Esos fueron los temas de la Mesa «Cuba: Socialismo frente barbarie» que tuvo lugar ayer en los Reales Alcázares de Sevilla. Osvaldo Martínez presidente de la Comisión de Asuntos Económicos del parlamento cubano, señaló tres elementos para definir el proceso de recuperación económica de Cuba: la crisis dramática derivada de la caída de la Unión soviética a finales de la década de los 80 del siglo pasado, la existencia de un bloqueo que calificó de guerra económica y que ha sido intensificado en los últimos dos años, y las determinaciones y estrategias de recolonización de la isla contenidas en el «Informe del Comité para la asistencia a una cuba Libre». El intelectual español, Santiago Alba analizó tres deficiencias que son también problemas reales de la revolución: la corrupción, la escasez de vivienda y la deslocalización laboral de muchos profesionales, y los comparó con la situación en los países de occidente. Finalmente, Ricardo Alarcón, analizó la documentación publicada de la guerra continua que los EEUU realizan contra Cuba, especialmente el llamado «Plan Bush» al que el presidente del parlamento cubano, con su ironía proverbial encontró «momentos poéticos».
Con gran asistencia de público se abrieron las II Jornadas con una Mesa en el Salón Gótico de los Reales Alcázares de Sevilla.
En la primera intervención Oswaldo Martínez, explicó la evolución de la economía de Cuba en los últimos 15 años a partir del llamado «período especial», cuando una estructura comercial elaborada con dificultad y en una situación definida desde principios de la década de los 60 por el cierre del espacio comercial natural por el bloqueo de los EEUU, se desmorona, liquidando en un instante más del 80% del comercio de Cuba. Martínez analizó después la parte económica del contenido del «Plan Bush para Cuba» un verdadero expolio del capital social -en tierras y en viviendas- que la revolución ha puesto en manos de los campesinos y de todas las familias de Cuba, y un proceso de privatización hacia el exterior que trasladaría toda la riqueza cubana a la propiedad de las empresas norteamericanas y situaría la economía bajo el control del Tío Sam.
Martínez explicó cómo la llamada «transición económica» de Cuba se realizaría bajo la dirección de comisiones especiales de distintos niveles: estatal, provincial y municipal, formadas por funcionarios de los Estados Unidos.
Santiago Alba Rico inició su intervención para «hablar mal de Cuba». Para ello se refirió a tres hechos indudables que están ocurriendo el la isla: la existencia de corrupción, la existencia de un problema importante de escasez de viviendas, y la recolocación de una parte de los profesionales altamente cualificados que ha formado la revolución, en trabajos de menor cualificación, camareros y taxistas, por ejemplo, en un claro despilfarro de recursos.
En su exposición Alba iba haciendo una comparación con los que ocurre en «occidente». En Cuba hay una corrupción de «pequeña intensidad», manifestada en la apropiación de pequeños recursos públicos por personas que tiene acceso a ellos. Es pequeña corrupción se deriva de la escasez de determinados bienes provocados por el bloqueo. Hay también, de manera excepcional, una corrupción de mayor cuantía que se ha manifestado en empresas que comercian con el exterior o manejan divisas en el sector turístico. Lo importante, afirmó el ponente, es que está corrupción, que tiene carácter extraordinario, es perseguida por las autoridades cubanas. Hace muy pocos días el propio Fidel Castro ha lanzado una campaña contra esa apropiación clandestina de bienes sociales desde situaciones de poder económico.
En los países capitalistas, sin embargo, la corrupción es la estructura básica del sistema y no se persigue. Alba Rico puso muchos ejemplos que manifiestas esta realidad, especialmente en el mundo empresarial y en relación con los circuitos de consumo. En cuanto a la pequeña corrupción Alba señaló la participación masiva de los ciudadanos en el consumo de productos de empresas que explotan el trabajo infantil, causan enormes daños a la naturaleza, o utilizan productos que afectan gravemente la salud de las gentes, especialmente en los países pobres del planeta.
En la vivienda, explicó el ponente, la realidad es parecida pero las causas y los efectos son totalmente distintos. En Cuba la falta de viviendas que obliga a que tres generaciones: abuelos, hijos y nietos compartan residencia, es también un problema derivado de la enorme dificultad económica para construir más alojamientos.
En «occidente» la escasez de viviendas es provocada y especulativa, las viviendas fabricadas no se colocan en el mercado -viviendas vacías- y hay enormes cantidades de viviendas de segunda residencia mientras millones de jóvenes no tienen acceso a una casa.
