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Sales y soles

La restación social

Fuentes: Gara

Inventar palabras, mi granito de letra para voltear el mundo. A veces, las palabras recién paridas llegan sin más ni más, sin avisar, sin querer, sin soñar. Como un milagro. Caídas del cielo, o del infierno, como en este caso. La aparición escogió una carta que recibí del paro. Una letra perdida, la p, obró […]

Inventar palabras, mi granito de letra para voltear el mundo. A veces, las palabras recién paridas llegan sin más ni más, sin avisar, sin querer, sin soñar. Como un milagro. Caídas del cielo, o del infierno, como en este caso. La aparición escogió una carta que recibí del paro. Una letra perdida, la p, obró el prodigio. «Ha agotado su prestación, solicite información en su oficina de empleo por si tuviera derecho a otro tipo de restación».

Tal palabra que usted usa no viene en el diccionario, cuenta Unamuno que le recriminaron en una ocasión, a lo que él contestó: Ya existirá. Igual que ahora. No está, pero muy pronto estará. La restación social: menos derechos, apoyo, cobertura y más abandono, desamparo, miedo. Recortar, reducir, reconvertir, reformar… Más individuos, menos humanos.

La resta no es justa. Persigue al débil, castiga al pobre. Tropezar, caer, quedarse parado o fuera del juego, te convierte en sospechoso. La autoridad incompetente se encarga del resto. El Ayuntamiento de Bilbao, a través de su concejal de Acción Social, Ricardo Barkala, ha anunciado esta semana que estudia contratar a detectives privados para investigar a los vecinos que reciben ayudas sociales sin merecerlo. «El nivel de cobros indebidos no es tanto como parece, aunque los casos que hay pueden ser muy notorios», explicaba Barkala para justificar la insólita medida. La renta básica media ronda los 500 euros mensuales, poco margen a primera vista para urdir engaños notorios, desfalcos millonarios.

Las cuentas no cuadran. Los detectives, a treinta euros por hora, y los policías municipales mayores de 55 años (la otra alternativa que baraja el ayuntamiento) salen muy caros. No hay renta básica fraudulenta que justifique tal gasto. O sí. Cuestión de prioridades. De restaciones sociales y libertad de empresa. Los pobres, cada vez más vigilados. Sin techo, trabajo, comida, futuro… y con sabueso privado. Los ricos, que odian la competencia, con licencia para robar a destajo.