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Entrevista con el Colectivo Todoazen autor de la novela El año que tampoco hicimos la Revolución

«La sobrevaloración de la autoría forma parte del sistema de la literatura burguesa»

Fuentes: Rebelión

¿Qué y quién es el Colectivo Todoazen? Nos gusta decir que es una «célula de investigación». Está formado por un grupo plural de gentes interesadas en «las narraciones de nuestro tiempo», entendiendo el término narración en su sentido más amplio: lo que nos cuentan. Incluye la narrativa literaria en su modalidad más tradicional: libros de […]

¿Qué y quién es el Colectivo Todoazen?

Nos gusta decir que es una «célula de investigación». Está formado por un grupo plural de gentes interesadas en «las narraciones de nuestro tiempo», entendiendo el término narración en su sentido más amplio: lo que nos cuentan. Incluye la narrativa literaria en su modalidad más tradicional: libros de cuentos, novelas pero especialmente nos interesan otras narraciones menos obvias: la narración que vehicula la publicidad, la prensa, la música moderna, la administración judicial, etc.
Cómo funciona el grupo.
Todoazen agrupa de manera estable a siete personas de diferente formación: sociólogos/as, economistas, periodistas, creativos/as de publicidad, escritores/as. Hasta el momento nuestro trabajo había venido siendo interno y teórico: planteamiento de temas, discusión, redacción de conclusiones. El año que tampoco hicimos la revolución es el primer trabajo que sale del grupo y se hace público. En este caso fueron tres los miembros del grupo que se encargaron de su realización aunque siempre en un entorno de discusión y colaboración de todo el colectivo.
Cómo llegó a plasmarse El año que tampoco hicimos la Revolución.¿Fue un encargo editorial?
No exactamente. Algunos de nosotros conocíamos al editor, Constantino Bértolo, desde hace tiempo y no sólo por su trabajo como editor sino como crítico cultural que en ocasiones ha publicado trabajos sobre la crítica, la literatura o la cultura en algunos medios. Con ocasión de unas jornadas sobre la Literatura revolucionaria durante la República en las que participaba como ponente, nació la idea de «escribir» esa narrativa en la que flotamos, en la que estamos sumergidos y que muchas veces nos pasa inadvertida. Surgió la idea y nos animó a llevarla a cabo y en cierto sentido, ya como editor, nos ayudo a perfilarla.
Qué es El año que tampoco hicimos la Revolución. En el prólogo y en la portada se define como novela ¿es una novela?
Poner novela en la portada fue una idea del editor para jugar un poco irónicamente con la frase de Cela según la cual es novela todo libro que en la portada pone novela. Nos pareció bien la idea. Nosotros queríamos «escribir» una novela y pensamos que eso es lo que hemos hecho. Como decimos en el prologo es una novela que «ya estaba escrita», nosotros nos hemos limitado a convertirla en texto aunque es evidente que en el proceso de conversión se ha producido un cambio cualitativo, de modo semejante a como un mapa reconvierte en otra cosa un territorio o un paisaje.
Habláis de ella como de una «novela económica» ¿qué sería eso?
La novela está construida a partir de las pequeñas noticias de la actualidad económica que aparecen en esas secciones donde la prensa nacional recoge comunicados de las empresas: anuncios declarando beneficios, dividendos, compras, fusiones, nombramientos, crisis, sueltos sobre reajustes, deslocalizaciones, conflictos, querellas. Esa es la urdimbre narrativa del libro y sobre ella se entretejen noticias del mundo laboral o del entorno cultural, político y social (en el sentido de ecos de sociedad) que conforman el entorno en que se producen y que en parte determinan su lectura o su no lectura. Por eso puede entenderse como novela económica pero también como una novela de misterio.
¿De misterio?
