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La salud, como chantaje y tortura

Fuentes: Gara

Queridos compañeros y amigos solidarios, desde la prisión de Meco I os tenemos que informar de lo sucedido con nuestra camarada Josefina García Aramburu. Como sabréis ella padece una dolencia crónica de corazón y desde primeros de agosto se ha producido un notable deterioro de su estado de salud. Sin embargo, a pesar de venir […]

Queridos compañeros y amigos solidarios, desde la prisión de Meco I os tenemos que informar de lo sucedido con nuestra camarada Josefina García Aramburu. Como sabréis ella padece una dolencia crónica de corazón y desde primeros de agosto se ha producido un notable deterioro de su estado de salud. Sin embargo, a pesar de venir reclamando atención médica, una vez más, ha sido necesario llegar a una situación extrema, a que Josefina volviese a sufrir una angina de pecho ­de las llamadas «atípicas»­ para que el 9 y 14 la hayan tenido que sacar de urgencias al hospital. En estos momentos desconocemos cómo se encuentra porque en la última salida la han dejado hospitalizada y a nosotras no nos dan noticias de su evolución, pero sí podemos informaros de algunos de los hechos destacados que de- muestran qué clase de tratamiento ha estado recibiendo con anterioridad, para que comprendáis mejor por qué creemos que su agravamiento está motivado, en gran medida, por la falta de cuidados y atención médica.

Constando en el expediente de Josefina los informes de los cardiólogos que diagnosticaron su enfermedad y las pautas a seguir, la actitud de estos supuestos profesionales de la medicina que adornan la consulta con el juramento hipocrático ha sido ni siquiera leerlo debidamente, con lo cual, la escasa atención que le han prestado ha sido forzada por las peticiones que Josefina ha hecho en los momentos en que peor se sentía. Una evidente manifestación de desprecio hacia nuestras vidas la tenemos en que unas horas antes de sufrir esta última angina, con pinchazos y fuertes dolores, pidió a la médica del módulo que por lo menos le diera la baja para quedarse acostada en la celda y se la denegó. También es escalofriante el descontrol con que le han suministrado una medicación que es vital. Unos tres meses tardaron en reajustarle los medicamentos cuando los especialistas se lo habían prescrito con inmediatez pero, además, no hay garantías de que en el sobre de la medicación que le entregan semanalmente esté todo lo que necesita, que sea realmente lo recetado o que corresponda con las dosis correctas. Si no fuera porque Fina se cerciora, hace tiempo que hubiera supuesto un buen susto, como pudo haber pasado cuando le dieron unos parches vasodilatadores caducados, o cuando esos parches eran de una dosis muy inferior a la debida. Inexistente ha sido también el seguimiento que requiere su enfermedad mediante pruebas específicas y periódicas. En cada ocasión que Fina ha reclamado pruebas pendientes o consulta con los especialistas, la respuesta que aquí le han dado es que es un problema trasladarla por ser FIES. Así, escudándose en las «medidas de seguridad», es como, sin importarles la gravedad y consecuencias del caso, vulneran también un derecho básico como es la asistencia al enfermo.

¿Qué sentido tiene este despiadado proceder que ya se ha cobrado la vida de varios presos políticos como ocurrió hace unos meses con Roberto Sainz? ¿Qué sentido mantener a otros presos con enfermedades incurables en las peores condiciones, e incluso, aislados del resto de presos políticos, como sucede con Mª Jose Baños Andujar?

A nosotras, conscientes de nuestra condición de rehenes del Estado, no nos cabe duda de que la falta de cuidados y atención sanitaria no es un hecho al margen de la política represiva contra todos los presos políticos; por el contrario, es una desasistencia friamente calculada, al igual que lo son las palizas, traslados, dispersión o lo es la incomunicación que no ha cesado con los actuales gobernantes que se llenan hipócritamente la boca de democracia y pacifismo. El objetivo que persiguen, ­tan viejo como la propia naturaleza fascista del régimen español­ es presionar a través de nosotros a nuestras organizaciones políticas y guerrilleras, hacernos claudicar de nuestros principios revolucionarios. Los criminales del Estado no reparan en nada y por ello, no conformes con minar nuestra salud al someternos a condiciones en las cárceles cada vez más duras, también se valen de la enfermedad para seguir presionando y chantajeando hasta el límite de la propia vida.

Os recordamos que Josefina y otros dos camaradas del PCE(r) ­Xaquin Garrido y Marcos Regueira­ deberían haber sido excarcelados hace meses, puesto que la causa por la que se les mantiene encarcelados ya ha sido juzgada y por ella ya han cumplido condena en Francia. Os pedimos por último que, además de haceros eco de nuestra denuncia, no dejéis de incrementar vuestros esfuerzos en la lucha por la amnistía, así como exigir la inmediata puesta en libertad de Josefina y todos los presos políticos enfermos incurables.

Aurora Cayetano y Gema Rodríguez – Presa políticas del PCE(r) y del GRAPO, respectivamente