En Brasil ha muerto el líder indígena Sarapo del pueblo Ka’apor. Las causas y circunstancias de su muerte no están claras. Los Ka’apor temen que su líder haya sido envenenado y exigen que las autoridades estatales investiguen y aclaren la causa de la muerte.
«Sarapo Ka’apor no pudo soportar la presión y las amenazas de los agresores de la región», nos escribieron los indígenas en nombre de su comité de gestión TUXA TA PAME, lo que encendió las alarmas.
Sarapo Ka’apor falleció a la edad de 45 años, el 14 de mayo de 2022, . Vivía en un territorio indígena protegido, que empresas mineras quieren destruir para la extraer oro. Sarapo fue el principal protector de los bosques de la región y lideró la resistencia contra la minería. Le perseguían y amenazaban por ello.
Los Ka’apor denunciaron las inexplicables circunstancias de su muerte a las autoridades brasileñas y, junto con la Sociedad Maranhense de Derechos Humanos SMDH, exigen al Ministerio de Seguridad Pública la exhumación de su cuerpo, para que forenses expertos determinen la causa exacta de su muerte.
«Tememos que personas influyentes hayan podido pagar a asesinos a sueldo para envenenar a Sarapo», escriben nuestras contrapartes Ka’apor. «Estamos rodeados por buscadores de oro y empresas mineras que nos someten cada vez a mayor presión».
Sarapo, como jefe de la Guardia de Autodefensa Ka’apor, corría mucho peligro y sufría persecución. Junto con otros tres líderes Ka’apor, se encontraba en el Programa Estadual de Protección a Defensores de Dereitos Humanos de Maranhao, para personas amenazadas. La última vez que había sido rodeado por madereros y amenazado de muerte fue en enero de 2022.
«Estamos dando seguimiento a todos los acontecimientos aquí y queremos que se haga justicia», dicen los Ka’apor. Entre el 13 y el 15 de junio de 2022, realizarán una peregrinación por la selva en resistencia a la minería.
Salva la Selva apoya el pedido que está haciendo el pueblo Ka’apor y solicitamos a las autoridades brasileñas que actúen inmediatamente. Deben aclararse las circunstancias de la muerte de Sarapo Ka’apor, así como todos los demás crímenes -agresiones y asesinatos- contra miembros de este pueblo indígena. Hay que identificar y condenar a los autores y a quienes están detrás de ellos. Se deben prevenir nuevas amenazas de manera eficaz.
Muchas amenazas y exposiciones a la violencia extrema
Desde 2015, dos comunidades indígenas Ka’apor han sido atacadas por madereros. Un total de 15 personas indígenas han sido asesinadas en los últimos años en el marco del asalto al territorio. Las autoridades brasileñas no han esclarecido ninguno de los crímenes y hasta la fecha no se ha castigado a ningún perpetrador.
Todo esto ocurre delante de las narices de los funcionarios del Estado y de las autoridades brasileñas, que en gran medida se muestran inactivos y hacen caso omiso de las protestas y demandas de los pueblos indígenas. Muchos funcionarios y políticos también son corruptos y son cómplices en las actividades.
Las autoridades brasileñas han otorgado varias concesiones para la extracción de oro en miles de hectáreas de territorio a empresas mineras. Las concesiones mineras se sitúan directamente al límite y, en parte, incluso dentro del territorio indígena.
El pueblo Ka’apor defiende su área protegida
Las aproximadamente 1.800 personas Ka’apor constituyen uno de los más de 300 pueblos indígenas de Brasil. En la actualidad, habitan su territorio, el Alto Turiaçu, que está reconocido y demarcado por el Estado en el estado brasileño de Maranhão. La zona de selva ancestral, de 531.000 hectáreas – el equivalente p.ej. en España, a la superficie de toda la comunidad autónoma de Cantabria- destaca como una isla verde en un mar de destrucción.
Con su modo de vida, los Ka’apor han defendido su territorio contra las invasiones ilegales y los saqueos hasta hoy y defienden la selva contra la deforestación. Empresas madereras y mineras, ganaderos, grandes terratenientes y especuladores de tierras han talado casi por completo la selva hasta el límite de esta zona protegida y ahora no se quieren detener en sus límites. Sin embargo, el área protegida es el último remanente de un territorio indígena que originalmente era mucho más extenso y que ya ha sido robado a los Ka’apor en las últimas décadas.
Allí, en el noreste del país sudamericano, la selva amazónica se funde lentamente con las sabanas tropicales del Cerrado. Las especiales condiciones proporcionan el hábitat para una enorme biodiversidad. Algunas especies, como el mono capuchino (Cebus kaapori), en peligro crítico de extinción, y el sakí barbudo negro (Chiropotes satanas), en peligro, tienen uno de sus últimos hábitats en el Alto Turiaçu.