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La pesadilla

Fuentes: Rebelión

Puede parecer un recurso literario. No lo es. He tenido una pesadilla. Nunca tengo. Me he despertado en tremenda agitación y, al ir recuperando la consciencia y analizando el tortuoso sueño, en lugar de sosegarme, mi alarma se ha tornado insufrible. Así que me abalanzo sobre el teclado. Quizá una «terapia de grupo» con quienes […]

Puede parecer un recurso literario. No lo es.

He tenido una pesadilla. Nunca tengo. Me he despertado en tremenda agitación y, al ir recuperando la consciencia y analizando el tortuoso sueño, en lugar de sosegarme, mi alarma se ha tornado insufrible. Así que me abalanzo sobre el teclado. Quizá una «terapia de grupo» con quienes me lean consiga devolverme la paz.

1.- EL SUEÑO

Estoy viendo el Telediario Primera Edición de TVE-1. Llegado ese punto tras las noticias de cabecera donde los informativos del «Mundo Libre» empiezan a divagar entre noticias extrañas, curiosidades, apuntes pseudoculturales y publicidad (mal) encubierta, la veterana y siempre impasible presentadora Ana Blanco, con su eterna melena tan planchada como su traje de chaqueta, comenta que Augusto Pinochet inicia una gira europea de conferencias. La primera de ellas, en Alemania, presentada por Ronald Regan, ha sido un éxito de aforo y cobertura. Ha provocado protestas de alguna asociación pro-DDHH y disturbios callejeros por parte de «radicales antisistema». Saldo: desperfectos en el mobiliario urbano así como varios «violentos» heridos y/o detenidos.

La breve noticia enlaza con otra similar, también polémica según la locutora. Tras largos años de silencio, Adolf Hitler ha escrito un libro sobre el peligro desestabilizador de los movimientos independentistas en Europa, estrechamente ligados con las redes de terrorismo islámico. El libro también aborda la necesidad de combatir a los «Estados Canalla» que amenazan la libre competencia, perturban la paz mudial y ponen en riesgo la hegemonía de los valores occidentales.

De la presentación del libro (acto de tres horas en una universidad estadounidense) nos llegan imágenes en las cuales un reflexivo y sosegado ancianito de inconfundibles rasgos habla a una multitud de circunspectas autoridades de todas las ramas e instituciones que, pese a una leve mueca de escepticismo redentor inevitable ante el ex-Führer, asienten complacidas por la tesis expuesta. Una asociación de víctimas del Holocausto ha expresado su malestar. A parte de esto, no se nos dice que haya habido reacción o protesta alguna.

Yo, atónito ante lo que acabo de oir y ver, empiezo a boquear ansioso, mientras Ana Blanco pasa a hablar de las «sanciones que se impondrán a Venezuela por el cierre de RCTV« . Me falta el aire, intento expresar mi conmoción pero se me cortan las palabras. Hay gente a mi alrededor, tan impasibles como la locutora. Están más sorprendidos por mis espasmos que por aquello que los provoca. No hablan, no se mueven. Me miran compasivos. Me siento como el Señor K en el momento álgido de su proceso. Soy Anthony Perkins dirigido por Orson Welles.

2.- LA REALIDAD

Lo que más nos afecta de una pesadilla es que sea verosímil, o que como tal la sintamos mientras la sufrimos. «¡¡¡Era tan real!!!», exclamamos cuando alguien trata de consolarnos diciendo que fue tan sólo un sueño, y que ya pasó.

Y la que acabo de relatar «era tan real» que me ha inquietado más una vez despierto que mientras la soñaba.

Pinochet, Regan y Hitler están muertos, de acuerdo. Pero hace cinco años más de la mitad de la población del Estado Español quería colgar de un pino a Aznar por lacayo, terrorista, genocida, y mentiroso. Sin embargo, ahí lo tenemos tan campante: escribiendo, conferenciando y nadando en barricas de Ribera del Duero, como un Tío Gilito dionisíaco. Y sólo hablamos de su melena, de que está hecho un figurín y de que si le pone o no los cuernos a su santa esposa.

Paul Wolfowitz es un ex-trotskysta que en los ’80, como asesor de el entonces Primer Ministro de Israel Isaac Shamir, creó la doctrina de la «guerra preventiva» para justificar matanzas de niños palestinos en tanto que «futuros terroristas». Hace cinco años, era odiado en todo el mundo por ser uno de los cerebros de la invasión de Iraq… Pero fue promocionado a Presidente del Banco Mundial y ahora sólo nos preocupa de él si practica el nepotismo con sus amantes y porqué demonios no va a Zara y se compra unos calcetines.

La lista sigue. Todos aquellos que fueron objeto de odio en un efímero brote de lucidez popular (Bush, Ana de Palacio, Powell, Rumsfeld, Blair, Berlusconi…) no sólo siguen impunes, sino que se pasean ufanos por cargos e instituciones, reciben premios y son homenajeados en entrevistas-fellatio.1

3.- LA PESADILLA

Insisto: lo más terrorífico de mi sueño era su carácter exageradamente cotidiano: el hieratismo de la locutora ante una noticia aberrante que brota de su propia boca, la pasividad de los televidentes y su contrariedad ante la indignación de un exaltado, la ausencia o escasez de protestas formales y de estallidos de ira popular en las calles…

Hace cinco años creímos que no se atreverían. Que éramos tantos y tanta nuestra ira que no, no podría llegar a pasar. Y pasó -¡joder si pasó!-, y mucho peor de lo que habíamos imaginado.

Han convertido el planeta en un gulag, pero las embajadas de EEUU mantienen sus cristales intactos. El Poder funciona a base de hechos consumados. Y los hechos consumados, al parecer, provocan amnesia. Seguimos leyendo a Orwell pero, puesto que «doblepensamos», somos incapaces de (o demasiado cobardes para) entenderlo hasta el punto de ver que se quedó corto.

He tenido una pesadilla demasiado parecida a la realidad. O vivimos una realidad demasiado parecida a mi pesadilla.



1Sin ir más lejos, uno de los protagonistas de mi sueño recibió recientemente un vergonzoso homenaje póstumo mal disimulado. Feo es autocitarse, pero por no alargar este artículo, os remito a «¡Habrá que hacerle un monumento!»

( http://www.rebelion.org/noticia.php?id=43071 ).