Este sábado asistí a la Fiesta-Mitin del PCE, en la que aproveché -entre otras cosas- para reencontrarme con camaradas apreciados y conocer a otros, asistir a una reunión de «trabajo militante» en el ámbito de los medios de comunicación alternativos, etc.Pero lo fundamental del encuentro (en el plano político) son las conversaciones que mantuve con […]
Este sábado asistí a la Fiesta-Mitin del PCE, en la que aproveché -entre otras cosas- para reencontrarme con camaradas apreciados y conocer a otros, asistir a una reunión de «trabajo militante» en el ámbito de los medios de comunicación alternativos, etc.Pero lo fundamental del encuentro (en el plano político) son las conversaciones que mantuve con camaradas (del Partido o no) sobre la situación del PCE y su política, y sobre IU, su situación caracterizada por la existencia de un tumor extendido y de cómo revertir dicha situación. En este contexto sigo diciendo que los comunistas tenemos que estar cohesionados y trasladar unitariamente nuestros posicionamientos a IU y a la sociedad, caracterizando a nuestras posiciones por ser fusionadoras con las de otros compañeros y agrupaciones ajenas al Partido con el objetivo de refundar IU y de refundar cómo el Partido trabaja en la calle y en la propia IU. El camino que nos ha traído hasta aquí no es válido, ni en un espacio ni en el otro, así que es una obligación hacer un alto en el camino, estudiar nuestra trayectoria, cuáles han sido nuestros errores y seguido hacer planteamientos superadores que den lugar a otro escenario.
Y esto implica situarse por encima de nuestros dirigentes y los «aparatos», y explico qué quiero decir con esto. Tanto ellos como nosotros somos los que debemos someternos a lo aprobado en la Conferencia Política del PCE y en las resoluciones aprobadas en el máximo órgano de dirección del Partido (coincidente todo con el documento de «Otra IU es posible»). La apuesta generalizada de la militancia del Partido, aprobada en la Conferencia Política, es por una IU de carácter federal, anticapitalista, caracterizada por el desarrollo de la democracia interna, que los censos se ajusten a la militancia real (personalmente apuesto por un proceso de reafilización partiendo de cero), una IU como Movimiento Político y Social y no como partido político, etc. Es decir, el que se salga de estos márgenes, sean dirigentes o militantes de base, se estarán situando al margen de la política aprobada.
En el actual escenario la labor militante debe ser el aplicar en su ámbito estas políticas e intentar extender su hegemonía. Y esto hay que hacerlo huyendo de pactos por las alturas, sin pensar continuamente en la calculadora para ganar por un 1 % la Asamblea Federal, sin sectarismos hacia nuestros compañeros de IU que vienen o están en el otro lado de las trincheras levantadas por dirigentes irresponsables (De esto último pongo un ejemplo muy sencillo: Militantes de IU que apuestan por la limpieza de los censos con seguridad encontraremos en las tres «corrientes» principales de IU, así que nuestra obligación es trabajar conjuntamente con el conjunto de la militancia en todos aquellos puntos en los que coincidamos o podamos coincidir, creando puentes para relaciones políticas futuras -siempre sobre un programa político concreto, porque lo que tampoco podemos hacer es desideologizar el actual proceso.-), etc.
