Amanece en la Plaza, tiendas de campaña y mucha gente que ha dormido sobre cartones y con mantas de las que provee el grupo de «Infraestructura». Sol no es un grupo antisistema (como reza una de las innumerables pancartas: «Dos mentiras en dos palabras: cuatro antisistema»), es un sistema en sí mismo, uno que no […]
Amanece en la Plaza, tiendas de campaña y mucha gente que ha dormido sobre cartones y con mantas de las que provee el grupo de «Infraestructura». Sol no es un grupo antisistema (como reza una de las innumerables pancartas: «Dos mentiras en dos palabras: cuatro antisistema»), es un sistema en sí mismo, uno que no excluye ni a quienes se quieren sentir excluidos, una democracia que yo nunca antes había experimentado, una sociedad que me gustaría vivir a gran escala porque es el reflejo de todos aquellos valores que aprendemos pero que, en realidad, nunca antes habíamos visto realizados de manera tan clara. La gente, incluye a tantos tipos de persona esta palabra, es cívica y respetuosa en Sol hasta niveles que no se podrían presuponer (los carteles incitan a la sonrisa, al por favor, al rechazo sistemático de la violencia no solo física sino verbal, el grupo de trabajo que empezó siendo «Seguridad» se ha rebautizado como «Respeto» y así rezan sus insignias orgullosamente pegadas en los brazos y en los pechos), la gente es joven y son abuelas y abuelos (alguno quizás siendo más libre en este espacio de lo que nunca se había imaginado, todos orgullosos, alegres y felices de compartir una tarea común, felices de colaborar, de sentarse en una de las mesas de «Voluntariado» para gestionar el trabajo, felices de repartir octavillas y sonrientes porque se saben tan participantes, inspiradores e indignados como cualquier otro).
A última hora de la noche los muchos voluntarios de «Limpieza» (que antes formaba parte del grupo de «Infraestructura», que construye con materiales reciclados el soporte físico del Campamento) aprovechaban para reunir los desperdicios y barrer con escobas y recogedores no solo la Plaza de Sol sino todas las calles adyacentes, de nuevo parece mentira pero no lo es: a pesar de toda la gente que ha pasado por allí a lo largo del día y de todos los miembros permanentes del campamento, a alguna de las voluntarias/os le cuesta llenar su bolsa porque Sol es un sistema cívico comprometido consigo mismo. Una mujer de unos cincuenta años se asombra ante quienes barren cerca de su portal a la una de la noche y tras una breve charla se ofrece a donar bolsas de basura. Las donaciones son constantes y provienen de ciudadanas y ciudadanos más o menos comprometidas con el movimiento pero que sin saber cómo se sienten parte de él, porque son parte de él. Ayer por la tarde otra mujer se acercaba al puesto de «Información» con una bolsa cargada de material sanitario para saber a qué puesto de «Enfermería» dirigirse, en los dos que yo vi había enfermeras y enfermeros, médicas y médicos, sociólogas y sociólogos, y no se limitaban a emergencias o curas, trabajaban incansables como los demás y no desperdiciaban su tiempo (otra pancarta: «Estamos en paro pero no estamos parados») daban masajes, hacían reiki y hasta aportaban apoyo emocional para circunstancias varias.
A Sol se acerca gente que ofrece apoyo de muy distintas maneras, escritoras y escritores que llegan cada día para leer los fragmentos que el Movimiento les ha inspirado, artistas que organizan teatro callejero, pasacalles, danzas a las que se unen los curiosos que no pueden evitar compartir la alegría generalizada y el rechazo a lo establecido. Hay economistas, periodistas, trabajadores de muchas nacionalidades, soñadores que han despertado para realizar por fin los sueños, hay abogados y muchos de ellos engloban el grupo «Legal» al que cualquiera se puede dirigir para resolver dudas y que trabaja para preservar los derechos ciudadanos que todos tenemos y que pueden peligrar en cualquier momento en un Movimiento que se sale de los cánones hasta ahora conocidos en el Estado español, un Movimiento fuera de lo «normal» y que hace gala de ello: «Cuando más locos nosotros seamos, los locos serán ellos» se lee en letras negras bien grandes.
La gente se junta en torno a lo que la une, debate, razona, critica, todo incita al debate (pero no a aquel que estamos acostumbrados a ver en los medios, sino a uno abiertamente democrático que no conoce más que respeto), tanto las personas que se acercan a Sol como las que viven allí comparten ideas (diversas, algunas también convergentes, pero todas respetadas), surgen temas en la mente de los ciudadanos que antes parecían haber olvidado. El grupo de «Medio Ambiente» se reúne en una esquina de la calle, desde cada grupo se ayuda a gestionar la autosuficiencia del campamento, con placas solares y regletas en las que cualquiera (absolutamente cualquiera) puede recargar móviles, cámaras, mp3 y lo que necesite recargar… En las jardineras de la fuente crecen lechugas, tomates, berenjenas, pimientos (se informa del origen de las especies), otra muestra representativa de la capacidad de autogestión que tienen las personas y que tiene sin duda este Campamento.