En relación con el tercer problema -el «tercer fracaso», puntualizó Rico- el de la «deslocalización» de los científicos y profesionales cubanos, el análisis del ponente también fue demoledor. En Cuba la crisis económica ha impedido la colocación de los profesionales en puestos bien retribuidos, y la «maldición bíblica» del turismo ha abierto posibilidades de ganar más dinero en puestos de trabajo mucho menos cualificados. Sin embargo, en Cuba, los profesionales pueden seguir su profesión y realizar trabajos de investigación si eligen esa opción menos remunerada, además la apertura de esas opciones de empleo lucrativo se deriva de un proceso económico muy condicionado por el bloqueo y la necesidad de recurrir al turismo.
El «occidente» los jóvenes científicos sólo encuentran -en el mejor de los casos y salvo excepciones- contratos basura. La mayoría, como sus colegas cubanos, trabajan «deslocalizados» como comerciales o camareros de los Mc Donald,s. Sus trabajos de investigación, cuando los consiguen, están orientados a la búsqueda de beneficios empresariales, no a la cobertura de deficiencias o problemas sociales.
De nuevo encontramos problemas similares con causas muy distintas y posiciones antagónicas de los estados. Eso, concluyó Alba Rico, define perfectamente las dos posibilidades de elección entre socialismo y capitalismo, «yo elijo, por honradez, por dignidad, por solidaridad, y por decoro, el socialismo.
La última intervención correspondió a Ricardo Alarcón presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba.
Alarcón comenzó señalando que todos los datos y referencias documentales que iba a mencionar estaban publicados, y publicados precisamente por el enemigo de Cuba, los sucesivos gobiernos de los EEUU.
Ya antes de triunfar la revolución, en 1958, el presidente de los EEUU, Eisenhower, se reúne con los miembros de Consejo Nacional de Seguridad y, bajo juramento de no manifestar lo que se dice en la reunión, elabora planes para impedir el triunfo de Fidel Castro y la derrota de Batista. Esa intervención directa pero encubierta, «la mano escondida» reaparece constantemente en la política de Washington contra Cuba. Desde esa referencia histórica, el ponente denuncia la enorme contradicción que existe -si se parte de la función que autoproclaman los medios de comunicación- entre la enorme cantidad de documentos hoy en día desclasificados parcialmente, que demuestran una continua injerencia y agresión de EEUU, y el absoluto silencio sobre esa política por parte de esos medios de comunicación. «En estas circunstancias, advierte Alarcón, la primera tarea es siempre la búsqueda de la verdad».
A partir de esas dos primeras observaciones -la mano escondida y la necesidad de buscar la verdad- el ponente explicó detalladamente el documento «Informe de la Comisión para la Asistencia a una Cuba Libre», habitualmente conocido como «Plan Bush para Cuba», uno de los fragmentos de la verdad documentada que esconde el sistema de desinformación constituido por las grandes empresas de comunicación.
El presidente del parlamento cubano explicó como este plan es un instrumento descarado de colonización. El Plan operativo -que detalla las medidas de intervención aprobadas por el Congreso de los EEUU con la ley Helms-Burton- coloca toda la autoridad intervencionista en el Coordinador para la Transición, un funcionario de alto nivel del departamento de estado.
La democracia para Cuba -señaló Alarcón- no tiene nada que ver con procesos de decisión popular sino con el cumplimiento por parte de un «gobierno de transición» colocado por los EEUU, de una serie de condiciones también establecidas por Washington.
El plan detalla un enorme expolio de Cuba con la liquidación de los servicios sociales, del sistema de cobertura completa y universal de de salud y del enorme sistema gratuito de enseñanza. Además suprime los derechos de los trabajadores especialmente los relativos a la cobertura por desempleo y por jubilación.
Con una marcada ironía, Alarcón encontró «momentos poéticos» en el «Informe para la Asistencia». Por ejemplo cuando dice que la expropiación de todas las tierras de las cooperativas campesinas o la de todas las viviendas entregadas a las familias cubanas, «va a ser difícil». Eso sí, la poética es inmediatamente corregida cuando se decide la creación de una nueva policía adiestrada, reclutada y dirigida por los EEUU.
El plan Bush, continuó detallando Alarcón, la nueva Cuba: constitución, leyes, tribunales, comités económicos, es diseñada en su totalidad por Washington. «Léanlo ustedes», pareció invitar a todos el ponente.
La Mesa terminó con la realización de preguntas por parte del público y la respuesta de los miembros de la Mesa.
Buen comienzo para unas Jornadas informativas en las que la comunicación directa de representantes de Cuba y el público español se ha considerado como un objetivo fundamental.