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70 años de las jornadas de mayo de 1937

La revolución proletaria aplastada por el frente popular

Fuentes: A Luchar por el Socialismo

Una memoria histórica que «olvida» la revolución Se habla mucho de «memoria histórica». Pero a la mayoría se les olvida un pequeño detalle: que al alzamiento franquista le respondió la revolución proletaria. Esto no sólo lo «olvidan» PSOE y PCE, que apoyan el actual régimen monárquico surgido del «consenso»con el franquismo, sino también gran parte […]

Una memoria histórica que «olvida» la revolución

Se habla mucho de «memoria histórica». Pero a la mayoría se les olvida un pequeño detalle: que al alzamiento franquista le respondió la revolución proletaria. Esto no sólo lo «olvidan» PSOE y PCE, que apoyan el actual régimen monárquico surgido del «consenso»con el franquismo, sino también gran parte de la llamada «extrema izquierda», que pide un «proceso constituyente» para la III república al tiempo que reivindican al Frente Popular que aplastó la revolución a nombre de la «alianza con las democracias», la «lucha de la democracia contra el fascismo», etc.

Pero hubo una revolución proletaria

Fue la revolución proletaria lo que detuvo a Franco los primeros días en la mayor parte del Estado Español. Toda la historia política de la zona republicana desde julio de 1936 hasta mayo de 1937 es la historia de la lenta reconstrucción del estado burgués, hecho añicos entre Franco y los obreros. Poco a poco se fueron, si no destruyendo, aislando o controlando todos los logros de julio: empresas y campos colectivizados, milicias obreras, tribunales populares, órganos proletarios de poder local… Los gobiernos de Madrid-Valencia y de Barcelona iban recuperando el control. El PCE estaba a la cabeza de esta tarea. Pero era imposible «normalizar» la situación poco a poco. Un enfrentamiento abierto entre el estado burgués (y los estalinistas y socialistas que lo apoyaban) por un lado, y las masas revolucionarias por el otro, estaba madurando. El 3 de mayo de 1937 se dio este enfrentamiento.

El desarrollo de los acontecimientos

Como tantas otras heroicas acciones de las masas, la causa que desencadenó la insurrección de mayo fue una provocación deliberada: el intento de restablecer el control sobre la telefónica (en manos de la CNT) por la Generalitat. Para los estalinistas, urdidores de la maniobra, se trataba de dar un paso más en la liquidación de la revolución.

El conjunto del proletariado catalán comprendió lo que estaba en juego. Con la rapidez de un relámpago, a partir del lunes 3 de mayo, toda Barcelona estaba cubierta de barricadas. Durante tres días se dieron combates esporádicos, quedando claro que los obreros controlaban la mayor parte de la ciudad, siendo ínfima la zona controlada por Generalitat y PSUC.

Pero nadie dio ninguna instrucción. Los obreros de CNT y POUM eran los que organizaban las barricadas, pero sus direcciones pasaban. Para la CNT, la insurrección era una molestia inoportuna: los revolucionarísimos ministros de la FAI acudieron a Barcelona a detener los combates. El POUM comprendía que era la batalla final, así que le propuso a la CNT tomar el poder. Como ésta se negó… llamó a dejar las barricadas y volver a casa. A la altura del sábado, cuando llegaron los guardias de asalto desde Valencia a hacerse cargo del «orden público», la insurrección estaba ya acabada, sin haber sido derrotada en una sola batalla.

Tan sólo hubo dos organizaciones que, en la medida de sus fuerzas, trataron de dar a la insurrección una orientación revolucionaria. Por un lado, la Sección Bolchevique Leninista Española, los trotskystas de la IVª Internacional; por otro, la agrupación anarquista «los amigos de Durruti», que había ido evolucionando en su crítica al colaboracionismo de la CNT hasta una postura tan poco anarquista como pedir abiertamente la toma del poder por la clase trabajadora. Pero ambas organizaciones fueron incapaces de sobreponerse a la inercia y el conservadurismo de las direcciones del POUM y la CNT-FAI, y acabaron ilegalizadas y reprimidas por las checas estalinianas.

El significado histórico de las jornadas de mayo

La derrota por dejadez de la insurrección selló el destino de la revolución española. El POUM fue aplastado por la represión, la CNT siguió formalmente incólume, pero cada vez más como un mero auxiliar del estado burgués, ingresando en el Frente Popular y acabando siendo cómplice de Casado. La disyuntiva «¿guerra o revolución?» se resolvió: aplastada la revolución, se perdió la guerra. Los partidarios de la «militarización», el PCE por encima de todo, vencieron, impusieron sus concepciones… y causaron la derrota más grande de la historia de España, penada por cuarenta años de franquismo. Peor aún, abrieron las puertas a la segunda guerra imperialista mundial.

Las jornadas de mayo siguen siendo el momento clave de la revolución española. Fue la primera vez que el estalinismo (el PSUC, rama catalana del PCE) apareció abiertamente al otro lado de las barricadas en una insurrección obrera. A partir de entonces, desde Hungría en 1956 hasta el mayo francés, esa ha sido su política invariable. También significó la prueba del fracaso histórico del anarquismo. Éste se reveló como el ala izquierda del estado burgués, y el sector anarquista que quiso seguir fiel a su doctrina, tuvo que hablar de toma del poder por la clase trabajadora. Y éstas no son anécdotas, sino lecciones aún válidas para la lucha revolucionaria.

* A Luchar por el Socialismo es una publicación mensual del PRT-Izquierda Revolucionaria, sección oficial en el Estado Español de la Liga Internacional de los Trabajadores – IV Internacional (LIT-CI)