En realidad la sintaxis narrativa que acabamos eligiendo para escribir nuestra novela responde al planteamiento de una trama de misterio: ¿cómo puede ser que en una sociedad como la española (aun cuando el libro atiende a factores globales) en la que durante el período temporal que abarca la novela – Mayo 2004-Mayo 2005- los beneficios empresariales llegaron al 25% mientras que el incremento de los salarios sólo alcanzó un rácano 3 %, no se haya producido ninguna convulsión social significativa?
¿Y habéis descubierto la clave del misterio?
Creemos que la novela dice mucho al respecto. El factor decisivo parece ser «la naturalidad» con que esta novela económica es leída por los medios de comunicación hegemónicos y trasmitida al conjunto social. Queríamos que la novela fuera significativa y ello nos llevó- después de muchas discusiones dentro del Colectivo – a enfocar la mirada sobre unos medios de prensa – principalmente El País, El Mundo y La Vanguardia, por este orden- que por su «autoridad» son responsables, como espejos narrativos que son, de la imagen narrativa que la sociedad se hace de si misma. Si hubiéramos situado el foco de manera prioritaria en medios como Gara, La Nueva España, La Voz de Galicia o El Ideal de Granada sin duda el resultado no hubiera sido el mismo, y no tanto por el cambio de perfil ideológico de esta otra prensa – válido para Gara- como por el hecho de que la prensa regional o local, por su cercanía a los acontecimientos, está obligada a dar cuenta de los sucesos económico-laborales que tiene lugar en su territorio empresarial. Pero nos interesaba trabajar con un espejo más global, nacional, centralista si se quiere porque su peso en el relato global es determinante.
Durante «la redacción» de la novela os ha sorprendido algo.
Sí, algo que seguramente ya sabíamos pero que se quedaba en el mundo de la intuición o la sospecha, durante el proceso de escritura se hizo evidente, tomo cuerpo y nos sorprendió: el grado de corrupción que acompaña a la actividad económica. Una corrupción que pocas veces da lugar a una sentencia legal pero que asoma una y otra vez en la reiteración de querellas, denuncias, intervenciones de oficio. Desde las anomalías o tropelías en el sistema bancario y financiero hasta la especulación inmobiliaria. Más allá de las sentencias lo que se pone delante es todo un tejido de corrupción y tráfico de influencias del que no se escapa ninguna actividad empresarial ni ninguna administración: estatal, autonómica o local. En ese sentido, de pronto, la novela se convierte en un auténtico thriller o en un relato de terror.
El proceso de «escritura», de montaje y «collage» que habéis realizado ¿no conlleva una manipulación?
Manipular, en el sentido de mover elementos, resituar materiales o cribarlos, sin duda, pero manipular en el sentido de tergiversar o falsificar, absolutamente no. Es más podríamos decir que en ese sentido su escritura fue todo un proceso de «contramanipulación» porque entendemos que si un medio de prensa no pone en portada una noticia como la de que el 0,16 % de los titulares de depósitos bancarios poseen el 27 % del total del dinero depositado, si esa noticia aparece en un recuadro discreto de la sección de economía, entonces, sí se puede hablar de manipulación. Si los beneficios escandalosos del Santander o el BVVA o La Caixa no son tratados como escándalos entonces si cabe hablar de manipulación. Nuestra escritura ciertamente rejerarquiza la narración económica y en algunos casos, con leves apostillas, la subraya pero no la manipula ni la disfraza ni la falsifica. Todo lo contrario.
La novela recoge bajo el rótulo de Escolios textos que incitan o hablan de la revolución ¿cual es su función en «la novela»?
Queríamos que el texto se enfrentase a otros textos para que al reflejarse contra él adquirieran un aspecto de llamada al combate, al tiempo sirven de recordatorio y memoria sobre una narración, la narrativa de la revolución, que ha desaparecido del espacio público y muy especialmente del espacio literario.
Entre esos escolios llama la atención una carta testamento del autor Lothar Baier que aporta una nota negra y que pude entenderse como una especie de Réquiem pesimista. ¿Por qué su selección?
