En 2007 se produjo en Barcelona la primera revuelta de personal subcontratado de Telefónica-Movistar, y se convocó la primera asamblea general conjunta del personal de las contratas y de la empresa matriz. La asamblea surgió de la necesidad de coordinar la acción colectiva de las diferentes plantillas que trabajan para Telefónica. La estrategia de Telefónica-Movistar […]
En 2007 se produjo en Barcelona la primera revuelta de personal subcontratado de Telefónica-Movistar, y se convocó la primera asamblea general conjunta del personal de las contratas y de la empresa matriz. La asamblea surgió de la necesidad de coordinar la acción colectiva de las diferentes plantillas que trabajan para Telefónica. La estrategia de Telefónica-Movistar de externalizar el trabajo estable en cadenas de empresas subcontratadas supone una de las principales amenazas para responder sindicalmente a las agresiones de las empresas a las condiciones laborales de las y los trabajadores, divididos en una retahíla de empresas inacabable. Esta lucha terminó con la intervención de CCOO y UGT para abrir una mesa de negociación del subsector de telefonía en el convenio del Metal con la patronal de Catalunya, que es donde se produjo la huelga. Una vez la huelga fracasó, entre otras cosas por las expectativas de esa mesa, nunca más se volvió a reunir.
Vayamos a los inicios. Desde su privatización en 1996, Telefónica-Movistar ha destruido cerca de 50 000 puestos de trabajo directo mediante programas de prejubilaciones voluntarias, firmados por la mayoría sindical, y ha generado cientos de miles de empleos precarios mediante subcontratación. Su plantilla directa es actualmente de unos 20 000 trabajadores y trabajadoras, y según datos de la propia empresa, la plantilla indirecta abarca a más de cien mil. Las luchas atomizadas y a destiempo que se han llevado a cabo durante los últimos años, tanto en la empresa matriz como en las diferentes contratas y subcontratas, no han podido evitar ninguna de las agresiones. Ni los despidos por bajas médicas y pérdida de condiciones laborales en la matriz, ni los despidos masivos y la devaluación vertiginosa y escandalosa de las condiciones laborales del personal subcontratado. La fragmentación en una miríada de plantillas deja sin eficacia el derecho a huelga cuando las convocatorias se realizan de forma no coordinada en las distintas empresas. Telefónica-Movistar siempre tiene gente disponible en la matriz y en las demás contratas, subcontratas y autónomos para cubrir el trabajo de los huelguistas.
En febrero, la asamblea de contratas y Telefónica de Barcelona, reunida de forma estable y periódica desde la lucha del 2007, debatía sobre la necesidad de coordinarse con el personal autónomo para llevar a cabo cualquier movilización con perspectivas de éxito. Un mes más tarde, el 17 de marzo, recibíamos con expectación las fotos de una asamblea de más de 400 personas subcontratadas y falsos autónomos de Telefónica-Movistar en Madrid. Lo que intentábamos lograr en Barcelona, estaba ocurriendo en Madrid de forma auto organizada. En esa asamblea, convocada con las herramientas que proporcionan las nuevas tecnologías, las y los trabajadores, dando muestras de una gran clarividencia, decidieron ponerse en huelga indefinida, no sólo contra las empresas que jurídicamente los tienen contratados, sino también contra la empresa receptora, en última instancia, de la plusvalía de su trabajo. La huelga convocada en Madrid suponía un salto cuantitativo y cualitativo en la línea de las movilizaciones que llevábamos realizando en Barcelona y que tuvieron como fruto la primera huelga conjunta de contratas y empresa matriz el 30 de junio de 2014. Si en junio en Barcelona el personal de subcontratas y autónomo se sumaban de forma minoritaria a la huelga que siguieron de forma mayoritaria el personal asalariado de contratas y buen número de trabajadores y trabajadoras en la empresa matriz, en Madrid el personal de las subcontratas y falsos autónomos se puso en huelga indefinida con un seguimiento de entre un 80% y un 90%.
El detonante del conflicto fue la intención de Telefónica-Movistar de volver a reducir el precio del trabajo a sus contratistas en el contrato mercantil en un momento en el que plantillas de subcontratas y falsos autónomos ya están cobrando salarios brutos de 800€ y trabajando jornadas de 10 o 12 horas diarias, muchas veces con contratos de 2 o 4 horas.
