Los datos del INE son espeluznantes. El importe medio de los créditos hipotecarios aumenta un 48% en marzo respecto al mismo mes del año anterior y por finca hipotecada crece un 20%. Es decir, pedimos créditos cada vez más elevados para pagar pisos de precios cada vez más altos. La burbuja de la vivienda está […]
La burbuja de la vivienda está a punto de estallar. En poco más de un semestre hemos pasado de crucificar a los autores de aquel informe del Banco de España que alertaba de la pompa de los precios de la vivienda y que un Caruana cariacontecido tuvo que requetematizar a convocar a las meigas para que eviten lo que se nos viene encima… a juzgar por el chaparrón de informes que hablan de desaceleración.
Veamos. Sólo en el último mes hay una veintena de documentos de organismos, instituciones, brokers, servicios de estudio y consultores en este sentido. Desde la caída de precios que provocará un parón económico en España, tal y como vaticina Bestinver, pasando por un frenazo en la inversión en vivienda que prevé Pricewaterhouse, sin olvidar la burbuja inmobiliaria como un riesgo global mayor que el del precio del petróleo del siempre ácido The Economist.
Así lo han alertado el Banco de Pagos Internacional y esa OCDE que habló de aquella mal traducida «caída fuerte o brutal de los precios». El propio Banco de Inglaterra ha advertido sobre el impacto negativo en los hogares de una subida de los tipos de interés y otra vez el mismísimo Caruana ha subrayado que un dinero más caro puede perjudicar a las familias con intereses inmobiliarios.
Dice BBVA que el precio de la vivienda crecerá un solo dígito este año y prevé que la demanda se ralentice, al tiempo que promotores y constructores confirman un enfriamiento de los precios de la vivienda. Pese a ello, los datos oficiales dicen que en el último trimestre crecieron un 17% interanual. Entre todos estos opinadores también se encuentra Eugenio Domingo Solans, quien, el 24 de mayo, decía que no había burbuja inmobiliaria en España.
El miedo es libre y se dice que cuando la palabra «burbuja» o «recesión» empieza a estar en los titulares de todos los periódicos es que hemos entrado de lleno en ellas.
Autoridades de medio mundo y organismos españoles pretenden poner la venda sobre la herida para que, en caso de que estalle, no provoque pánico. Es complicado que en un mercado menos líquido que la bolsa se produzca una venta masiva, a no ser que los tipos de interés suban de modo extemporáneo, cosa que no parece probable en Europa, o el problema del paro se agudice y el consumo se paralice.
No se espera, sin embargo, una subida explosiva de intereses ni en Estados Unidos ni mucho menos en Europa. España, además, se salva de un precio del dinero más caro por su presencia en la Zona Euro porque, con una inflación del 3,5% anual, los tipos de interés deberían estar, al menos, en el 4,5%, como en Inglaterra.
Aparte, la economía española depende en gran medida de la construcción, que ladrillo a ladrillo cimienta el 10% del PIB y aporta varios puntos al empleo, según un estudio de Caixa Catalunya. Una dependencia y un desequilibrio peligrosos, difíciles de enderezar sin descalabro para el sector.
La burbuja va a explotar como el cuento del lobo. Estamos muy lejos de la venta masiva de pisos, de un paro desenfrenado y de una morosidad achicharrante para los balances de los bancos. Además, los tipos de interés suben… pero poquito.
La pompa de la vivienda va a estallar aunque, por ahora, es sólo boato.