Por todo esto ha sido y sigue siendo fundamental, especialmente de cara al futuro, que el Partido se fortalezca. Para ello es muy importante dotarnos de estructuras que a día de hoy en muchas ocasiones tienen poco más que sentido nominal. Hay que seguir recomponiendo asambleas de base activas, los Comités Comarcales dotando a las distintas asambleas de una acción unitaria, Comités Provinciales que hagan de puente -activo- entre las asambleas inferiores y el Comité Regional y el Comité Federal, etc. Y para esto es fundamental repensar el modelo de gestión de la información interna del Partido, o mejor dicho, hay que diseñar un modelo comunicativo adecuado que permita a la militancia estar activa con una visión conjunta de las posiciones del Partido, de la situación interna del Partido, de la acción de los dirigentes -altos y medios fundamentalmente-, etcétera. Una política activa de los militantes del Partido -tanto en IU como en los movimientos sociales- y una política de información adecuada es lo que nos permitiría hacer del PCE un partido vivo con unas estructuras internas democráticas en las que la elaboración de la política y la gestión del partido se haga de abajo a arriba y de arriba a abajo. Lo contrario es la situación actual, en las que las asambleas de base se reunen escasamente, los comités provinciales en muchos lugares no cumplen con sus obligaciones, los Comités Regionales más que hacer de puente entre el órgano superior y la militancia obedecen en demasiadas ocasiones a las relaciones burocratizadas existentes en el Partido y con relación en IU, y somos multitud los militantes que realmente desconocemos muchas de las posiciones de nuestros máximos dirigentes en relación con las distintas familias (en el mal sentido) que componen IU. La crítica del modelo informativo es extensible a IU, pero sin embargo es entendible, porque la desconexión de la militancia con los movimientos de nuestros máximos dirigentes a nivel federal son la garantía de supervivencia de las distintas familias en IU y en el PCE.
En la reciente fase de la Asamblea Federal relativa al reparto de delegados y la clarificación del censo la militancia comunista tenemos la obligación de hacer llegar a nuestros órganos de dirección que no es posible refundar y relanzar IU si desde sectores del Partido se sigue apostando a que los censos sea un elemento de poder de los grupos hegemónicos ligados a prácticas de gestión burocrática. La posición desde un principio (han sido varios los meses que ha habido de plazo) debería haber sido la de una revisión de los censos en por lo menos las siguientes federaciones: Andalucía, País Vasco, Madrid, Castilla y León, Asturias, porque hay pruebas de sobra para afirmar que no se ajustan a la realidad. Además de denunciar la situación de Asturias en donde cientos de militantes han sido expulsados sin razón ninguna, o la exigencia de que Madrid o Cataluña tuviesen un número de delegados más acorde a las realidades de ambas federaciones. Personalmente comprendo que si los unos y los otros no presentamos censos veraces nadie quiere dar ejemplo ya que teme perder delegados a su favor que beneficiarán al de enfrente, pero así podríamos estar al final de los tiempos, y mientras IU habrá muerto.
Lo que podemos afirmar con total rotundidad es que el más, o más bien el único, grupo perjudicado por el censo son los que son críticos tanto con IU Abierta, como con la N-2 y con los sectores de la dirección del PCE ligada a los sectores afines a la mayoría andaluza, sectores de la dirección del PCM, etc.). Todos los demás grupos se niegan a presentar censos acordes a la realidad, fortaleciendo así su posición, y los que no estamos con unos ni con otros, y además queremos dar ejemplo, somos los que nos vemos perjudicados en esta situación. Realmente desconozco si el tema de los censos tiene alguna oportunidad más, pero si es así por mí bienvenida sea.
Así que el reto es el siguiente: Confluencia de los sectores «sanos» de las distintas «corrientes» en temas prepolíticos como los censos, democratización de la organización, etcétera, y a continuación iniciar un proceso de debate sobre cómo concevimos la izquierda, cuáles son nuestros objetivos a corto, medio y largo plazo, y sobre todo cuál es la estrategia en la gestión del programa (y digo esto último porque las fricciones entre nosotros han surgido siempre de las diferencias en la gestión del programa). Yo soy de los que tengo claro que una fuerza transformadora o revolucionaria no puede llevar política -en general- que ha llevado IU en los últimos tiempos, en primer lugar porque me es una afrenta ideológica y en segundo lugar porque entonces IU carece de razón de ser, pero con toda probabilidad es mucho más fácil diseñar una gestión del programa transformadora o revolucionaria si realizamos el debate desde la base, abriendo nuestras puertas a todos los que se fueron y todos los que están en los movimientos sociales, sindicales, etc.
Ese es el reto del futuro, en el que los comunistas estamos obligados a jugar un papel de gran importancia. Hacer del PCE un instrumento de hegemonía, vanguardia y vertebración y de IU un instrumento aglutinador, convergente, de elaboración colectiva.