Miembros de la organización independentista vasca Askapena fueron recientemente acusados por medios de comunicación colombianos de tener enlaces con ETA y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En su labor internacionalista, cinco integrantes de este colectivo han viajado en varias ocasiones a Colombia y Venezuela. Beatriz Ilardia, una de ellos, respondió por correo a […]
Miembros de la organización independentista vasca Askapena fueron recientemente acusados por medios de comunicación colombianos de tener enlaces con ETA y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En su labor internacionalista, cinco integrantes de este colectivo han viajado en varias ocasiones a Colombia y Venezuela. Beatriz Ilardia, una de ellos, respondió por correo a nuestras preguntas sobre su situación actual y las razones de su lucha.
¿Cuáles son las acusaciones que pesan en su contra?
No lo sabemos exactamente, aunque extraoficialmente hemos tenido conocimiento de la apertura de una supuesta investigación por parte de la Fiscalía colombiana, ante lo cual no sabemos si hay acusaciones o de qué pueda tratar dicha investigación.
Tenemos constancia de diferentes informaciones y/o acusaciones de los medios de comunicación: la primera a finales de junio en el Canal UNO. En el noticiero de este canal se nos presenta, a los 5 brigadistas que estuvimos el año pasado en Colombia, como a presuntos miembros de ETA que visitamos presos políticos de las FARC, ELN y EPL, dando a entender una labor de enlace y haciéndonos responsables de ello. En esa noticia difunden nuestras fotografías junto a nuestros nombres, apellidos y números de pasaporte.
La segunda fue a finales de julio en el diario Vanguardia Liberal, de Bucaramanga, que publicó una noticia en la cual se difunden informaciones hablando de la visita de la brigada de Askapena a la cárcel de Palo Gordo (Girón) de Santander, en agosto del 2007; haciendo ver que la misma tenia como finalidad el supuesto enlace ETA-FARC.
En el mismo artículo de prensa se añade que una de las brigadistas entra y sale de manera ilegal del país en dos ocasiones en los dos últimos años. La falsedad de este hecho es fácilmente demostrable por la constancia de los sellos en el pasaporte de entrada y salida a este país.
Sabemos únicamente de estas dos noticias e ignoramos si ha habido más, ya que en ningún momento han tratado de ponerse en contacto con los cinco brigadistas para poder contrastar la información.
¿Han recibido amenazas?
Sí. El día 19 de julio un brigadista recibió una llamada a su teléfono en nombre de las Águilas Negras (1), afirmando que nosotros eramos los voceros de la guerrilla en Europa y amenazándonos de muerte. Dicha llamada, por el prefijo, sabemos que fue hecha desde Caracas.
¿Cómo interpretan estas amenazas?
En Colombia, en Euskal Herria y en otros muchos lugares son por todos conocidos los paramilitares y sus amenazas. Muchos estados como el colombiano, el español y el francés, utilizan todos sus aparatos oficiales y no oficiales para sembrar el miedo y hacer desaparecer todos aquellos movimientos de liberación nacional, revolucionarios o que tienen como finalidad la transformación social.
Esta amenaza la enclavamos en el contexto de una misma estrategia: por una parte el continuo espionaje y seguimiento policial (así como consta en la noticia difundida por Vanguardia Liberal, que delata el seguimiento realizado por la inteligencia colombiana a una de las brigadistas en marzo de este mismo año); por otra parte el acoso mediático que persigue la intoxicación y criminalización para así «preparar» a la sociedad; y por último, una vez que los medios han preparado a la sociedad es cuando actúa el poder judicial, convirtiendo la solidaridad entre los pueblos en delito. Así fue en nuestro caso: primero manipulan los medios, luego vierten amenazas y finalmente la Fiscalía abre un supuesto proceso judicial en nuestra contra.
En todo este contexto, no es casual la visita del juez Garzón y el fiscal español Javier Zaragoza (conocidos por sus innumerables atropellos contra la disidencia vasca) en Bogotá, en las mismas fechas que se producen estos hechos.
