Algunos protagonistas del 15-M repasan sus lecturas y su poder para transformar a la persona y sus pensamientos. George Orwell y Stéphane Hessel se llevan la palma entre las referencias de la indignación.
Aprendieron de sus antepasados y cambiaron adoquines por libros para mantener vivo el ímpetu del movimiento contra la voracidad capitalista más allá de una fecha. En los primeros compases del movimiento pareció, incluso, que un libro era el responsable de esta marea de protestas y reivindicaciones de una población adormilada, hasta que decidió levantarse y protestar. Pero, en realidad, aquella lectura no era más que el reflejo del síntoma.
Stéphane Hessel ayudó en el empujón para dejar la revolución en manos de los indignados. «Es un panfleto que nos llevó a reflexionar y a darnos cuenta de que éramos muchos los que estábamos indignados. Con él empezó todo y ahora ya no hay marcha atrás», asegura Virginia Lee, enfermera barcelonesa y participante del movimiento. Con aquel texto breve, el nonagenario autor francés llamó a la rebelión pacifica. » Es sin duda el máximo exponente del movimiento «, valora Olga Salguer, indignada catalana de 43 años.
Aunque lo común entre el movimiento indignado sea la bandera de Hessel, hay otras alternativas literarias. De la servidumbre moderna, de Jean-François Brient, es la opción de Antonio García, de 50 años. También de Lucas Badia, un joven estudiante. Este libro, que se completa con un documental, reflexiona ante la condición del ser humano actual, quien es descrito como un esclavo bajo órdenes del sistema mercantil. Como Hessel, Brient invita a la rebelión y la insurrección contra el poder político y financiero. «Prefiero los libros que me inviten a la reflexión, y luego me gusta charlar con otros lectores y compartir puntos de vista», explica García.
Otros referentes literarios los encarnan Julio Cortázar, Daniel Guérin o la revista Tiqqun. Esta última publicación francesa destaca por su temática filosófica marxista y ha dado aliento intelectual a muchos. «Llevo tiempo mostrando mi malestar con el sistema actual a través de diferentes movimientos sociales, pero el 15-M va más allá. Mi interés se ha avivado y estoy planteándome la posibilidad de crear una publicación que permita la libre circulación de ideas», asegura Antonio López, de 26 años.
La indignación ha crecido cerca de la cultura y entre los primeros pasos del movimiento está la biblioteca. En Barcelona ha encontrado su lugar en la red y se llama Bookcamp. Bajo el lema Lecturas críticas que nos llevan a la acción. Para acampar en el exterior y el interior, intercambian títulos y opinan sobre sus experiencias entre líneas. «La gente piensa que el 15-M está formado por jóvenes sin estudios. Pero el nivel cultural es elevadísimo. Y Bookcamp es un reflejo de ello. Allí la cultura fluye en todos los idiomas y soportes», dice Ismael González, estudiante de 23 años.
Ensayos, cómics, novelas, documentales, poesía Los indignados destacan por una mentalidad crítica que se nutre de la variedad. «No me gusta quedarme sólo con lo que me explican en las noticias o con lecturas basadas en best sellers», dice Àngels Miralles. Aunque el interés por la lectura y la información era anterior al surgimiento del movimiento, muchos indignados confiesan que el 15-M ha condicionado algunas de sus elecciones. «Ahora accedo a información cuya existencia desconocía. Leo blogs o compro libros de autores desconocidos para mí. Gracias al resto de indignados estoy descubriendo muchas cosas nuevas», explica Javier Justo, fotógrafo.
Lo confirman, la joya que corona las lecturas de los indignados es el blog. «Antes ni siquiera sabía lo que era un blog. Ahora no paro de leerlos y participar en ellos. Me parece la mejor opción para informarte y generar discusión global», confiesa Elsa Muñoz, estudiante barcelonesa de 22 años. La prensa también abunda entre las preferencias de los miembros del 15-M. Además de optar por lecturas alternativas, Ibai Sans, grafista, ha decidido montar una televisión que sirva de plataforma al movimiento. Latele ofrece programas diferentes centrados en la indignación, recoge multitud de testimonios y es un punto de encuentro donde los espectadores pueden recomendar lecturas, películas o exposiciones.
Despertar el juicio
Así que la población despertó hace ya casi tres meses. La conciencia estaba tan dormida como la necesidad de leer, en un país cuyos estímulos intelectuales parecían completamente paralizados. Pero el esqueleto del nuevo movimiento se armó en manifiestos y lecturas olvidadas, que ni dormían ya en las librerías. Pero que se encontraban en la red.
