Entrevista con Clarín.cl Francesco Taboada Tabone (1973), analiza la conmemoración del Centenario de la Revolución mexicana: «El gobierno de México poco conoce sobre la Revolución. Es un gobierno títere de Estados Unidos. Lo que haga o deje de hacer para recordar el Bicentenario o la Revolución poco tiene que ver con los anhelos y la conciencia […]
Entrevista con Clarín.cl Francesco Taboada Tabone (1973), analiza la conmemoración del Centenario de la Revolución mexicana: «El gobierno de México poco conoce sobre la Revolución. Es un gobierno títere de Estados Unidos. Lo que haga o deje de hacer para recordar el Bicentenario o la Revolución poco tiene que ver con los anhelos y la conciencia del pueblo de México. Como lo dice Armando Soriano: ‘No hay que olvidar que el 20 de noviembre se cumplen cien años de la Revolución y que los Pueblos Indígenas sabemos el papel histórico que nos corresponde hacer'».
Francesco Taboada el director de: Los Últimos Zapatistas (2004); Pancho Villa, La Revolución no ha terminado (2007); 13 Pueblos en defensa del agua, el aire y la tierra (2009); Tin Tan (2010) y Maguey (2010), ya está rodando el documental: Revolución Bolivariana, «La idea surgió después de la invitación que tuve para participar en el programa Aló Presidente en Caracas. Ahí el comandante Hugo Chávez me hizo ver el paralelismo que existe entre la historia de México y la de Sudamérica. El bolivarianismo, así como el guevarismo, tienen su génesis en la unión de varios pueblos. Este concepto fue llevado a cabo por varias naciones indígenas hasta antes de la conquista. El movimiento indigenista del EZLN, de Evo y el bolivarianismo del Presidente Hugo Chávez, de las naciones del ALBA, son el paso actual hacia la completa liberación».
MC.- ¿Por qué tus documentales sobre la Revolución mexicana tienden a enfocarse en la tradición oral?
FT.- La tradición oral ha sido un pilar fundamental en la transmisión de conocimientos en Mesoamérica. A través de los programas de alfabetización y sobre todo con la introducción de la televisión en áreas rurales e indígenas, la oralidad ha perdido protagonismo, pues ha sido excluida de la educación formal. Con la pérdida de la tradición oral están desapareciendo conocimientos ancestrales, instrumentos musicales que acompañaban a los corridos como es el caso del bajo quinto, idiomas completos como es el caso del kiliwa o el aguacateco. Prácticamente esta pérdida lleva a las comunidades al etnocidio. Por eso para nosotros es importantísimo que nuestras películas sean una herramienta para la conservación de la tradición oral.
MC.- ¿Por qué eliges al zapatismo y al villismo para tu filmografía e historiografía?, ¿cuál era el proyecto de ambos revolucionarios?
FT.- Ambos movimientos representan al pueblo campesino, es decir, a los verdaderos mexicanos. Hoy en día, los movimientos en resistencia que están por todo México reivindican las figuras de Zapata y de Villa como íconos de esperanza. Los mexicanos no se sienten atraídos por personajes como Carranza, Obregón o Calles debido a lo débil de su ideología. El zapatismo es la evolución del México indígena dentro de un contexto de opresión. Tanto Villa, con sus decretos agrarios, como Zapata, con su Plan de Ayala y distintos manifiestos, tenían un proyecto de nación que los actuales gobiernos no tienen.
MC.- ¿Cómo entender la Revolución mexicana dentro del contexto latinoamericano?
FT.- Es la primera Revolución del siglo. Su peculiaridad y éxito se debe a que respondía a un llamado genuino a la justicia basado en un proyecto propio. La revolución campesina en México no importó modelos de ningún lado. Se gestó dentro de nuestra propia cosmovisión. Eso fue determinante en su éxito y motivó decenas de movimientos en el resto del continente: Sandino en Nicaragua; Farabundo Martí en El Salvador; Pedro Pérez Delgado «Maisanta» en Venezuela; Luis Carlos Prestes en Brasil; Hipólito Yrigoyen en Argentina. Más reciente es la estela de zapatismo que reivindica el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas o los movimientos revolucionarios de Evo Morales en Bolivia, Hugo Chávez en Venezuela y el movimiento indígena del Ecuador.
MC.- El historiador Francisco Pineda documentó la solidaridad que recibió el zapatismo desde Cuba -el poblano Genaro Amezcua viajó a La Habana en marzo de 1916-; Estados Unidos -Octavio Paz realizó gestiones en Norteamérica- y desde Uruguay -con María Collazo fundadora del periódico «La Batalla» en Montevideo-, ¿el zapatismo tenía una perspectiva para analizar e incursionar en la política internacional?