El sindicato AST dio cobertura legal para la huelga de la comunidad de Madrid y estatal. Desde la asamblea de Barcelona nos pusimos de inmediato en comunicación con Madrid. La noticia de la asamblea y la huelga, la coordinación por multiconferencia de representantes de comités de Telefónica de co.bas, Encontrucció, CGT, ESK, de representantes de comités de contratas críticos con la postura de CCOO y UGT, de personal de subcontratas y autónomos, provocaron una reacción en cadena y se sucedieron asambleas en distintas provincias del estado que decidían mayoritariamente sumarse a la huelga indefinida. La huelga de AST empezó a ser atacada por UGT y CCOO que la tachaban de ilegal, incluso antes de que lo hiciese la patronal, por lo que se pidió desde las asambleas que CGT y co.bas reforzaran la convocatoria. Ante la contundencia de una huelga indefinida seguida por personal de contratas, subcontratas y personal autónomo, que está teniendo una fuerte incidencia en afectación del servicio de Telefónica-Movistar, los sindicatos oficiales no pudieron hacer como los medios de comunicación y mirar a otro lado y convocaron huelgas de paros de dos días a la semana.
Las asambleas rechazan esas convocatorias, que consideran ineficaces para afectar al servicio y exigen a CCOO y UGT, que están negociando con la patronal a espaldas de las asambleas, que lleven a la mesa de negociación su propuesta de borrador para la negociación (que será presentada públicamente próxima la semana) y que tiene como puntos básicos la derogación del actual contrato mercantil entre Telefónica y sus contratistas y la inclusión en el nuevo contrato de baremos que garanticen a salarios dignos y jornadas de no más 40 horas semanales o 1650 anuales, la apertura de un proceso de negociación para la configuración de un convenio de sector de las telecomunicaciones, una reducción significativa de la subcontratación ampliando las plantillas de las principales contratas directas y la garantía que no habrá ningún despido por represión una vez desconvocada la huelga.
Tras un mes de huelga indefinida en Madrid y tres semanas en el resto del Estado, la estrategia de Telefónica parece ser la de esperar. Esperar a que los huelguistas se cansen al ver que no ocurre nada. La empresa mantiene un fuerte cerco mediático para que el conflicto no se visibilice pero la información se filtra y a medida que eso ocurre, aumenta el apoyo social a la huelga. La dirección está nerviosa, y el nerviosismo se traslada a los trabajadores de plantilla fija y telemárqueting, que reciben órdenes de no mencionar la huelga a los clientes que reclaman. Los trabajadores directos e indirectos se ponen en contacto con los comités de huelga para solidarizarse y comunicarles que tienen mucha presión pero que sigan adelante, que su lucha es la de todos.
La empresa intenta cubrir el servicio afectado con personal de plantilla que hacía años que no reparaba averías, vulnerando el derecho de huelga. Las denuncias a la Inspección de Trabajo están en curso, pero la legalidad no evitará el esquirolaje de la plantilla matriz.
Parece la tormenta perfecta que cualquier sindicalista combativo estaría esperando, las plantillas fragmentadas y precarizadas de cientos de empresas luchando juntas contra la empresa matriz y, sin embargo, al puzzle le falta una pieza clave, la plantilla directa. Después de un mes, tan solo ha habido una convocatoria de un día en Barcelona realizada por la plataforma de trabajadores y trabajadoras, EnConstrucció. Ahora, se ha lanzado una nueva propuesta para conseguir involucrar al personal técnico de plantilla directa en la movilización. Los sindicatos en la empresa matriz vacilan ante el miedo de que la plantilla directa no se sume en masa a la movilización, midiendo el éxito de la movilización en parámetros caducos, como el % de participación y sin valorar el carácter pedagógico y simbólico de esta adhesión. Sin embargo, el momento de apoyar por todos los medios esta lucha es ahora, ya que si es derrotada, tardaremos muchos años en ver un escenario parecido, en las que todo el personal técnico directo e indirecto puede estar en huelga en Telefónica-Movistar y hacer que la todopoderosa multinacional se siente a negociar mejores condiciones para todos.
Merce Amado, miembro de la asamblea de contratas y de Telefónica Barcelona