La próxima Gran Marcha de la Dignidad sí entrará en el Parlamento. La impotencia que nos vienen construyendo, en base a torrenciales acosos, propia del «shock» que ilustra Naomi Klein, ha comenzado a hacer aguas. Las puertas giratorias que desembocan, para los facilitadores, en paraísos fiscales de mareantes privilegios, podrían pronto empezar a darles sorpresas […]
La próxima Gran Marcha de la Dignidad sí entrará en el Parlamento. La impotencia que nos vienen construyendo, en base a torrenciales acosos, propia del «shock» que ilustra Naomi Klein, ha comenzado a hacer aguas. Las puertas giratorias que desembocan, para los facilitadores, en paraísos fiscales de mareantes privilegios, podrían pronto empezar a darles sorpresas desembocando en celdas repletas de «honorables».
Un gran festín que marca de indelebles lamparones a quienes nos gobiernan y a quienes desde la pseudo-oposición miran para el mismo lado lado, siguen siendo las energías dependientes (no en vano nuestro propio monarca en funciones es el mismísimo rey de las comisiones petrolíferas ¿Transmitirá esta prebenda a su sucesor?). «Honorables» expresidentes y sus más solícitas camarillas disfrutan de mullidos sueldos vitalicios por los servicios prestados: de robo a la población y decretada impunidad para los pillados con las manos junto al botín ¿Qué queda para la avaricia desmedida de los actuales beneficiarios de las eléctricas y para las delictivas actuaciones, a su favor, de nuestros gobernantes? Queda ir, más demencialmente aún, en contra de las demandas más desesperadas, más inexorables de la tierra que habitamos, aquella que nos da cobijo y que nos nutre, aquella que ahora asfixiamos por todos los medios, forzamos como el hígado de los gansos para extraer todos los posibles huevos de oro, antes que lo hagan otros, otros ávidos genocidas de guante negro.
A contracorriente de las desesperadas alertas de auxilio, los gobernantes de nuestro país, lejos de asumir responsabilidad alguna, aprietan la bota o el afilado tacón sobre el cuerpo que se hunde, para extraerle sus últimas pertenencias, con el apoyo logístico de toda la maquinaria punitiva, prevaricadoramente legal, del estado. Mientras las energías renovables son el medio más urgente para cortar la dependencia de los combustibles fósiles, cuya capacidad de envenenamiento del planeta está al límite, el gobierno de Mariano Rajoy les pone freno, paraliza instalaciones y proyectos en marcha, los ahoga en la mayor medida posible para que las eléctricas de nuestro país, que son las que más ganan de Europa, no tengan competencia, puedan ganar aún más y tengan más que repartir a sus mortíferos beneficiarios. Nada parece importarles la reciente Alerta lanzada por el IPCC, el grupo de científicos más prestigioso del mundo en ciencia climática: «Las predicciones para mediados del presente siglo respecto a un Ártico cada vez más desprovisto de hielo, a estallidos inmensos de gas metano desencadenando tsunamis en el Atlántico Norte y a niveles marinos creciendo varios metros por todo el planeta, nos siguen aún pareciendo cosas de ciencia-ficción. Pero para un número cada vez mayor de científicos que estudian las Alteraciones Antropogénicas del Clima (ACD, por sus siglas en ingles, es decir, el cambio climático), estos dramáticos pronósticos son posibilidades muy reales en un futuro no tan lejano a causa de la desaparición de la capa de hielo del Ártico«.
Mientras, la opinión mundial continúa siendo confundida por algún otro científico vendido a los negacionistas, a sueldo de las compañías mas criminales del petróleo y el fracking, como La Shell, BP, Chevron o Exxon que publicarán en todos los medios lo que convenga a sus intereses económicos, para seguir engañando, explotando y envenenando.
Por encima del engaño sistemático las evidencias nos golpean, de manera que el mismo Obama, que por un lado presume de promover los intereses de sus petroleras, por otro alerta de los efectos del cambio climático (Obama «pide acciones urgentes» contra los efectos del cambio climático). El actual gobierno de España, a contracorriente de las demandas de todos los convenios internacionales sobre reducción de emisiones, con el fin de favorecer los intereses de sus eléctricas, dependientes en gran medida de los combustibles fósiles, destruye muchos miles de empleos, aplicando ciegamente una moratoria de las energías renovables sin tener en cuenta que estas energías recortarían significativamente dicha dependencia y darían oxígeno al planeta. Las denuncias de los afectados por estos hechos son ingentes pero la respuesta es la adaptación de nuestras refinerías para procesar arenas bituminosas que podríamos definir como petróleos supercontaminantes o comenzar, contra la oposición de los habitantes de las islas, las prospecciones de Repsol en Canarias.
Entretanto, las constantes vitales del planeta se alteran irremediablemente, aunque los remedios están cantados. Ante una situación tan extremadamente grave parece no tener límite la avaricia de estos gángsters que necesitarían miles de vidas para poder gastar los billones que acumulan arrebatándolos al hambre. También ellos mismos y sus propios descendientes sufrirán las inminentes subidas de las temperaturas del planeta, en progresión suficiente para provocar en breve, feroces sequías o irreversibles inundaciones donde ahora hay tierra fértil. Sus propios descendientes no tendrán zulos de oro donde esconderse cuando la población enloquezca. En este sentido nos decía Noam Chomski, recientemente, en su artículo Las Perspectivas de supervivencia: «Para decirlo sin ambages, en el cálculo moral del capitalismo de hoy, un mayor bono mañana vale más que el destino de nuestros nietos«.
Mientras, los fiscales y jueces que reverencian a los grandes criminales encarcelan por años a quienes denuncian, denunciamos, en las calles.
Y, aún así, puesto que habéis declarado la guerra a la ciudadanía y al planeta, la insurrección no tendrá limites, nos llamarán terroristas, antisistema, bolivarianos o simplemente rojos de mierda, pero la insurrección no tendrá límites. La próxima Gran Marcha de la Dignidad sí entrará en el Parlamento.
Nota: Insurrección sólo es resucitar, pero muchos y muchas al mismo tiempo.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.