Lothar Baier publicó hace años en España un libro que nos parece importante ¿Qué va a ser de la literatura? (Editorial Debate) donde volvía a poner sobre la mesa el tema sartreano de la responsabilidad de los escritores. El libro, como era de suponer, pasó sin pena ni gloria. Quisimos recordar a modo de homenaje a este escritor con ese texto póstumo que trasmite, entendemos, la inevitable relación entre lo general y lo particular. Una nota pesimista que quiere ser aviso, sin dramatismos, de que está en juego el sentido del vida.
En la contraportada del libro se lee OTRA NOVELA ES POSIBLE. ¿es un mero reclamo publicitario?
Por el lugar que ocupa en el libro, en la contraportada, cabe afirmar que en parte quiere cumplir esa función, pero por otro lado resume la poética del libro. Entendemos que la novela como género parece no poder escapar de su propio origen burgués y de su vocación de aparato semántico al servicio de la construcción de las subjetividades individuales. No en vano la novela nace ligada a la lectura privada, la lectura en silencio, la literatura solitaria. Y a pesar de intentos de sacarla de este destino político y social esa sigue siendo su función política primordial. Nosotros queríamos explorar un camino narrativo en el que la novela no estuviese condenada a ser leída desde las subjetividades, buscar una novela más encaminada a encontrarse con «ciudadanos» – aunque no nos guste el término- que con «intimidades». Explorar esa posibilidad es uno de los objetivos del Colectivo.
¿Cómo esperáis que sea recibida vuestra propuesta?
Bueno, aparece en una editorial de ámbito nacional, en una editorial con prestigio ( lo que no deja de tener sus ventajas y desventajas en estos tiempos), con una tirada discreta y sin presupuesto de promoción. Nuestro deseo sería que no pasase inadvertida sobre todo entre los que deberían tomar nota de lo que nos dice. Pero sinceramente esperamos más silencio que otra cosa, o peor, que se «lea» como una anécdota. Todavía hoy los historiadores se preguntan cómo los ciudadanos alemanes «no vieron» el salvajismo nazi. Hoy tampoco se ve o no quiere verse el salvajismo del capital. Pero el espejo está ahí y hemos narrado la imagen que nos devuelve.
También en la contra del libro se envía un recado al presidente Rodríguez Zapatero recomendándole a él y a sus ministros su lectura ¿No es una boutade?
Ese texto es responsabilidad del editor que nos consultó la idea y nos pareció bien después de una larga discusión. Estamos acostumbrados a no concretar nunca nada, a que no se den ni aparezcan nombres como si la sociedad fuera una sociedad anónima más, hasta parece de mal gusto dar nombres. En ese sentido nos parece bien que a un presidente que gusta de legitimarse con libros se le quiera «obligar» a no mirar hacia otro lado.
¿Estáis trabajando en algún proyecto nuevo?
Sí estamos dándole vueltas a dos o tres posibles proyectos en esa misma línea de trabajar con «otras narrativas» en el campo de la publicidad o en el campo de las narraciones que emite el sistema judicial. Pero todavía estamos dándoles vueltas dentro del Colectivo.
En los créditos editoriales aparecen tan sólo las iniciales de los tres componentes del Colectivo que han intervenido en la redacción del libro informando de sus ingresos brutos anuales. ¿Por qué esa elección de biografías?
La sobrevaloración de la autoría forma parte del sistema de la literatura burguesa, ella misma sobrevalorada en cuanto la más alta y noble expresión de lo creativo. Mantener el anonimato nos parece una elección fundamental (y hasta prudente). Pero dado que los lectores están acostumbrados a querer conocer quien les habla nos pareció adecuado informar de nuestros ingresos porque ése sí que es el verdadero núcleo secreto de lo que se conoce como intimidad.

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La novela El año que tampoco hicimos la Revolución publicada por la editorial Caballo de Troya. [email protected].
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