Si el proceso de profesionalización de las Fuerzas Armadas no se ha desplomado ya hace unos años es gracias al aporte personal precisamente de los colectivos víctimas del sistema que las Fuerzas Armadas sostienen con la ultima ratio de las armas. Excluidos del sistema educativo en situación de precariedad, mujeres y, cada vez más, inmigrantes, […]
Si el proceso de profesionalización de las Fuerzas Armadas no se ha desplomado ya hace unos años es gracias al aporte personal precisamente de los colectivos víctimas del sistema que las Fuerzas Armadas sostienen con la ultima ratio de las armas. Excluidos del sistema educativo en situación de precariedad, mujeres y, cada vez más, inmigrantes, son los objetivos preferentes de la agresiva y omnipresente propaganda del Ejército, y deciden meterse en la «boca del lobo» ante las condiciones de un mercado laboral que los discrimina y/o unas leyes racistas que les cierran las puertas. Son las paradojas del sistema de dominación y violencia en el que vivimos…
La muerte del joven soldado Jorge Arnaldo Hernández Seminario en Afganistán el pasado 8 de julio marcó un antes y un después en la historia militar española. Él fue el primer inmigrante alistado en el Ejército que perdía la vida durante una misión en el exterior. Era peruano, como otros 125 que actualmente sirven a una bandera que no es la de su país de origen. Su fallecimiento dejó a la vista una realidad en la que muchos podrían no haber reparado hasta que la noticia saltó a los medios de comunicación.
La presencia de militares extranjeros en el Ejército español es cada vez más notoria. No sólo responde a una mera necesidad de reclutamiento o a la incapacidad del Estado de atraer nuevos soldados nacidos en el país, sino que también es consecuencia directa del fenómeno migratorio que vive la sociedad civil desde hace aproximadamente una década.
Las cifras no hacen sino corroborar que el incremento de efectivos se sucede a buen ritmo. Si en 2005 se alistaron poco más de un millar de foráneos, a mediados de este año casi 5.000 extranjeros habían presentado su solicitud de acceso a las Fuerzas Armadas. El pasado mes de noviembre 1.359 habían firmado ya como militares profesionales de tropa y marinería, lo que supone el 36,7% de las 3.700 plazas que se han cubierto este año, aunque el objetivo inicial era reforzar la milicia española con una ‘inyección’ de más de 6.300 soldados antes del 31 de diciembre.
El Ministerio de Defensa pretendía aumentar hasta los 80.000 efectivos los 73.641 que engrosaban la tropa a principios de año. En total, ya son 3.548 los inmigrantes que forman parte del Ejército, por lo que estas últimas incorporaciones elevan al 4,6% la presencia total de extranjeros entre los 77.352 profesionales castrenses-63.693 hombres y 13.659 mujeres- que nutren hoy el cuerpo en la escala de Tropa y Marinería. El máximo por ley es el 7%.
En su mayoría se trata de ecuatorianos y colombianos-1.528 y 1.326 respectivamente- seguidos muy de lejos por los bolivianos-159-. La mayoría son hombres-2.938- aunque en diez meses el número de mujeres casi se ha duplicado, pasando de 338 a 610. A pesar de que la convocatoria anual es única, hay once ciclos mensuales de selección. Sólo en el primero, se ofertaron 1.263 plazas para inmigrantes y en el actual (el undécimo) han sido 193 más.
En Asturias, en el acuartelammiento Cabo Noval, hay 53 extranjeros que se han alistado al Ejército en los últimos tres años. 28 militares proceden de Ecuador -cinco de ellos son mujeres-, 19 de Colombia, 3 de la República Dominicana, 2 de Venezuela y uno de Uruguay. Ampliación del cupo
Desde que en 2002 el entonces titular de Defensa, Federico Trillo, abriese las puertas del las Fuerzas Armadas a los ‘no nacionales’ con un cupo máximo de 2%, éste se ha ido ampliando tímidamente mientras las mejoras en las condiciones laborales de los efectivos iban haciéndose patentes. Además de elevar hace dos años la cota máxima al 7% de presencia en la plantilla, el ex ministro José Bono también impulsó la mayor subida salarial a los soldados de la historia reciente-un 18,6% para el personal en activo y un 5,8% para el de reserva a aplicar paulatinamente hasta 2008- por medio de la nueva ley de Tropa y Marinería, aprobada el pasado mes de abril. Ahora ganan unos 13.400 euros brutos al año, cuantía que puede variar en función del destino que les sea asignado.
«Con la nueva normativa hemos notado un incremento importante en el número de extranjeros interesados en ingresar en el Ejército. No hay duda de que les ofrece mejores perspectivas de futuro», razonan fuentes de Defensa. Pero la estabilidad económica que puede aportar pertenecer a las Fuerzas Armadas no es la única razón que explica su interés por convertirse en profesionales castrenses. La vocación, la obtención de la nacionalidad española y la tradición familiar también juegan un papel importante en esta decisión. Compromiso de 6 años
Los requisitos exigidos a los extranjeros son los mismos que a los ‘nacionales’, salvo que además deben contar con un permiso de residencia permanente o temporal. La nueva ley también amplió el compromiso del colectivo hasta los 6 años. Una vez cumplidos, y si han solicitado la nacionalidad española, pueden ampliarlo hasta un máximo de tres. Adquirir la ciudadanía es condición ‘sine qua non’ para poder firmar un contrato de larga duración y acceder a las escalas de suboficiales y oficiales.
Un punto importante es que los reclutas de origen latinoamericano o ecuatoguineano -los únicos que pueden acceder a las Fuerzas Armadas españolas por razones culturales, históricas y lingüísticas- han logrado introducirse ya en casi todas las unidades de los tres ejércitos dejando atrás la restricción que les obligaba a ejercer en las más duras -llamadas ‘de choque’- como la Brigada Paracaidista, la Legión, el Tercio de la Armada y el Escuadrón de Zapadores Paracaidistas. En el de Tierra suponen el 3,8% del total, en la Armada el 0,7% y en el Ejército del Aire representan el 0,1%. La Brigada Paracaidista, con un 30% de extranjeros, es la unidad de combate con más foráneos.
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