Paco López Mengual analiza la figura del agente murciano en su libro ‘Espinosa Pardo. Historia de un confidente’ publicado recientemente en la editorial ‘La Fea Burguesía’.
Espía, confidente de la policía, sindicalista y militante del PSOE durante la transición; guerrillero del Frente de Liberación Nacional argelino, miembro del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota –FRAP–; integrante de los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre –GRAPO– y lugarteniente en Madrid del Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario –MPAIAC–. Fueron algunas de las aristas de la vida del murciano José Luis Espinosa Pardo, un personaje “siniestro, poliédrico y oscuro”, le define Paco López Mengual, autor del libro ‘Espinosa Pardo. Historia de un confidente’ publicado recientemente en la editorial ‘La Fea Burguesía’. “La historia detrás de este libro es larga y es la historia de una obsesión”, cuenta el también murciano López Mengual. La investigación para armar el relato le ha llevado doce años, pero lleva “toda una vida fascinado por este personaje”.
En 1979, recuerda Mengual, “había cumplido yo los 16 y leí un día en el periódico que habían atentado sin éxito en Argel contra un independentista canario, todo parecía apuntar a que habían sido los servicios secretos españoles; me impactó muchísimo”. La víctima del ataque era el abogado, profesor y político Antonio Cubillo, líder del MPAIAC, que el 5 de abril de 1978 fue apuñalado en su casa en Argel y aunque sobrevivió, sufrió lesiones irreversibles en la columna vertebral. A aquella operación se le conoció como Tierra Nueva y la ejecutaron dos mercenarios, José Luis Cortés Rodríguez y Juan Antonio Alfonso González, antiguo militante del FRAP.
Días después de leer la noticia en el periódico se publica que uno de los personajes que habían organizado el atentado frustrado había sido el murciano de San Javier José Luis Espinosa Pardo que tres o cuatro meses antes había estado al frente de la secretaría general de la UGT en la Región, “cuando la UGT era un sindicato revolucionario”, apunta Mengual.
El MPAIAC nació en 1964 y desde 1976 asumió la lucha armada como medio para lograr la independencia de Canarias, sumándose a otros grupos en el Estado español durante la transición. Además, la posición estratégica de las Islas en el contexto de la Guerra Fría contribuía a aumentar la tensión internacional. Argelia, que se había independizado de Francia, jugó un papel clave a favor de las tesis del Movimiento y Argel se convirtió en la residencia de Cubillo, desde donde dirigía las operaciones.
Cubillo fue ganando apoyos políticos, como la Organización de Estados Africanos, y cuando se planteó en la ONU reconocer al Archipiélago como territorio no autónomo, se organizó el atentado, tal y como recuerda Eduardo Cubillo, sobrino del fundador del MPAIAC y autor del documental Cubillo, historia de un crimen de Estado. Al inicio de la pieza audiovisual, el propio autor del crimen, Juan Antonio Alfonso, relata que le habían amenazado con matar a toda su familia si no acometía la orden y narra cómo hundió el cuchillo en el estómago “y en toda la espalda” de Antonio Cubillo, creyendo que lo había asesinado.
Pero Cubillo sobrevivió porque en ese momento se jugaba un partido de fútbol entre Hungría y Argelia y no había tráfico ni nadie en las calles, tal y como relata él mismo en el documental, esta circunstancia le permitió acudir rápidamente al hospital. Y a González lo detiene la policía argelina, siendo encarcelado durante 7 años hasta que fue indultado. El autor directo del crimen acusó a Espinosa de haberlo organizado. Espinosa se había infiltrado en el Movimiento casi desde su fundación e iba poniendo al corriente al comisario general de Información, Roberto Conesa, “de todo lo que sucedía en Argelia”, explica Eduardo Cubillo, quien recuerda que para su tío fue “la gran decepción”. Años después, en 1982, con Espinosa Pardo residiendo en Madrid en la clandestinidad, el periódico murciano La Verdad publica una entrevista del periodista Joaquín García Cruz al espía en la que reconoce que mandó apuñalar al canario.
En la vertiente política, Espinosa fue un militante destacado del socialismo. De hecho, participó como delegado en el mitin de Suresnes, en París, donde sale elegido en la clandestinidad secretario general del PSOE Felipe González y participó en la organización de la primera intervención política del sevillano en el Campo de la Condomina en Murcia.
