«Me multan por vender espárragos sin permiso y lo hago para no robar»
No quiere robar, pero necesita dinero, así que se dedica a coger del campo espárragos y caracoles para venderlos -a 3 euros el manojo y a 4 el kilo- a todo aquel que quiera comprarlos. Sus principales clientes son bares y restaurantes, pero si alguien se los compra por la calle, él los vende. Por ello, como las «mascletades» ya habían comenzado y el ambiente falleros se respira con fuerza en la capital, Juan Rodergo tuvo una idea y pensó en acudir a las inmediaciones de la plaza del Ayuntamiento para vender los 30 manojos de espárragos que estuvo recogiendo durante tres días. Si los vendía todos ganaría unos 60 euros. Pero la idea le salió cara.
La venta ambulante sin licencia está prohibida en la ciudad del Túria y la policía local persigue a los infractores con mano dura. Juan Rodergo fue multado el pasado lunes con 1.500 euros -entre la calle de la Estrella y la calle Julio Antonio- por vender en la vía pública sin permiso del ayuntamiento. Además, los agentes le requisaron los manojos de espárragos, «que trasladarán a la Casa Cuna al ser productos perecederos», según consta en la denuncia. Juan Rodergo se quedó hundido, y perplejo. «No sabía que era ilegal. Me he pasado tres días pasando frío y destrozándome las manos en Cheste para nada. Me he quedado sin los espárragos y ahora tengo una multa que no puedo asumir y que me llevará a la ruina», afirma este vecino de Alaquàs con la voz entrecortada.
Juan Rodergo trabajaba en el sector de las construcción (realizando pulimentos) hasta hace seis meses, que se quedó en el paro. A sus 66 años, el subsidio de 425 euros es el único ingreso que tiene, pero sus gastos lo dejan a cero a principios de cada mes. Con dos préstamos de 200 euros, conforme el dinero entra en su cuenta bancaria, sale. Su problema más inmediato es la deuda de 150 euros por la que le han cortado el agua. Ese es su objetivo inmediato: Conseguir dinero para saldar esta deuda, y al menos, poder cocinar y ducharse. Sabe que se encuentra en una situación difícil, pero se considera una persona luchadora, trabajadora y honrada. De ahí su indignación con el Ayuntamiento de Valencia y con la policía local de la ciudad.
«No son productos robados»
«No vendo naranjas, ni pimientos ni productos de la huerta que, evidentemente, tendría que robar. No quiero delinquir. Por eso me voy al campo a por espárragos, y cuando llueve, salgo a buscar caracoles. No hago mal a nadie. ¿Es preciso una sanción tan dura? Que me multen y hagan lo que quieran, pero me quitaran los espárragos y eso me pareció el colmo. Si no se puede vender en la calle que me lo digan y punto. Me iré con mis espárragos a otra parte o los intentaré vender a algún bar de la ciudad. Me siento humillado», afirma Juan.