No estoy en estos momentos en Cuba, pero la lectura del discurso del compañero Raúl Castro Ruz en la última legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el pasado 18 de diciembre(1), me ha llevado en instantes a mi querida patria. Con sano regocijo revolucionario, de inmediato lo reenvié a mis amigos y amigas […]
No estoy en estos momentos en Cuba, pero la lectura del discurso del compañero Raúl Castro Ruz en la última legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el pasado 18 de diciembre(1), me ha llevado en instantes a mi querida patria. Con sano regocijo revolucionario, de inmediato lo reenvié a mis amigos y amigas en el exterior, quienes lo han recibido con sumo interés. También he leído lo que empiezan a decir los plumíferos mercenarios y los mal nacidos de siempre. Flaca tarea esta, de muy poco crédito entre los trabajadores y trabajadoras, maestros y maestras, jóvenes, estudiantes e intelectuales de estas tierras nuestroamericanas.
Más allá de las calumnias de la propaganda imperialista y las bochornosas coincidencias en mentiras y tergiversaciones de los oportunistas que dicen militar en la izquierda, los pueblos constatan que quien dirige nuestro país por voluntad democrática de la inmensa mayoría de los cubanos y cubanas, no teme decir los problemas por sus nombres, mucho menos rehúye las responsabilidades que pueda tener en los errores que se han cometido en la inédita obra de construir el socialismo, resistir y vencer durante medio siglo la constante agresión imperialista.
Raúl, protagonista privilegiado junto a Fidel Castro Ruz, de las tangibles conquistas del socialismo cubano, no se detiene en autocontemplaciones y apologías, y con la seria dignidad de la autocrítica, propone qué hacer y cómo hacer. Se dirige al protagonista mayor y definitivo de la obra revolucionaria, al pueblo combatiente que los ha acompañado con coraje e inteligencia. Más que solicitar, Raúl reclama, exige mayor seriedad, abnegación comunista y sobre todo resultados concretos en la construcción y defensa del socialismo. Reclama y exige con el derecho de representar a la generación que culminó la liberación nacional y fundó el Estado socialista, lo hace a nombre del Partido de la Revolución, a nombre de la historia.
Nos esperan batallas decisivas. Sé que hacer realidad todas las medidas y propuestas en curso, y muchas más que saldrán en el masivo debate popular y partidista del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, sobre todo los cambios de mentalidades y modos de actuación, resultará una tarea compleja, de lucha ideológica y política, de expresión de contrarios e imprescindibles negaciones dialécticas que debemos avanzar en el seno del movimiento revolucionario cubano. Tarea de incorporación de todos los saberes que la Revolución ha creado, desde las coordenadas de la ciencia, y la sensibilidad del arte, en la confluencia de todas las generaciones, con la experiencia política acumulada por la dirección y las masas. Hecho de educación moral y política, de formación y profundización del trabajo ideológico; de nuevas soluciones -en las subjetividades y en las relaciones sociales- al problema del ejercicio del poder revolucionario, a realizar sin que cese -de seguro en el incremento-, del criminal bloqueo y la subversión orquestadas por los Estados Unidos y sus aliados del capitalismo mundial.
Hay conciencia de la necesidad de cambios. De continuar perfeccionando el modo de participación y construcción de las decisiones políticas en nuestra democracia socialista. De la pertinencia del avance de nuevas lógicas que prioricen para cada sector, lo decisivo dentro de la multiplicidad de urgencias, sin por ello renunciar al inventario preciso, la búsqueda y concreción de toda la eficiencia, justicia y equidad posible.
Si el mundo de la economía y la producción reclaman hoy de nosotros su prioridad de base; la lucha por la hegemonía ideológico-cultural socialista no deja de ser el escenario decisivo. A fin de cuentas la economía a la que nos referimos no es -como si afirman los tecnócratas neoliberales-un ente suprasocial. Se trata eminentemente de economía política del socialismo, del qué y cómo hacer con nuestro patrimonio de recursos, para dar seguridad, sostenibilidad y larga vida al proyecto revolucionario.
La voluntad de defender y construir un modelo económico del y para el socialismo, expresada con diáfana claridad por Raúl es un hecho político, expresa la dialéctica de construcción, defensa y desarrollo de la Revolución. Recordemos que nunca una ingeniería organizacional, ni uno, ni mil planes de medidas económicas, serán suficientemente sólidos por sí mismos. Precisarán una y otra vez del hombre y la mujer cubanos, de su inteligencia, preparación, cultura y sobre todo de su compromiso revolucionario con la rectificación y renovación socialista, de un celoso e intransigente control estatal y popular. Por ello mientras más esfuerzo económico hagamos, más se revelará el contenido ideológico y político de esta lucha.
