestiduras ante la acumulación de poder, concentración de medios e intento de control de mentalidades. Ni ante Gürtel, EREs o miles de pisos de protección oficial vendidos a fondos buitres. Sí se escandalizan por las palabras de Sánchez en Salvados aunque vengan acompañadas de «apagón informativo» en PRISA (¡lástima de que la valentía le llegase después de la defenestración!), de los epítetos de Rufián en el Congreso (aunque el catalán use una doble vara de medir, la que le permite sostener en Cataluña al gemelo del que rechaza en Madrid aupando a una formación que ha dado un nivel de corrupción homologable al PP) o el piso de Espinar (no se pueden dejar resquicios a la duda, no importa que la acción sea legal, también debe ser impecable) aunque la acción fuese una década anterior a su militancia. A Unidos Podemos le exigen pureza de sangre, sin rastro de mácula, desde el destete.
Hay que tener pies de plomo y no facilitar munición gratis a los creadores de opinión, esos que etiquetan a Venezuela de dictadura -no cuentan las decenas de elecciones limpias, triunfo de la oposición incluido en las últimas legislativas- mientras califican de «amigos benefactores» a los sanguinarios gobernantes de Arabia Saudi o utilizan el racismo selectivo que convierte en negrata o moro de mierda al pobre cuando es refugiado, interno de CIE o llega en patera mientras que «perdona» el color de la piel si viene acompañado de riqueza.
Nada puede extrañar de quienes tienen de santo patrón a William R. Hearts (el mismo que ante el mensaje de Remington sobre la guerra hispano-cubana «Todo está tranquilo. No hay problemas. No habrá guerra. Deseo volver» responde con un «Por favor, manténgase allí. Usted proporcione las imágenes y yo proporcionaré la guerra») y quieren hacer reportero honorario a tipos como Pablo Casado y demás voceros de la derecha extrema, capaces de ver delincuentes en activistas como Diego Cañamero, acusado y acosado judicialmente por defender los derechos de los jornaleros andaluces (mientras renuncia a todos los privilegios que le supondrían en dinero y prebenda su cargo de diputado) o Andrés Bódalo, injusta y cruelmente encarcelado, mientras siguen poniendo velas e incienso a todos los tesoreros del PP y nunca han visto casos de corrupción en su partido.
Reproduzco una anécdota real de otoño de 1976. A un pueblo de la Subbética cordobesa -Cabra- llegaba la prensa en el autobús procedente de la capital. Una cola de ciudadanos esperaba al mediodía para hacerse con un ejemplar de un nuevo periódico. Como se agotaba y no había para todos, los que lo leían se lo pasaban por la tarde a quienes se quedaban sin él. Olía a fresco y se llamaba «El País». El mismo periódico que hoy huele a podrido. Aquí y en Dinamarca.
Porque hay que ser muy ciego y estúpidamente fanático para no ver como el grupo (no es la excepción, es la regla de todos complejos mediáticos y editoriales) está al servicio de la sempiterna y rancia Derecha. Y no olvidemos que las maldades que fabulan o podredumbre que esparcen no dejan de ser un caso claro de conciencia de clase. Porque los dueños saben perfectamente a la clase social que pertenecen. Lástima que muchos de quienes sufren sus decisiones en lugar de combatirlas se disfracen de Paco «el Bajo» -personaje de Landa en «Los Santos Inocentes»- se quiten simbólicamente el sombrero y humillen la cabeza. Del nuevo gobierno PP hablamos otro día. Ahora está muy ocupado ensayando el desfile del «paso de la oca» para contentar a Merkel. Demasiada tarea tiene el delegado de clase, Marianico el repetidor, con separar a Soraya y María Dolores cuando se enganchan por los pelos.
Juan Rivera. Colectivo Prometeo. Mesa Estatal FCSM
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