FT.- Sin duda. El zapatismo se concibió a sí mismo como la oportunidad de reinventar el mundo y para eso necesitaba la solidaridad de otros movimientos y el reconocimiento. Principalmente esto se advierte cuando Zapata toma conciencia de que el movimiento nacido en su pueblo, Anenecuilco, se convierte en la única opción concisa, estable e histórica para cambiar la estructura político-social mexicana. Cuando llegan los anarquistas a la provincia de Morelos la red zapatista se extiende fuera de su territorio habitual.
MC.- ¿De qué forma intervino el gobierno de Estados Unidos para propiciar la derrota militar del zapatismo y del villismo?
FT.- He escuchado a varios investigadores defendiendo la tesis de que Venustiano Carranza era un «nacionalista anti yanqui». Si se estudia la historia desde el villismo, queda muy claro que Venustiano Carranza y su sucesor Álvaro Obregón, trabajaban en estrecha relación con el gobierno de Estados Unidos. Es por eso que Estados Unidos permite al ejército carrancista trasladarse a través de territorio estadunidense y sorprender a Francisco Villa en Agua Prieta. También a eso se debe que los gringos dejaron de venderle armas a Villa y siguieron forneciendo a Carranza. Por eso Pancho Villa invade territorio estadunidense en 1916. También es cierto que el presidente de Estados Unidos puso como una de las condiciones para reconocer a Obregón que éste se deshiciera de Francisco Villa.
MC.- ¿La Revolución mexicana terminó con la muerte de Emiliano Zapata y Francisco Villa?, ¿qué país e inspiración dejaron?
FT.- Dejaron un México consciente de que la lucha de liberación no ha terminado. Como me lo dijo Felipe Ramos, un veterano zapatista, «esta revolución no la empezamos nosotros, la empezó nuestro abuelo Cuauhtémoc».
MC.- ¿Qué tipo de conmemoraciones se realizaron para el Centenario de la Revolución mexicana?, ¿o el Bicentenario acaparó la agenda cultural?
FT.- Conmemoraciones vacías. El gobierno de México poco conoce sobre la Revolución. Es un gobierno títere de Estados Unidos. Lo que haga o deje de hacer para recordar el Bicentenario o la Revolución poco tiene que ver con los anhelos y la conciencia del pueblo de México. Como lo dice Armando Soriano, indígena de Xoxocotla: «No hay que olvidar que el 20 de noviembre se cumplen cien años de la Revolución y que los Pueblos Indígenas sabemos el papel histórico que nos corresponde hacer».
MC.- Con el Centenario, ¿los historiadores reaccionarios reeditaron su versión antizapatista y antivillista de la Revolución?
FT.- Claro, es explicativo del desprecio que los gobiernos de México tienen por la Revolución cuando este año le otorgan el premio de ciencias y artes a Enrique Krauze, un historiador burgués conocido por su antizapatismo y su gran amor por las familias Creel y Terrazas, enemigas acérrimas del pueblo, a quienes Villa combatió siempre. Krauze es además miembro del Consejo Editorial de Televisa, la empresa responsable de la ignorancia en México. A nivel internacional se repite el odio que las oligarquías le tienen a los movimientos revolucionarios, por eso premiaron a un enemigo de los movimientos indígenas de América, Vargas Llosa, con el Nobel de literatura.
MC.- Para Latinoamérica, ¿el zapatismo y el villismo mantienen vigencia en pleno siglo XXI?, ¿el EZLN continúa en la búsqueda de los acuerdos de la Convención de Aguascalientes?
FT.- En la Convención se aprobó el Plan de Ayala como el único programa revolucionario. Fue la unión de todos los movimientos en armas. Obviamente, el racismo de Carranza, lo obligó a no aceptar a la Convención de Aguascalientes y con el apoyo de Estados Unidos se dedicó a combatir a Francisco Villa y a Emiliano Zapata. En honor a la unión revolucionaria, el EZLN nombró así en una primera instancia a las comunidades autónomas.
MC.- Finalmente, ¿cómo surge la idea del documental Revolución Bolivariana?, ¿encontraremos un hilo conductor entre la Revolución mexicana y la Revolución bolivariana?
FT.- La idea surgió después de la invitación que tuve para participar en el programa «Aló Presidente» en Caracas. Ahí el comandante Hugo Chávez me hizo ver el paralelismo que existe entre la historia de México y la de Sudamérica. El bolivarianismo, así como el guevarismo, tienen su génesis en la unión de varios pueblos. Este concepto fue llevado a cabo por varias naciones indígenas hasta antes de la conquista. Es a partir de la invasión española que la idea de unión entre los pueblos originarios toma una fuerza mayor, con el objetivo de lograr la liberación de las naciones colonialistas. Esta fuerza sigue adelante. La Revolución mexicana fue una etapa dentro de este proceso histórico. El movimiento indigenista del EZLN, de Evo y el bolivarianismo del Presidente Hugo Chávez, de las naciones del ALBA, son el paso actual hacia la completa liberación.
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