La Conferencia Episcopal ha lanzado una campaña para recaudar más donativos con vistas a la próxima declaración de la Renta. A través de una campaña publicitaria que empieza hoy, pretende promocionar sus actividades y concienciar a los ciudadanos de la necesidad de una ayuda económica, sobre todo a partir de enero de 2008, cuando la […]
La Conferencia Episcopal ha lanzado una campaña para recaudar más donativos con vistas a la próxima declaración de la Renta. A través de una campaña publicitaria que empieza hoy, pretende promocionar sus actividades y concienciar a los ciudadanos de la necesidad de una ayuda económica, sobre todo a partir de enero de 2008, cuando la asignación tributaria de los ciudadanos será la única aportación que reciba del Estado. Se trata de informar a los españoles de las líneas básicas del acuerdo de financiación alcanzado en diciembre del año pasado entre la Santa Sede y el Estado, por el que se elimina la dotación directa del Estado a la Iglesia, se aumenta la asignación directa del IRPF del 0,5 al 0,7 por ciento y se elimina la exención del IVA, dicen los obispos, a los que les parece insuficiente percibir mas de 150 millones de euros de casi un tercio de los declarantes de IRPF.
Pero como ocurre a menudo, lo que no nos dicen es, quizás lo más relevante.
En esa campaña no nos contaran nada acerca de las inversiones de la conferencia episcopal en bolsa, donde alcanzan beneficios superiores al 15% gracias a un tratamiento fiscal favorable, ni de los casos de especulación inmobiliaria que recientemente les ha aportado millones de euros en varios «negocios terrenales».
Tampoco nos contaran lo que perciben en concepto de financiación por los centros católicos concertados, ni por su asistencia a instituciones como el ejército o las prisiones. Ni por supuesto los ingresos por publicidad en los anuncios intercalados entre las perlas que a diario nos obsequian tipos como Cesar Vidal o Jiménez Losantos en la COPE.
Tampoco nos recordaran en sus anuncios la postura del «pastor alemán» Joseph Ratzinger, que alude a su condición de jefe de estado para evitar, gracias a su inmunidad, ser imputado en los juicios por abusos sexuales a menores en EEUU, donde por cierto la Iglesia, «invierte» cientos de millones de dólares en silenciar mediante indemnizaciones los cientos de casos de abusos sexuales y pederastia de sus obispos.
También olvidan revisar su tradicional postura respecto a las diferentes opciones sexuales, el derecho al aborto o a la eutanasia en un ejercicio de amnesia que les convierte en la institución más machista y homofoba desde la edad media.
Pero no debe sorprendernos que la Iglesia (obsérvese el uso de las mayúsculas) tenga tan poca memoria. Como recientemente volvió a demostrar al canonizar solo a las «victimas» elegidas por la conferencia episcopal, que se permite olvidar a otras victimas, que al parecer deben entrar en el cielo por la puerta de atrás, sin ceremonias, sin papeles, en patera.
Y es que los administradores del cielo y el infierno, tienen mala «memoria histórica», ofenden y olvidan de forma selectiva a los miles de muertos a manos de sus cruzadas, guerras santas y tribunales eclesiásticos, o sin ir más lejos, a los miles de muertos por sida en cualquier parte del mundo, a los que siguen sin recomendar el uso de preservativos.
A ellos les preocupa la asignatura de ciudadanía, llamando a la desobediencia y saliendo a los medios y a la calle para pedir la desobediencia a una ley del gobierno, y quedándose en casa cuando todos salimos a manifestarnos contra las guerras.
A ellos les preocupa la «señal de la cruz», siempre que esta aparezca en la casilla de nuestra declaración de la renta destinada a financiar a la Iglesia.
Que Dios perdone a su Iglesia.
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