A nadie se le escapa que tanto el Estado español como el colombiano tienen todos los frentes abiertos para tratar de evitar por todos los medios la solidaridad internacionalista entre la lucha de ambos pueblos.
¿Cuál es el trabajo de su organización y cual era el motivo de sus visitas a Colombia?
En la actual coyuntura colombiana hay activistas que trabajan por el respeto de los derechos humanos, que denuncian los atropellos de las transnacionales, de los paramilitares y del propio gobierno.
Los sindicalistas y militantes políticos que continúan en la defensa de sus derechos, los mismos que utilizan la palabra como forma de lucha, son diariamente reprimidos, desaparecidos y asesinados. Otros muchos, ante esta situación, deciden tomar las armas y con ellas luchar por la transformación de esta situación.
No hay que olvidar que en Colombia cada vez que se ha intentado participar políticamente en la «democracia burguesa», esa opción política ha sido aniquilada.
Cuando desde nuestra organización internacionalista, Askapena, acudimos a Colombia como brigada, nos reunimos con sindicalistas, visitamos a presos políticos que están en cárceles de exterminio colombiano, nos reunimos con los que defienden los derechos humanos, etc.
¿Y todo esto para qué? Para que en Euskal Herria, a la vuelta, trabajemos la solidaridad con el pueblo colombiano, difundiendo la campaña de boicot contra la Coca Cola, manifestándonos como lo hicimos en el llamamiento internacional del 6 de marzo por el intercambio humanitario, dando conferencias sobre la realidad colombiana, publicando artículos de opinión y difundiendo informaciones de primera mano.
¿Cree usted que estas acusaciones son una nueva criminalización de la lucha de los pueblos vascos y colombianos?
Son conocidas las agresiones que sufren las luchas de liberación de Euskal Herria y Colombia: asesinatos a manos de paramilitares, torturas, desproporcionadas penas de cárcel, anulaciones sistemáticas de los derechos civiles y políticos, ilegalizaciones de las organizaciones sociales y políticas, etc.
El objetivo de este último ataque es hacer desaparecer el afán internacionalista, aislar a los pueblos en lucha y convencer a los militantes y revolucionarios que le hacen frente al imperialismo desde Colombia y desde Euskal Herria que están solos en el mundo.
Pero no lo han conseguido ni lo conseguirán mediante sus amenazas y agresiones, ya que solo consiguen que la ternura y el ansia de compartir entre estos dos pueblos se amplíe y que la solidaridad internacionalista se enriquezca no solo entre Euskal Herria y Colombia, sino también con Palestina, Irak, Cuba, Venezuela y todos los demás pueblos que resisten ante el monstruo imperialista.
¿Usted participó en el Congreso de la Coordinadora Continental Bolivariana, celebrado en Quito en marzo pasado. Como evalúa las consecuencias de este encuentro para los participantes (los miembros de Askapena, los peruanos arrestados al llegar a su país, los estudiantes mexicanos asesinados en el bombardeo del campamento de Raúl Reyes, etc.)?
Desde la Coordinadora Continental Bolivariana se busca sentar las bases para la construcción de un nuevo polo de poder alternativo al predominio de las potencias imperialistas del mundo: la lucha por la autodeterminación de los pueblos, su soberanía, la dignidad y la solidaridad internacionalista.
Todo ello hace que la misma y por ende sus participantes se encuentren en el punto de mira del imperio y de los estados aliados del mismo.
Y por supuesto la criminalización y persecución, tanto mediática como judicial, que han sufrido los participantes en el evento, que se celebró en Quito en el pasado mes de marzo, no deja de ser sino otro intento de criminalizar y perseguir la solidaridad entre los pueblos y sus diversas luchas.
Intento baldío puesto que la represión no hace sino reafirmarnos en nuestros propósitos y en nuestra lucha y nos arma de fuerza para seguir adelante con más motivos si caben.
Nota:
(1) NR: Grupos paramilitares colombianos aparecidos en el 2006, luego de la llamada «desmovilización» de las también paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).