Pero Espinosa Pardo había sido también miembro del FRAP en los últimos años del franquismo. Y de los GRAPO, en cuya desarticulación tuvo un papel clave. Se movía con soltura por Marruecos y Argelia, donde había luchado con el Frente de Liberación Nacional y todo ello, “de forma clandestina, porque él parecía en su día un hombre muy normal, que se dedicaba como tapadera a la carpintería en su exilio de Argel”, indica Mengual, a donde huyó con su madre a los 18 años tras negarse a realizar el servicio militar obligatorio.
“Yo de lo que sé realmente es de botones y de hilos para hacer punto de cruz”, cuenta humilde el autor de la obra, conocido en Molina de Segura por ser el mercero ‘de toda la vida’. Gran apasionado de la lectura y la escritura, aprovecha cualquier momento para dar rienda suelta a su afición, que se ha volcado ya en 18 títulos. Escribiendo uno de ellos, ‘Ejecutar a Otto Maïer’, se dio cuenta de que “muchas de las tramas tenían como fuente los detalles que conocía de Espinosa Pardo, y me comenzó a interesar más la vida del personaje real que la propia ficción; fue entonces cuando empecé a recopilar datos sobre su recorrido”.
En ese tiempo, López Mengual consigue localizar a Espinosa Pardo. “Pensaba que había fallecido, pero lo encontré en unos jardines de Murcia, ya mayor, a sus ochenta y tantos años, convertido en un viejecito que pasaba las horas dando de comer a las palomas”. La novela está basada en el testimonio de Espinosa Pardo, en sus encuentros periódicos, cada semana o cada 15 días, alrededor de un café. “Recuerdo que me sentaba con él y me contaba muchas cosas, pero yo no tomaba nota y luego me lanzaba corriendo al ordenador al llegar a casa”. El proceso de escritura no lo encaró “ni como novela negra ni como novela periodística, sino como no ficción, al estilo de Truman Capote en ‘A sangre fría’, en el que el autor se mete como personaje y relato mi búsqueda”. La novela se cierra con el fallecimiento del personaje hace cuatro años, asegura. En su periplo, se acerca también a Espinosa Pardo el cineasta murciano Alfonso Palazón, profesor de Cine en Madrid, y le convence para hacer un documental sobre su vida, que se presentó este pasado agosto en Portugal y ha sido galardonado en el Film Festival Internacional Avanca.
Paco López Mengual reconoce haber sufrido el síndrome de Estocolmo con Espinosa Pardo, “era un encantador de serpientes y caía bien en las distancias cortas, era muy amable y como cuento en la novela, me costaba discernir a veces si estaba ante un héroe o un villano; él negaba haber matado a nadie directamente y consideraba que si ponía en una balanza a las personas que habían muerto o se habían salvado por su intervención, el saldo se inclinaba a su favor de manera positiva”.
Etapa en la cárcel
Espinosa Pardo “estaba muy dolido tras su paso por la cárcel”. Estuvo relacionado con el PSOE durante años “y desde arriba le pidieron que se entregase por el atentado de Cubillo porque estaba declarado en rebeldía”. Le hicieron creer, cuenta el autor, que pasaría solo uno o dos meses en la cárcel y quedaría enterrado el expediente. “Pero coincidió con el estallido de los Grupos Antiterroristas de Liberación –GAL–, y nadie se acordó de él, pasó siete años en prisión, le dejó colgado todo el mundo y fue el único que pagó por el asunto de Cubillo cuando había estado detrás la policía, los servicios secretos y el gobierno”. La última vez que vio a Cubillo, en el juicio, “contaba que el canario ni le miró a la cara”. Espinosa Pardo había sido su lugarteniente en Madrid. Eran amigos, tenían una relación estrecha y conocía a su familia, pero terminó traicionándole. Rondando los 65 años, en los 90, sale de la cárcel y sigue un tiempo ligado a sus “negocios”. Se sabe que estuvo traficando con armas en las guerras yugolasvas, suministrando armamento a una facción croata.
En la novela, el molinense cuenta también la relación de Espinosa Pardo con Julio Álvarez del Bayo, diputado y ministro socialista al final de la República. “Fue su guardaespaldas, su hombre de confianza; y le acompañó a una reunión en la casa parisina de Arthur Miller donde se fundó el FRAP de la conjunción de la Unión Socialista Española y el Partido Comunista Español Marxista Leninista; tuvo una vida trepidante” y camaleónica.