Hoy 500 mil trabajadores y trabajadoras, reorientan sus oficios y calificaciones, transitan hacia puestos y ocupaciones más útiles, más productivas. Ningún compatriota ha quedado desamparado, ni en el hambre y la miseria. Esos son temas resueltos. Pero la certeza de las decisiones tomadas, si bien reduce los impactos personológicos y sociales, que acompañan estos procesos, no puede evitarlos frente a tantas y tan diversas individualidades. Las tensiones de los nuevos reacomodos, las consecuencias directas en la dinámica económica y el clima familiar, las percepciones de la justicia que en cada caso tenga la persona implicada, los errores que se hayan cometido, las subjetividades desatadas, constituyen ya campo de expresión de inconformidades y descontentos, que deben ser atendidos y asumidos tanto por nuestra institucionalidad, como por la imprescindible labor de esclarecimiento -hombre a hombre, mujer a mujer-, de las organizaciones revolucionarias.
Considero que por los espacios de lo micro, de lo individual, familiar, cotidiano, laboral, estudiantil, en el abordaje feliz de la etnicidad, la diversidad y la diferencia, pasa, hoy por hoy, la más reciente ratificación de criterios de Fidel(2) y el llamado de Raúl. Solo desde las fortalezas de la socialidad y la espiritualidad socialistas, lograremos conjurar los demonios de dentro y fuera, y de hecho enfrentar con éxito los retos del perfeccionamiento del macro modelo económico, y del proyecto socialista en su conjunto.
Sin dudas la primera batalla hay que darla contra nuestras propias insuficiencias, contra las opresiones, soberbias y ambiciones malsanas, los prejuicios, las laxidades y acomodamientos, que querámoslo o no se introproyectan sobre muchos de nosotros, desde los espacios de enajenación y pobreza espiritual y material, que como la escoria, hay que barrer para que no continúen contaminando la forja del maravilloso sujeto revolucionario cubano.
Las relaciones de mercado, la mercantilización de la vida y sus secuelas de individualismo y consumismo, conforman un escenario real que se dimensiona sobre el más amplio conjunto de las relaciones materiales objetivas. Si no nos proponemos hacer crecer el socialismo todos los días en la intimidad de nuestros amores, en el seno de la familia, en la vida cotidiana del barrio, en los colectivos laborales y escolares, en las asociaciones y grupos informales, de nada valdrán los consensos «por la Revolución». La estaremos perdiendo en la misma dimensión: Todos los días tendremos menos socialismo.
No hay campo para las medias tintas y el «apoliticismo». Hablamos de valentía o de cobardía. Se trata del ser o no ser. De resistir y avanzar o desertar, claudicar: Es el triunfo de la honestidad del pueblo, de las y los trabajadores «manuales e intelectuales», frente a la doble moral, la ineficiencia y la chapucería, el robo, la malversación y la vagancia. La probidad de los empresarios, representantes y negociadores socialistas o su conversión en burguesía corrupta. El sentido de servicio y delegación popular de los cuadros y funcionarios revolucionarios, o su actuación prepotente, burocrática, inmovilista, esencialmente contrarrevolucionaria. De la incondicionalidad de juventud o de la pérdida de su confianza. De entender nuestro lugar en el mundo, de asumir la cuota de solidaridad concreta e internacionalismo que debemos aportar, o perdernos en la falsedad del nacionalismo «de casa», siempre burgués y reaccionario. Del logro de la eficiencia y la eficacia de la economía, y con ella del sistema de reproducción y desarrollo socialista en su conjunto, o de la muerte de la Revolución.
Sepamos además, que a diferencia del Este europeo, no tendremos ni «el derecho» a un colapso relativamente «pacífico». Hay tanto anexionismo insatisfecho, tanto odio acumulado en el imperio del Norte, en los batistianos, sus hijos y nietos, que al menor indicio de desunión o debilidad, se abalanzarían contra nosotros con toda la brutalidad genocida que hoy ejercen en Irak y Afganistán. No lo dude nadie.
La dialéctica de ratificaciones, rectificaciones y cambios a que me he referido, se manifiesta con intensidad(3). La exposición de Raúl ante la Asamblea Nacional merita muchos más comentarios. Estos que realizo, siempre serán mínimos e incompletos. Ahora mismo se que se multiplican en la gran asamblea nacional, a la que mi Partido ha convocado al pueblo. Hoy Cuba vibra de entusiasmo revolucionario, de exigencia y esperanza. El amor y la pasión de nuestros compatriotas, llega hasta cada uno de los miles de cubanos y cubanas que prestamos en otras tierras nuestra modesta contribución. Yo tendré el privilegio de incorporarme en los próximos días a esa vorágine impetuosa de las masas en Revolución.
En vísperas de un nuevo aniversario del triunfo de la Revolución, me siento orgulloso de pertenecer a mi pueblo, de la oportunidad de vivir esta hora de la historia de Cuba, de militar en el Partido de Fidel y Raúl. A tal movimiento vale la pena dedicar la vida. Resultará siempre hermoso, decisivo.
Notas
1.-Raúl Castro Ruz: «Las medidas que estamos aplicando están dirigidas a preservar el socialismo», Rebelión, 19-12-2010.
2.-Arleen Rodríguez Derivet y Rosa Miriam Elizalde: Encuentro de Fidel Castro con los jóvenes cubanos «Las ideas de hace cinco años son más actuales que entonces», Rebelión, 19-11-2010.
3.-Felipe de J. Pérez Cruz: Ratificaciones, rectificaciones y cambios. La Revolución Cubana en el siglo XXI, Rebelión, 20-07-2009
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