No existe mayor miseria moral que la que se desprende del odio concentrado en quienes manipulan el dolor de los familiares de las víctimas de un conflicto armado. La práctica directiva de esas asociaciones -salvo Voces contra el Terrorismo, presidida por Francisco José Alcaraz-, enviaron en los últimos días de diciembre un documento consensuado por […]
No existe mayor miseria moral que la que se desprende del odio concentrado en quienes manipulan el dolor de los familiares de las víctimas de un conflicto armado. La práctica directiva de esas asociaciones -salvo Voces contra el Terrorismo, presidida por Francisco José Alcaraz-, enviaron en los últimos días de diciembre un documento consensuado por todas ellas al presidente del Gobierno y a cada uno de los ministros, en el que se señalaba que ETA y las organizaciones de su entorno debían condenar todo su historial delictivo antes de participar en el juego democrático. Y pregunto:
¿Se solicitó al ejército español de 1977 la misma exigencia, por parte de los neo franquistas y algunos demócratas de pensamiento blando, padres de una constitución tuerta?
¿Se exigió a los torturadores y a sus jefes de la policía política, muy activa desde las cloacas del delincuente Barrionuevo (hoy Rubalcaba) que pidieran perdón por sus miles de crímenes?
¿Se exigió al monarca, ante la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que se reparara el honor y la memoria de los cientos de miles de fusilados, ejecutados, asesinados, tras el triunfo de la barbarie de 1939? ¿Se le solicitó que condenara la dictadura que le puso en el cargo?
¿Se reclamó a los parlamentarios, por parte de las instituciones más altas del estado, que se investigaran los crímenes del franquismo, que se abrieran todas las fosas comunes, que se diera digno entierro a las víctimas de tantos años de opresión?
¿Acaso el dolor de las familias de 900 ciudadanos vale más que el de un millón? ¿Es que solo ha sido ETA la causante de la inestabilidad social, el terrorismo y la violencia?
¿Es concebible que cuando la Pelota Vasca de la Paz anda por el tejado de quienes detentan todas las armas, el dinero y el poder, esta no sea recogida por manos más limpias que las del Borbón, Zapatero, Rajoy, Ares, López, y toda su mamporrera familia de mediocres empecinados en la estupidez colectiva, en la alharaca propia de vocingleros idiotizados por El País, TVE, El Mundo, RNE, la SER, el ABC y la COPE?
Give Peace a Chance (Dad una oportunidad a la paz), cantaba John Lennon. Give me Guns against basques (Dadme los fusiles contra los vascos) canta Rubalcaba.
Hace menos de cuatro días, más de 60.000 personas mostraban en las calles de Bilbao su anhelo de concordia, paz y reconciliación, pidiendo la vuelta a casa de sus reclusos, su exigencia de un trato humano a los presos políticos, su confianza en el nuevo proceso político que la izquierda abertzale abrió hace meses.
Hoy, los mismos que se dicen demócratas, lanzan venablos, suspicacias y manipulaciones acerca del reciente comunicado de ETA. ¿Quieren la paz el gobierno y la oposición? ¿Desean en verdad el final de conflicto armado? ¿Sigue mandando Franco en las Cortes? Yo tengo mi respuesta a todas. No, a las dos primeras; sí a la última.
La pelota vasca bota, rebota, espera en el alero a que alguien la recoja. Pero hay una sola exigencia: que quien lo haga, crea de verdad en los derechos humanos, en el respeto a la pluralidad, en un sistema verdaderamente democrático.
Y por mucho que miro los rostros y leo las palabras de quienes tienen la pasta robada al ciudadano, la porra amenazante contra la sociedad y las aberrantes leyes en la mano para prohibir la libertad, léase el gobierno en pleno, únicamente contemplo miseria moral y declaraciones donde flota el odio y la venganza. España sigue siendo un ideal digno de miserables.
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