La zona de biblioteca, cargada de libros (reciclados, donados, liberados, perdidos y encontrados) refleja la expansión cultural de un Movimiento que cita constantemente a Cervantes, a Luther King y a grandes literatos, artistas y revolucionarios que ya antes han conseguido hacer avanzar a las sociedades de un mundo que es de todas y todos. En la hemeroteca se refleja la verdad de un Movimiento informado, responsable y totalmente preparado para la tarea que tiene por delante, que no es ni será instantánea y que requiere un arduo trabajo y compromiso que ya ha florecido para siempre en Sol.
Desde el megáfono central la comisión de «Organización» divulga rápidamente los mensajes más urgentes, llamadas de atención y novedades, en distintos puntos se encienden megáfonos que piden voluntarios en cuanto son necesarios y que dan ánimos. Al igual que alimento espiritual los cuerpos necesitan sustento y lo hay en muchos puntos, agua en varios puestos (vasos servidos, también con zumo y otras donaciones, que esperan sobre los mostradores a que algún transeúnte de esta magnífica «ciudad» los necesite), el reparto de comida (que incluye ayuda social directa, por cierto) se hace cinco veces al día, hoy al mediodía tenían previsto hacer una fabada para 300 personas, por la mañana poco después de levantarse la gente se encuentra con garrafas de chocolate caliente, galletas y demás. Todo se comparte, no hay interés individual motivando ninguno de los actos, se ha contagiado un espíritu de comunidad que nunca antes había podido experimentar (la preocupación por las personas que te rodean en cada pequeño gesto, no hay moneda que se caiga al suelo que no vuelva al bolsillo del que cayó, si la batucada molesta a los vecinos se informa por megáfono y al instante para, si hay un sitio en el sillón te sientas y si alguien te ve cansado te ofrece un colchón o te da ánimos).
El objetivo ambicioso, pero realista, de una Revolución que va más allá de los partidos políticos (todos los colores son recibidos con los brazos abiertos, incluso todavía más aquellos que algunos insisten en alejar) queda para siempre plasmado en la cooperación y la humanidad de cada persona que se contagia a su paso por Sol.
Y el presente (que somos todos) es ya parte del futuro. Pueden mover el campamento pero no las ideas que este ha generado. Las Asambleas Populares que tienen lugar dos veces al día engloban a centenares de ciudadanas y ciudadanos que experimentan y son la Democracia Real que se exige, cada punto decidido en los Grupos de Trabajo se expone allí, en un semicírculo enorme de gente sentada que deja cívicamente pasillos dibujados en el suelo, y que vota directamente con sus manos (porque sí, en Sol se vota, se bota, se forma parte de las propuestas y se propone en cada una de las decenas de Buzones de Sugerencias que cada poco tiempo se abren y alrededor de los que se puede ver siempre a gente leyendo, resumiendo y ordenando cada uno de los papeles que allí ha sido depositado por quien quiera que haya querido).
Esas Asambleas generales de Sol dan paso en el espacio y el tiempo a las Asambleas de los Barrios que ya se están organizando y gestionando en todo Madrid… el Movimiento no permanece encerrado en ninguna plaza, se expande cada día con el trabajo intenso, organizado y coordinado de cientos de personas y de las ciudadanas y ciudadanos que los reciben cerca de sus casas, en sus barrios. Lo que los políticos no han sabido hacer (el trabajo por el cual les pagamos) lo están haciendo sin ninguna voluntad de lucro cientos de ciudadanas y ciudadanos formadas, capacitadas y por fin unidas bajo un mismo estandarte. Estas Asambleas preservan el futuro y el éxito de una Revolución que se está fraguando desde el Movimiento Democracia Real Ya, un futuro por el que para cada persona merece la pena luchar. Ya nada volverá a ser lo mismo, ya nadie puede permanecer indiferente. Hay que acercarse a las plazas, a todos los Movimientos y Acampadas, a todas las Asambleas, hay que dejar de lado los prejuicios que pretenden propagar los medio de comunicación, hay que informarse por cuenta propia y así no nos será difícil entender la magnitud del cambio que empezó el 15M. Todas, todos somos el Movimiento. Cada cual se puede involucrar en la medida de sus posibilidades o expectativas, pero parece imposible mantenerse al margen de la Revolución Pacífica, Apolítica y Ciudadana más importante de nuestro tiempo.
Sol es el epicentro pero la expansión ya la conocemos todos. Ahora volvemos a Lisboa, a la plaza del Rossio que empieza a organizarse con reivindicaciones que afectan concretamente al país luso pero que no deja de nombrar la «Spanish Revolution», en Portugal igual que en el resto de mundo, en Madrid igual que en el resto del país. Hemos hecho un alto en el camino, una parada en Badajoz para compartir con quien nos quiera leer nuestra experiencia de estos días. Y aquí nos han recibido, incluso antes de mediar palabra, con un plato de ensalada, con arroz y un vaso de gazpacho (gracias, ánimo y fuerza pacífica en vuestro/nuestro Movimiento). Después de compartir información, comer y hacer algún cartel, ahora de nuevo continuamos para unirnos a la Acampada de Lisboa, no sin antes acabar de escribir esto y enviároslo, porque tenemos la necesidad de aportar nuestro pequeño grano, una necesidad creo que compartida con todo el mundo. Ya nunca más estaremos solos, los ciudadanos del mundo hacemos uso de nuestra libertad, juntos. Ya no hay nubes, solo hay Sol. ¡Hasta la próxima!
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de las autoras mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
rCR