Un Patrón y una Consejera efusivos… y, además, en público, pero este no es el comportamiento habitual en sus respectivos ámbitos de actuación. Porque ni la Patronal de la Construcción lo es ni siquiera con la pequeña y mediana empresa y, por otra parte, porque tampoco se ha visto a la Consejera socialista abrazarse a […]
Un Patrón y una Consejera efusivos… y, además, en público, pero este no es el comportamiento habitual en sus respectivos ámbitos de actuación. Porque ni la Patronal de la Construcción lo es ni siquiera con la pequeña y mediana empresa y, por otra parte, porque tampoco se ha visto a la Consejera socialista abrazarse a los afectados de cualquier expediente de cierre, de despido, de ruina o similar, cuando de cualquiera de todo esto lo que sobran son ocasiones, no para tanta sonrisa, sino para una mínima muestra de solidaridad.
Si así van en público y en un acto oficial o semioficial, ¿cómo será su relación cuando hayan de negociar sustanciales presupuestos en los que los millones de euros están en el aire esperando a que la ruleta política (la de los políticos) se digne nominar al afortunado?
Si es público y notorio que el roce hace el cariño, por qué no va a suceder lo mismo con los negocios. Sobre todo cuando, entre otras cosas, se comparte mesa y mantel.
La foto también sugiere recordar que de bien nacidos es ser agradecidos. Pero, ¿agradecidos por qué? Quizás porque ambos lo sean gratuitamente sin más. Es posible, pero no lo parece.
El neoliberalismo, un término tan manoseado, no es algo abstracto ni etéreo, necesita de una patronal más o menos grande según el territorio de influencia y, necesita también, de unos actores políticos que han de propiciar con leyes, disposiciones y normas la legalización de ese modelo social y económico. Porque la crisis no es un desastre natural, tampoco es un accidente, sino que es la consecuencia directa del negocio fraudulento montado entre el poder económico y el poder político, representados aquí por este abrazo y esta sonrisa que cualquiera puede entender que no es inocente, sino de complicidad recíproca.
Pero lo mismo que el neoliberalismo no es algo abstracto, tampoco lo son sus consecuencias: crisis social, ecológica, etc. Porque la crisis es algo que se materializa en el desastre personal de cada individuo, de cada familia y de cada colectivo. La crisis está pasando una tremenda factura a miles de personas en esta comunidad pero, en cambio, los responsables inmediatos sonríen y se abrazan. Qué bien.
Y no es bueno ni adecuado generalizar porque cabría el consuelo, cuando no la excusa, de justificarlo todo recurriendo a lo de mal de muchos. Pero no. En cada comunidad y en cada país hay unos responsables directos, un poder político y un poder económico que son tan responsables como beneficiarios de la situación. Crisis sí, pero para la mayoría, no para esta minoría que precisamente la han provocado, sólo en su beneficio claro. La burbuja inmobiliaria no se ha hinchado sola.
Desde luego en Asturias sin Serafín Abilio no habría neoliberalismo, pero tampoco podría haberlo sin Ana Rosa Migoya y el partido al que representa.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
rCR