La actual campaña electoral por la Presidencia en Colombia entra en la recta final o última semana. Se caracteriza como un reciclaje de alcantarilla, en que dos fuerzas del Establecimiento enfrentadas por insalvables contradicciones «en las alturas», representadas en el candidato- presidente y otro opositor de extrema derecha Uribeña, representado en el Centro Democrático y […]
La actual campaña electoral por la Presidencia en Colombia entra en la recta final o última semana. Se caracteriza como un reciclaje de alcantarilla, en que dos fuerzas del Establecimiento enfrentadas por insalvables contradicciones «en las alturas», representadas en el candidato- presidente y otro opositor de extrema derecha Uribeña, representado en el Centro Democrático y en el que, éste último, es acusado de cometer delito contra la seguridad del Estado colombiano, al manejar información de inteligencia privilegiada contra la Insurgencia interna, encontrándose ad portas de ser vinculado a indagatoria por la Fiscalía General de la Nación. En cualquier nación del mundo, tamaña sindicación da para la renuncia del candidato electoral; salvo en Colombia, en que sobre las piaras de la inequidad, el bufón de turno continua en su escena de saltimbanquis, manejando los votos cautivos y de incautos, erigiéndose en «victima» y por ende, en indicado para imponerse en la retoma del fascismo presidencial, en Colombia.
La desnaturalización de la Paz
Resultó inevitable la contaminación del tema de la búsqueda por la paz en Colombia, en el nauseabundo torbellino del debate electoral, representado en la táctica de la picada de avispa, para enfrentar la aspiración de repetición oficial presidencial.
La hegemónica dictadura oligárquica en Colombia, tornó en Santista y Uribista y ésta última plegó el abanico táctico de varias candidaturas o aspiraciones electorales, para ahogar, en ensordecedor zumbido y aleteo, a la candidatura de concepción de Frente Popular, representada en la alianza Polo- Unión Patriótica (UP).
Los enfrentados al Santismo, de previo se acercaron y conversaron con el Ubérrimo. La candidata del desvencijado y minoritario partido tradicional conservador, es espejo del alma militarista uribeña. El candidato de Alianza incolora- Peñaloza- al impulsar su nombre se acogió al enjambre de avispas uribeñas, demostrando sus fuertes lazos ideológicos y jugando en la cuerda floja, perdió el apoyo de los Progresistas de Petro y compañía. Solo una candidatura digna, la representada en dos excelsas damas: Clara y Aida, enfrentó valerosa la aspiración oficial de reelección presidencial y la de la salida militarista al conflicto armado interno colombiano. Esas dos valerosas mujeres colombianas, merecen todo el apoyo y reconocimiento ante su valiosa gesta; en tan difícil campaña electoral por la que han transitado. Ratifica que el camino de la participación política de la izquierda en Colombia, ante un panorama de Terrorismo de Estado, es una vía de uso que raya en lo imposible.
La pauta política de la insurgencia
En la idiosincrasia del comportamiento político del pueblo colombiano, hará historia la acertada y racional decisión de las Insurgencias del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y de las Fuerzas Armadas Revolucionarías de Colombia- ejercito del pueblo (FARC-ep) de decidir declarar una tregua unilateral, durante el desarrollo de la actual campaña lectoral: «ordenamos a todas nuestras unidades cesar cualquier acción militar ofensiva contra las Fuerzas Armadas del Estado o la infraestructura económica, a partir de las 0 horas del martes 20 de mayo, hasta las 24 horas del miércoles 28 de mayo», reza la parte pertinente del Comunicado firmado por los máximos comandantes insurgentes, Gabino y Timochenko. Esa coordinación de inspiración Bolivariana, despliega importante semblanza a nivel nacional e internacional y la ratificación del carácter beligerante de las Insurgencias colombianas. Re posicionan su papel de actores políticos, cuando las condiciones lo exigen y su accionar militar, cuando la cruda guerra civil en ascenso, en Colombia, lo impone. Genera enseñanza para el acerbo político del pueblo colombiano, al emitir inequívoco lenguaje que en tanto las oligarquías se devoran a dentellada caníbal «en las alturas», esa expresión de satanizada calificación de lucha popular, otea, cual atalaya enhiesta, el ineluctable paso histórico de los acontecimientos.
El destino del voto popular
Pero por desventajosa que pareciere la aspiración presidencial de la formula de izquierda Polo-UP, votar por la dupla Clara- Aida está al orden del día.
El electorado de la izquierda no puede caer en confusiones por los enunciados cabalísticos que las metodologías pro balísticas imponen en el ánimo del electorado. Los sondeos electorales inmediatistas de las propuestas de las diferentes consultas a que acuden los exponentes del Santismo-Uribismo, buscan es el conduccionismo mediático de la opinión pública. Causan mayor daño las consignas del tal «voto útil» o «no bote su voto» que los mismos barómetros de ascendencia o desmejora de los privilegiados e impuestos presuntos punteros. El arma ideo-político de la izquierda radica en el voto consiente y participativo; no atado, ni amarrado, ni cautivo. La desvergonzada utilización del tema de la paz en Colombia, hace carrera entre los votantes populares, que ven como peligro inminente que si no es reelegido Santos, fracasa la paz. Nada más falso!. Si se impusiere el fascismo presidencial, podrán patear la Meza de La Habana. Pero no podrán borrar ni desconocer lo acordado (no pactado) hasta la fecha. Los Tres Temas acordados, ya corresponden al marco estatal colombiano y también al acerbo de la política y la comunidad internacionales.
Lo de Tierras; lo de Participación Política; sobre lo de Narcotráfico, trascendió las fronteras patrias y es de interés de la Comunidad Internacional. Lo de «Nada está acordado hasta que todo esté acordado» implica que todo lo hasta ahora conversado y acordado no está supeditado a la suerte de la carrera por la reelección de Santos. Es más, evacuados y acordados todos los puntos de la Agenda gobierno- insurgencia, sobreviene la participación mediante la consulta popular. Ya se ha enunciado el costo político que implicaría desconocer todo lo andado, por parte de la oligarquía colombiana o su tendencia imperante. Lo ya acordado, hasta hoy, constituye visible bandera reivindicatoria y política del pueblo colombiano. Esto va parejo con la movilización social y el proceso constituyente étnico popular y amplio.
Estoy seguro que la Insurgencia no será inferior al reto histórico de combatir con todas sus fuerzas el respeto a lo acordado; como tampoco que el pueblo colombiano, que es superior a sus dirigentes, aceptará, sin luchar, que el logro de la solución política y pacífica al conflicto interno militar, político, social, étnico y ecológico, se esfume de sus manos.
La Historia de los pueblos nos enseña que los pueblos logran la victoria que se proponen.
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