Ricardo llega a Madrid desde Badajoz, con su tez morena y su sombrero de aventurero. Aunque ya muy sosegado y apartado de la vorágine cultural que recuerda de su juventud, considera muy importante la lectura en la vida de una persona, en la forma de pensar de cada uno. Con los años, afirma, le han influido más las personas que los libros. Debido a su profesión (catedrático de Historia), antes leía más ensayo, pero ahora prefiere leer novelas, historias personales.
No es el único que demanda verdad y testimonios directos, para conocer de primera mano los problemas de un mundo estropeado. Ricardo recuerda un libro con especial cariño: Cambiar el mundo sin tomar el poder, de John Holloway. El profesor no va a hospedarse a un hotel de lujo, de hecho, va a la aventura. Con mochila a cuestas, por tiempo y peso no ha traído ningún libro, prefiere hablar con la gente y compartir experiencias. Para él participar en este movimiento es un orgullo: «Esto es de lo mejor que le ha sucedido a la historia de España. Estábamos esperando que sucediese algo así y ya está aquí».
Andrea prefiere leer ensayos y libros técnicos. Reconoce que le han influido mucho en su pensamiento, de índole política, sobre historia o economía. Ha superado a pie los 500 kilómetros que separan Madrid de Ourense gracias a su esfuerzo y, por qué no, a su pensamiento crítico. Como buena gallega señala entre sus lecturas más significativas a Alfonso Castelao, político y escritor. «Es el principio de un cambio social que ha surgido entre los jóvenes, así que deben estar bien informados. La juventud se ha cultivado y el papel de la lectura ha sido fundamental en ese sentido».
«Toda la literatura que se consume en la vida aporta y nutre. Es algo muy personal, libre y definitorio. La gente elige», cuenta Ana basándose en su propia experiencia vital. Si tiene que destacar alguna lectura es 1984, de George Orwell, porque le ha abierto los ojos. Durante estos días, cuando las marchas partían desde toda España para agruparse en Sol, hablaban de autores como Ortega y Gasset o Machado.
Hay libros que no envejecen. A pesar de su corta edad, 20 años, Antonio reconoce sus preferencias literarias, muchas de ellas con una antigüedad de más de 50 años. Viene de Jerez de la Frontera. Lleno de energía y rodeado de amigos, celebra este acontecimiento y su admisión en Bellas Artes, noticia que le dieron en Aranjuez, camino de Sol. Antonio afirma con rotundidad que la lectura es algo imprescindible en su rutina. ¿Un libro? Libertad, primera y última, de Jiddu Krishnamurti. El libro es su fiel compañero, pero para esta ocasión ha escogido La democracia ateniense, de Francisco Rodríguez Adrados. Antonio aparenta tener las ideas muy claras y subraya del movimiento las ganas de cambiar las cosas para primar lo fundamental: «Los pilares son la educación y la cultura».
No sólo jóvenes
Desde Sevilla, comprometido con la causa, reuniendo todas las posturas, aparece Fernando. Llega a la capital de España con su hijo de 14 años. Mochila a cuestas. Este hombre de 60 años cree que la lectura define la conciencia de cada uno. Pone un ejemplo: Diez días que estremecieron al mundo, de John Reed. Pero reconoce que no mira mal a ningún libro.
Durante los días de viaje, comenta, «han salido en la conversación autores como José Luis Sampedro o Eduardo Galeano». Padre e hijo compartieron la experiencia extraordinaria de dormir en el Paseo del Prado, cerca del Museo. «Porque también hay que ser los protagonistas de la historia, no sólo leerla», dice. Todos los protagonistas del movimiento tienen algo en común: vienen desde lejos para demostrar que quieren cambiar las cosas.
Manuela, de 77 años, revive con estas jornadas de protesta Mayo del 68. Ambos, según ella, tienen en común el «despertar» del pueblo. Su marido, que la acompaña en esta congregación, responde por detrás, y opina que no es momento de teorizar: «Es más importante el instinto que la intelectualidad». Antes leían, entre otros, a Ortega y Gasset. Ahora les parece un hueso duro de roer. El marido de Manuela se llama Luis y comenta sin empacho que «el conocimiento, más que en los libros, ahora se encuentra en internet, el cerebro del mundo».
«Durante muchos años el poder no ha sido promotor, sólo explotador», vuelven a acertar con su análisis. Hablan de una experiencia especial, «muy bonita»: «Ya formamos parte de revueltas hace tiempo, ahora nos reenganchamos. Confiamos plenamente en la juventud. Es arriesgado y complicado, pero esto tiene un potencial inmenso y no hay que poner trabas a la comunicación». Una pareja escéptica con los poderes y con esperanza y miras puestas en la juventud.
Fuente: http://www.publico.es/389367/la-revuelta-esta-en-los-libros