En estos días se han publicado en los medios de comunicación resúmenes y comentarios sobre un documento que ha elaborado Julio Anguita, con el que en los últimos años comparto elaboración de ideas, tanto en el seno del colectivo Prometeo como a través de medios electrónicos. Ante esas noticias, le pedí ayer mismo que me […]
En estos días se han publicado en los medios de comunicación resúmenes y comentarios sobre un documento que ha elaborado Julio Anguita, con el que en los últimos años comparto elaboración de ideas, tanto en el seno del colectivo Prometeo como a través de medios electrónicos. Ante esas noticias, le pedí ayer mismo que me remitiera el documento completo («No hay tiempo para más dilaciones») que él había elaborado días atrás para el debate colectivo, y en muy pocas horas lo recibí en mi correo electrónico.
Tengo que manifestar que me siento integrante de uno de los colectivos destinatarios del texto, pues, desde el 30 de septiembre de 2007 no formo parte de Izquierda Unida, después de más de 17 años militando (tercera generación de militantes comunistas) en esa fuerza política en la agrupación de la Ciudad de Córdoba, al no entender casi nada de lo que estaba planteando y ejecutando Izquierda Unida. Por esto digo que me siento muy identificado con los objetivos del texto de Julio Anguita, por que metodológicamente parte de la premisa de que no se puede refundar Izquierda Unida de modo endogámico, con los que están, si no que plantea la necesidad de contar en ese proceso con personas que ya no están, con colectivos sociales, etc.
De las ocho páginas que tiene el documento, que comparto en buena medida, me parece especialmente valiente y audaz que diagnostique a Izquierda Unida como un «proyecto político en vías de extinción», y lo explica expresando que «los resultados electorales del 9M no han hecho otra cosa que evidenciar lo que ya era un hecho; IU no tiene más entidad política que sus siglas, una marca devaluada en el mercado electoral y mediático sin incidencia alguna en ningún sector social. La casi total pérdida de representación en el Parlamento no es otra cosa que un ajuste a la realidad». Sinceramente creo que para solucionar un problema lo primero que hay que hacer es reconocerlo sin paliativos, para poder iniciar un proceso sincero de solución real.
Y otro elemento esencial que plantea es que «la refundación de IU no puede hacerse en clave endogámica, sería un comienzo estéril. Es preciso una convocatoria abierta a colectivos, personas, ex – militantes, etc, par comenzar un proceso por el cual se debatirán y fijarán los ejes, compromisos y características de la nueva IU». Me parece clave esta metodología de trabajo que plantea, que no tiene nada que ver con la maquinaria o parafernalia reglamentista de una asamblea federal al uso.
Al hilo de la necesidad de debatir sobre esos nuevos retos, considero, a modo de propuesta, que ese nuevo movimiento político debería debatir sobre las estrategias a seguir para definir y aplicar nuevas políticas públicas de transformación social en nuestro país. Desde mi punto de vista, tres debieran ser los grandes elementos ideológicos y programáticos. En primer lugar, impulsar y proteger los valores y principios democráticos. Un segundo bloque sería la aplicación de políticas para garantizar el cumplimiento efectivo de los contenidos del Estado del Bienestar (objetivos programático-constitucionales del Estado Social), abordando convenientemente la financiación de dichas políticas sociales. Y por último, el diseño de estrategias decididas para la defensa y protección del medio ambiente.
Estos grandes bloques programáticos se concretarían en objetivos más concretos, a modo de contenidos en torno a los que deberían articularse las propuestas de actuación de esta nueva fuerza política, para la implementación de procesos de profundización social real. Entre ellos, programas públicos de impulso decidido a la formación y cultura de la ciudadanía para hacerla más crítica, comprometida y más democrática; medidas legislativas y financieras firmes para hacer efectiva la estricta igualdad entre la mujer y el hombre; políticas locales y autonómicas de tolerancia cero con la especulación urbanística y otros atentados a los valores naturales del territorio; medidas legislativas para la calidad en el empleo y apoyo firme a las personas que sufren la lacra del desempleo; o la apuesta por modelos de servicios públicos extensivos en prestaciones.
En definitiva, considero que se puede abrir una cierta posibilidad de construir algo nuevo, más democrático en lo interno y en lo externo, más cercano a los problemas reales del ciudadano, más dinámico, más transparente, que cuente sinceramente con su gente tanto para la elaboración colectiva de propuestas como para la administración y ejecución de los programas en aquellos ámbitos institucionales en los que les corresponda gobernar. Empecemos ese camino.
Ángel B. Gómez Puerto es abogado y Doctorado en Derecho Público por la Universidad de Córdoba.