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Zapatero cambia de gobierno

La «rectificación» realmente existente

Fuentes: Rebelión

CC OO y UGT reclamaron el 29-S una «rectificación» al presidente del gobierno. Pues aquí la tienen. Los bailes de carteras y los fichajes (antes de entrar en la parte seria, permítaseme una mención a la notable carrera política que está haciendo Rosa Aguilar: un modelo, un ejemplo, o un señuelo, para las nutridas filas […]

CC OO y UGT reclamaron el 29-S una «rectificación» al presidente del gobierno. Pues aquí la tienen. Los bailes de carteras y los fichajes (antes de entrar en la parte seria, permítaseme una mención a la notable carrera política que está haciendo Rosa Aguilar: un modelo, un ejemplo, o un señuelo, para las nutridas filas de seguidores de la real-politik), estos bailes y fichajes, digo, son toda la «rectificación» que quiere hacer el presidente del Gobierno, y no afectarán en nada significativo a su política económica y social. No están los tiempos para metáforas taurinas, pero en este momento no se me ocurre otra: se trata de que veteranos del capotazo -como Rubalcaba o Jáuregui, con la colaboración de Valeriano Gómez, que fue nada menos que «coordinador del diálogo social» en los tiempos del ministro Caldera- metan al 29-S «en los corrales».

Porque ese 29-S sobre cuyo fracaso cuentan y no acaban, encuestas, editoriales, tertulianos, en buena compañía con los portavoces de la CEOE… ha obligado a Zapatero a diseñar un gobierno que intente desactivarlo. Ésta es la base del nuevo gobierno. Añadamos que el ascenso de Rubalcaba y la popularidad de su curriculum «antiterrorista» busca ganarle la partida al PP en el electorado «de centro». Los demás cambios son marginales: ya sabíamos que las carteras de Exteriores o Sanidad se las dan a cualquiera.

Si relacionamos la llegada de la triada Rubalcaba+Jauregui+Gómez con el próximo relevo en la presidencia de la CEOE está claro que el «diálogo social» ha resucitado. El desafío es de talla. Porque para Zapatero no se trata de cambiar de política, sino de permitir su aplicación. Y la primera condición para ello es bloquear el nuevo ciclo de movilización social que el 29-S puede haber iniciado y que es la posibilidad, la única y esperanzadora posibilidad que tenemos quienes hicimos y apoyamos la huelga: la población trabajadora, los sindicatos, los movimientos sociales, la izquierda social y política… para hacer fracasar las política de «ajuste» del gobierno, desde la «reforma laboral» hasta las amenazas próximas de «reforma de las pensiones», de la negociación colectiva, etc.

Sin duda, algo cambiará en la acción del gobierno, además de las caras, las formas, y otras modalidades de la política espectáculo,… Quizás los tiempos de aplicación de tal o cual medida; quizás aquella o esa otra «compensación»; quizás algún número se redondee a la alta o a la baja por aquí o por allá… Pero nadie en la izquierda social y política que sepa de qué va esto puede creerse que Zapatero vaya a cambiar una coma en los fundamentos de una política para la que ha peregrinado a pedir la bendición en todas las basílicas de los «mercados». Y por cierto, además de hablar de los que vienen y los que se van, no conviene olvidar a los que se quedan: Salgado y su equipo, lo que también lleva incorporado un mensaje, claro como el agua clara.

Así que el desafío tiene una componente inmediata, simple y fundamental: hay que mantener el programa de reivindicaciones compartidas el 29-S, o sea, retirada de la «reforma laboral» y de los planes del gobierno sobre la «reforma de las pensiones». «Retirada» significa «retirada», no «negociación». Primero, la retirada; después, ya veremos. Hay más razones que nunca para se confirmen las acciones anunciadas para diciembre, en sintonía con la ola de protestas que está recorriendo Europa.

Pero tiene también una componente decisiva a medio plazo: mantener activa la voluntad de resistencia social que se expresó el 29-S y realizarla en acciones y movilizaciones que se propongan derrotar a la economía política de los mercados y poner en marcha, junto con toda la multitud que la está rechazando en Europa, un proyecto de economía solidaria cuyo fundamento sea el derecho a vivir dignamente. Esa política necesita otra izquierda, una «izquierda de izquierdas», que debe hacerse bien visible ya.

Miguel Romero es editor de VIENTO SUR

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.